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Hugo Armando Márquez
Hugo Armando Márquez | Foto: El País

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¡Qué bonitos ojos tienes!

Hagamos el ejercicio y preguntemos a nuestros amigos cercanos o compañeros de trabajo si saben de alguien que esté queriendo llegar y que tenga las capacidades para representar.

28 de octubre de 2023 Por: Hugo Armando Márquez

Finalmente, llegó el fin de semana de elecciones regionales en nuestro amado país. El carnaval de la democracia Colombia 2023 -que en algunas campañas lleva un costoso año funcionando- tendrá su momento de esplendor y mayor ebullición cuando se elijan los mandatarios regionales y sus correspondientes corporaciones. Nos dejarán un profundo vacío en las calles, paredes, redes sociales, ventanas de carros, camisetas, cachuchas y cuanto espacio pudiera ser estampado o marcado. Vacío que seguramente se incrementará por la ausencia de ellos mismos porque (ganen o pierdan) será difícil que se vuelvan a dejar ver por nuestro colorido entorno en varios años.

¿Quién alzará a nuestros niños para tomarse fotos? ¿Quién nos invitará tamalito? ¿Quién bailará y aplaudirá al ritmo de papayera por el centro de nuestras calles? ¿Quién llenará nuestras manos con volantes?

Ese breve espacio en que ellos tampoco están, ese en el que somos el tarjetón, un esfero, la comodidad de un cubículo y nosotros, se convierte en el resumen de meses y meses de recepción de promesas, procesamiento de planes de gobierno y reflexión de debates. Claro, al final votamos por el que tenga cara de honesto, el que le está ayudando a mi primo o el que está en contra de Petro o de Uribe o el que menos peor nos cae.

En cada ciudad y municipio hay hombres y mujeres capaces, llenos de ganas de salir adelante y trabajar por ayudar a salir adelante a los demás. Y esos pareciera que no llegan a tocar nuestra puerta para decirnos que quieren que los apoyemos con nuestro voto. ¿Acaso también no debemos nosotros haber hecho la tarea y haber preguntado o buscado una buena opción? Hagamos el ejercicio y preguntemos a nuestros amigos cercanos o compañeros de trabajo si saben de alguien que esté queriendo llegar y que tenga las capacidades para representar.

Investigar o buscar un poco, seguro que no nos hará daño. 3, 5 o 10 minutos pueden hacer la diferencia. Es más o menos lo mismo que dura Reggaeton Champagne de Bellakath, un bello cántico, una oda, al apareamiento y a la entrega rápida y sin medida de la voluntad propia a cambio del disfrute de los placeres y promesas de goce, perreo, felación, encantos, atenciones y succión de voluptuosidades.

Que es -guardadas proporciones coitales- lo que muchos políticos cuestionados y vigentes hacen: obnubilarnos con unas palabras muy sencillas, destellos, distracciones y pícaras retribuciones instantáneas y demostración de ostentosidad para que caigamos rendidos. Y que una vez entretenidos con los fáciles y básicos recursos, entreguemos o vendemos la decisión.

Apostemos por aquellos y aquellas que indican un verdadero renacer y una posibilidad de trabajo juicioso. Que sean más y más mujeres en el poder, que sean más y más los jóvenes que lleguen a darle vida a las administraciones y corporaciones locales.

La precariedad nos puede llevar a aceptar declinar nuestro derecho a elegir. Pero un poco de razonamiento también nos ayuda a concluir fácilmente que nada se gana vendiendo mal nuestra voluntad.

A Bellakath no se le ve tan mal prometer lo que promete y cantar lo que canta porque lo suyo es entretener. A los candidatos malos sí, porque lo suyo es liderar y gobernar, no crear más cultura de engaño.

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