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No sé si los Juegos en París lograrán su cometido, el ‘reset’ total de nuestra vida. Veremos. Entretanto surgen polémicas y un gran escepticismo...

17 de mayo de 2024 Por: Liliane de Levy

“El planeta hierve”, “el estado del mundo espanta”, todo cambia y amenaza. ¿Cómo salvarnos? Gran parte de nuestras esperanzas brotan del evento magno de las Olimpiadas de Verano que este año se llevarán a cabo en París. Un gran encuentro de deportistas de elite, cuyos valores devuelven la fe en un futuro mejor. Aunque casi todos los Juegos Olímpicos anteriores llevaban su carga de angustias y violencias.

Desde las Olimpiadas en Berlín (1936), con Hitler imponiendo racismos y odios, hasta Múnich (1972), cuando masacraron a los atletas israelíes; Moscú (1980) boicoteados por Estados Unidos y Los Angeles (1984) boicoteados por la Unión Soviética. Y tantos otros. Ahora nos espera París que hace un gran esfuerzo para realizar unos Juegos rellenos de simbolismos y anunciadores de un mundo que obliga a pasar de una civilización a otra muy diferente.

Con otros modales, otro lenguaje, otros valores y obligaciones. No sé si los Juegos en París lograrán su cometido, el ‘reset’ total de nuestra vida. Veremos. Entretanto surgen polémicas y un gran escepticismo de los franceses que se reflejan en los medios. Recogí algunas inquietudes generalizadas sobre este proceso de cambio que vale la pena ventilar.

1. Seguridad: El terrorismo y la delincuencia en aumento por el mundo asusta al gobierno francés, que durante los Juegos optó por imponer un severo sistema de autorizaciones para la mayoría de los eventos o reuniones. Atentando -según la opinión - contra las libertades que los franceses disfrutan y no quieren perder.

2. ¿Quién tendrá el honor de encender la simbólica llama olímpica? Será un cantante de ‘Rap’ llamado Jul que vende millones de álbumes. Sin embargo, muchos franceses no lo consideran merecedor de tan grande honor.

3. ¿Quién cantará en la inauguración de los Juegos? Se escogió a la cantante Aya Namakura, una joven franco-maliense que habla un neo-francés que muchos no comprenden y no lo creen representativo de la canción francesa que hizo famosa Édith Piaf o Charles Aznavour. Aya Nakumara es para el canto francés, lo que la ortografía inclusiva es para los escritores franceses. Un desastre.

4. Estética: en nombre de la llamada ‘inclusión’ los franceses decidieron que dos ‘trans’ o ‘drag-queens’ (travestis) cargaran la antorcha olímpica en medio de reclamos de quienes recuerdan que dicho honor se atribuye por méritos deportivos y no sexuales.

5. Elegancia: París es y ha sido la capital de la elegancia. Chanel, St Laurent, Dior, etc., dictan la moda en todo el mundo. Sin embargo, los juegos del cambio y la emancipación promueven todo lo relacionado con vestimenta y decoración, inspirado por las ‘drags’, con maquillajes, peinados y ropa, exageradamente escandalosos. La discreción, recomendada como clave esencial de la elegancia parisina, pasó de moda.

6. Gastronomía: durante los Juegos los restaurantes franceses ofrecerán menús integralmente vegetarianos, con ‘falafel’, ensaladas de pastas y granos. No más ‘Chateaubriand’, ‘Filet mignion’ y ‘pot au feu’. El cambio exige la veganización de la refinada culinaria francesa.

Finalmente, los Juegos en París insisten en promover la laicidad y la diversidad nacional al eliminar de sus afiches toda religiosidad (borraron las cruces de los inválidos) y la bandera tricolor casi no se ve.

Un cambio (difícil) que toca digerir con obligado entusiasmo.

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