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Las agresiones entre estudiantes de instituciones educativas públicas de la ciudad se han dado por medio de golpes y lesiones con armas blancas. | Foto: Archivo El País

EDUCACIÓN

59 casos de agresión en colegios encienden las alarmas en Cali

En lo que va corrido del año se han reportado 59 casos de agresión en instituciones públicas. Evasión de culpa, bajo la lupa.

6 de noviembre de 2017 Por: Harold Cortes - integrante del Semillero de Periodismo UAO-El País

Un total de 59 situaciones de agresión y 17 casos de acoso escolar se han reportado desde el 1 de enero de este año hasta la fecha en 31 instituciones educativas de Cali, según la coordinadora del Comité Municipal de Convivencia Escolar de la Secretaría de Educación, Luz Elena López.

El último caso, que se dio a conocer el pasado 25 de octubre en la Institución Educativa Nelson Garcés Vernaza, en el barrio Potrero Grande, en el oriente de Cali, dejó en evidencia la historia de una estudiante que agredió a su compañera en el rostro utilizando un arma blanca. La alumna herida es una joven de 14 años que fue atendida en el Hospital Universitario del Valle. Según informes de especialistas médicos que entrevistaron a la menor, la joven venía siendo acosada por sus compañeras de clase.

Para la funcionaria, las situaciones de acoso escolar ocurren por relaciones de subordinación entre estudiantes que generan sentimientos de soledad y aislamiento en una de las partes, lo que conlleva a casos de matoneo e, incluso, a agresión física.

La secretaria de Educación, Luz Elena Azcárate Sinisterra, manifestó su rechazo ante el hecho y explicó que es necesario que docentes y padres de familia estén atentos a los comportamientos de los estudiantes.

Asimismo, López indicó que “desde la Secretaría se trabaja en conjunto con la Red de Salud de los territorios, los equipos psicosociales en las instituciones educativas y de la mano con el Equipo de Salud Mental de la Secretaría de Salud para promover estrategias de reconocimiento temprano de situaciones de abuso para prevenir futuros casos de violencia escolar”.

Si bien la Coordinadora del Comité Municipal de Convivencia Escolar informó que a los estudiantes se les brinda orientación psicosocial y que en la actualidad se cuenta con 70 orientadores psicológicos para 91 instituciones educativas, también fue enfática al señalar que “los docentes deben estar permanentemente atentos a las crisis por las que pueden estar pasando los niños y las niñas, ya sean manifestadas a través del ausentismo, del silencio y del miedo, pues estas son alertas tempranas que pueden poner a la vista que un estudiante está siendo acosado”.

Los casos de violencia se dan por enemistades entre las partes, bien sea por aspecto físico, condición económica o preferencias de tipo cultural.
Las frustraciones, los sentimientos de rechazo y la estigmatización son manifestadas en el estudiante en forma de violencia, por lo que para López es necesario trabajar en la autoestima tanto de la víctima y del victimario.

Vale la pena recordar que la violencia escolar se diferencia del ‘bullying’ en que este último se describe como una intimidación y maltrato entre escolares de forma repetida y mantenida en el tiempo, con la intención de humillar y someter abusivamente a una víctima indefensa a través de agresiones físicas, verbales y/o sociales con resultados de victimización psicológica y rechazo grupal, tal como lo argumenta José María Avilés, especialista en psicología de la Universidad de Pamplona, España.

Evadir la culpa, común denominador entre los victimarios
“Era una broma no más”, “el bullying es una forma de enseñarles a los compañeros que la vida es dura”, “quién la manda a ser tonta”, “es que se lo merecía”, son algunas de las frases que victimarios utilizan para evadir la culpa cuando son confrontados por sus autoridades.

Según María Clara Cuevas, doctora en Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad Javeriana de Cali, justificar la agresión y la burla hacia el otro con dichas frases es un indicio de desconexión moral.

En una investigación realizada el presente año, llamada ‘La desconexión moral en estudiantes colombianos’, la psicóloga hace énfasis en que los estudiantes victimarios utilizan dichas frases para “protegerse de sus emociones morales”, es decir, no sentir remordimientos o culpa por los actos cometidos.

Entre los mecanismos más utilizados está el etiquetamiento eufemístico, que es cuando se llama de una manera diferente las acciones para cambiar el sentido. “Por ejemplo, en el argot militar no se mata a las personas sino se las da de baja”, explica la psicóloga.

Otro de los mecanismos es el desplazamiento y difusión de responsabilidad. “En un salón de clases es común escuchar a los estudiantes decir que ellos no fueron los que empezaron el ‘bullying’ o ‘yo me burlé, pero no inicié. Así que no es mi culpa’”, sostiene Cuevas.
Asimismo atribuir la responsabilidad a la víctima es otro mecanismo usado con mucha frecuencia por los agresores. Declaraciones como “quién la manda, es una tonta porque no se defiende” o “es que dio papaya”, son utilizadas con el propósito de convertir a la víctima en la culpable del ‘bullying’.

En los casos de acoso escolar, añade la psicóloga, es común que los agresores llamen broma o chiste a lo que es realmente acoso o agresión a la integridad de una persona.

Somaya Acuña, coordinadora de convivencia en un colegio privado del sur de la ciudad, manifiesta que “los estudiantes, en su mayoría, tratan de evadir su responsabilidad usando todos los argumentos posibles. En un 95 % de los casos los victimarios buscan la manera de no sentirse culpables. Son pocos los que reconocen que han cometido un error”.

Y es que desconocer la importancia de la desconexión moral y sus mecanismos puede ser uno de los factores que está afectando negativamente el efecto de las intervenciones realizadas para la prevención y reducción del matoneo en todas sus modalidades. Por tal motivo, el tratamiento temprano de casos en los que el estudiante evade su responsabilidad es crucial para fortalecer la capacidad de empatía.

“La intervención profesional en edades tempranas ha disminuido considerablemente los casos de acoso escolar en el colegio”, manifiesta Acuña, quien además añade que “algunos estudiantes de octavo grado que eran victimarios, hoy, en grados superiores, son más conscientes sobre las consecuencias del acoso escolar en sus compañeros de clases”.

La psicóloga Cuevas, manifiesta que el tratamiento de los casos de desconexión moral puede hacerse cultivando relaciones de afecto entre el cuidador (padre, madre, tíos, entre otros) y el victimario para que comprenda la necesidad del cuidado del otro y las implicaciones a futuro que el acoso escolar puede traer sobre la víctima.

Mecanismos de denuncia

Si bien cuando un estudiante es víctima de violencia o matoneo, lo primero que debe hacer es denunciarlo ante los profesores y darlo a conocer a sus padres, también puede reportar las situaciones ante diversas autoridades.

Entre las dependencias ante las que se pueden denunciar estos casos se cuentan la Personería, la Secretaría de Educación Municipal y, si hay conductas penales (lesiones, violaciones, injuria y calumnia) ante la Fiscalía o la Policía.

Ruta de atención integral

La Ruta de Atención Integral inicia en los establecimientos educativos mediante procesos propios que responden a los cuatro componentes que propone esta: promoción, prevención, atención y seguimiento
de los casos de acoso escolar. Lo anterior es un punto de partida para tomar lo que se está haciendo en cada contexto e identificar, de la mano con las entidades estatales competentes, lo propuesto por la ruta, aciertos y oportunidades de mejoramiento.

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