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Jorge Humberto Cadavid Pbro

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El Relativismo y la crisis de la verdad

La sociedad actual necesita redescubrir su verdad más fundamental para poder superar la crisis que estamos viviendo desde hace años ya: la dignidad humana, el respeto absoluto por los derechos humanos de cada persona

7 de junio de 2023 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

En declaraciones al medio día del 5 de junio, el Canciller de Colombia, respondiendo al nuevo escándalo de dos de los miembros del gobierno, decía que la renuncia de Armando Benedetti ya estaba para el 23, pero ante lo sucedido y más a una persona drogadicta, que quién le iba a creer, se la adelantaron y la aceptaron.

Precisamente por esa respuesta del señor Canciller; el mes anterior en dos de mis columnas de Opinión, trayendo a cuento a tres personajes que tienen que ver con el ejercicio de liderazgo sobre los pueblos, hacía la reflexión sobre el talante de quien gobierna y de su preparación para ejercer la representación en nombre de quienes le confían sus decisiones para el bien de todos. Esas tres citas tocaban a la conciencia que debe tener sobre lo que es la verdad, el bien y la vida para poder servir a un pueblo en Democracia delegada, como es el actual ejercicio del poder.

Frente a lo que hemos visto en estos 10 meses del gobierno, pienso que estamos viviendo las consecuencias de una nueva cultura que ya lleva tiempo acomodándose en todos los estamentos de la sociedad y que está contaminando las mentes de nuestros hombres y nuestros líderes en todos los campos de la actividad humana. De ello el padre Joseph Ratzinger hace más de 60 años hablaba del relativismo de la verdad y actualizó su pensamiento en la misa anterior a la elección de pontífice, en la cual él saldría electo. En ella dijo: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja sólo como medida última al propio yo y sus apetencias”.

Las personas contaminadas en esta cultura -gobernantes, líderes, la juventud, etc.-, abandonan toda posibilidad de escucha del otro, no aceptan el diálogo como medio de acercamiento o entendimiento en la diversidad para alcanzar una verdad en común, que nos comprometa a todos, y nos desarrolle como sociedad, como personas y construya una verdadera convivencia social, una paz total. Lo que vemos es una dictadura, que quiere imponer a la fuerza por ostentar el poder, lo que se le ocurra, la dictadura del propio yo y de sus apetencias.

Es una sociedad que se rige por liderazgos con esta tendencia relativista, el poder, la economía, el disfrute y goce del placer siempre negado y ahora alcanzado, que domina a quienes han llegado a estas instancias de poder, de tal manera que esto acontece en perjuicio de los más débiles, de los que tienen menos recursos, lo que el papa Francisco llama “La sociedad del descarte”, que al final es la imposición de unos sobre otros, los que antes estaban abajo, ahora están arriba y como viven del relativismo cultural no hay tolerancia, sino que se impone el más fuerte, el que tiene el poder, destruyendo así la red de contención que ejerce el cumplimiento de los derechos universales, las verdades comunes.

La sociedad que no reconoce valores absolutos no está mirando la realidad, al otro; se está mirando en el espejo que tiene frente a sí misma y no reconoce sino sus propios intereses. Abusa de la ética y su comportamiento, si no es inmoral carece de moralidad, la ética universal se fija primero en el otro y en sus necesidades y en ello lucha por la justicia y reforma la cultura para alcanzarla.

La sociedad actual necesita redescubrir su verdad más fundamental para poder superar la crisis que estamos viviendo desde hace años ya: la dignidad humana, el respeto absoluto por los derechos humanos de cada persona, que es única e irrepetible y merece todo el respeto. Sin esta base, unos instrumentalizarán a otros para sus propios fines, y los seres humanos serán usados en lugar de respetados.

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