La victoria demócrata y el conservadurismo americano

Por mucho que reviso los resultados de las elecciones de mitaca en los Estados Unidos, no logro ver la debacle republicana ni el castigo a Donald Trump, a quien la imagen negativa no le ha afectado para ser candidato ni presidente. Su primer término lo ganó perdiendo en el voto popular y arrancó el gobierno con un desfavorable que se deterioró más con el tiempo. Su segunda candidatura fue apabullante, ganó en el voto popular y el colegio electoral, contra la candidata demócrata mediocre para reemplazar a Joe Biden, el más inepto de los presidentes que hayan ocupado la Casa Blanca en los últimos 75 años. Trump tuvo una imagen favorable que se evaporó al mes y medio de haberse juramentado.

En las recientes elecciones de mitaca se eligieron las gobernaciones de Virginia que estaba en manos de un republicano, New Jersey en poder de un demócrata, y la alcaldía de Nueva York en un demócrata moderado: en la ciudad más radical de Estados Unidos, ganó Zohran Mamdani, un demócrata radical de origen indio y confesión musulmana, contra Andrew Cuomo, actual gobernador del Estado de Nueva York y también demócrata.

Virginia ha sido un estado pendular, mientras New Jersey y Nueva York han sido sólidos bastiones demócratas. En 2017, Nueva York dejó claro su odio a Trump votando el 86 % por su oponente, Hillary Clinton.

No hay mucho mérito que los demócratas ganen donde ya son fuertes. Posiblemente, los márgenes con que triunfaron, comparados con las presidenciales, sean mucho más favorables, pero las agendas son diferentes y difícilmente se pueden interpretar como un referéndum sobre Trump y sus políticas.

Referéndum que sin duda sucederá en las elecciones de 2026 cuando se elegirán 33 posiciones del Senado y los votantes pueden estar más inclinados a expresar sus favoritismos en relación con el gobierno federal, porque entienden la importancia del Congreso para que las políticas presidenciales tengan o no respaldo.

Hay que evitar excesos de entusiasmo como los de Aaron Blake de CNN quien sentenció que “el voto anti-Trump es más fuerte que nunca, mientras el voto pro-Trump es débil como siempre”, cuando Trump acaba de ganarles la presidencia por moñona. Es más acertada la frase que resumió el éxito de Mamdani diciendo que “ganó a pesar de su radicalismo, no gracias a él”.

No hay que olvidar, además, que estas elecciones de mitaca se dieron en medio de la crisis por el cierre del gobierno y la inflación. Las encuestas en boca de urna sobre las motivaciones de los votantes ponían en primer lugar el empleo, la situación económica y los impuestos. Ni las deportaciones, ni Gaza, ni el hundimiento de las lanchas en el Caribe fueron inquietudes de primer orden. Al elegir a Mamdani, no están mandando ninguna señal contra la política americana con Palestina.

Tampoco creo que haya cambiado lo que realmente importa a los republicanos y conservadores norteamericanos y que será su deuda de gratitud histórica con Trump: haber transformado La Florida de Estado pendular a sólidamente republicano que aporta 30 votos electorales y haber cambiado la correlación de fuerzas en la Corte Suprema de equilibrada a mayoría conservadora cuando en su mandato murió la liberal Ruth Bader Ginsburg para ser reemplazada por la cristiana republicana Amy Coney Barrett, garantizando la interpretación conservadora de la Constitución que hoy tiene al presidente Trump con las manos libres en asuntos migratorios, suspensión de ayudas al exterior, intervención federal en asuntos estatales.

Los demócratas tuvieron un triunfo resonante en sus feudos seguros. Pero el legado conservador de Donald Trump está intacto.