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Diego Guauque y su esposa Alejandra Rodríguez.
Diego Guauque y su esposa Alejandra Rodríguez. | Foto: Random Penguin House

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El diario de la esperanza: la historia de cómo Diego Guauque y su familia vencieron el cáncer

El periodista Diego Guauque y su esposa, la también reportera Alejandra Rodríguez, acaban de lanzar ‘El amor contra el cáncer’, el libro que narra el día a día de él como paciente oncológico y ella como su cuidadora. ¿Cuáles deben ser las prioridades de la vida?

10 de marzo de 2024 Por: Redacción El País

Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes

Diego Guauque ama el fútbol. En su casa tiene una bata azul “tono Millonarios” y durante el año en el que luchó contra el cáncer, un sarcoma agresivo ubicado en un sitio tan profundo y de difícil acceso que lo llaman ‘el sótano del cuerpo’, los partidos de su equipo lo hacían olvidarse, durante 90 minutos, de la enfermedad.

El fútbol era mi escapatoria.

El domingo 11 de febrero de 2023, Diego lanzó un grito en su casa que alertó a su esposa, Alejandra Rodríguez, y a su hija Gaby: “¡Nooooooo!” Ellas supusieron, asustadas, que la queja se debía a algún dolor causado por la quimioterapia.

Aquel domingo jugaban Tolima y Millonarios, en Ibagué. Diego, desde la mañana, estaba contento: ver el partido sería su plan para pasar la tarde, pensó; su día diferente. Cuando se enfrenta el cáncer, los días son tediosos. Lo que recomiendan los médicos es no salir de la casa, pues las defensas permanecen bajas. La brisa más leve puede traer una gripa.

Diego Guauque, Gabriela, Alejandra y Marrón, el perro de la familia, que murió de cáncer un año antes del diagnóstico del periodista.
Diego Guauque, Gabriela, Alejandra y Marrón, el perro de la familia, que murió de cáncer un año antes del diagnóstico del periodista. | Foto: Laura Morales / Penguin Random house

Diego se programó ese domingo para estar frente al televisor comiendo crispetas mientras jugaba Millonarios. Su sueño de juventud había sido ser periodista deportivo. Era una manera de estar lo más cerca posible de su pasión futbolera.

Yo era tronco. En el colegio nunca alcanzaba a ser del equipo A del salón, sino del B, pero el fútbol me encantó. En el bachillerato tenía un montón de libros de fútbol, sacaba mis agendas y anotaba estadísticas, alineaciones, leía sin falta las columnas de Jorge Barraza y las coleccionaba, así que mis primeros acercamientos literarios los tengo porque mi papá nos leía historias de aventuras, de Julio Verne, y después porque busqué la literatura sobre fútbol.

El sueño de ser periodista deportivo lo cumplió brevemente. Durante cuatro años, Diego trabajó en la sección de deportes del noticiero NTC, hoy Noticias Uno. Entre los periodistas de la redacción se repetía un chiste: a Deportes la llamaban ‘De Torpes’. Hasta que el noticiero se redujo y Diego se quedó sin trabajo.

Diego Guauque y su esposa Alejandra Rodríguez han logrado superar difíciles momentos como pareja, uno de ellos, el cáncer.
Diego Guauque y su esposa Alejandra Rodríguez han logrado superar difíciles momentos como pareja, uno de ellos, el cáncer. | Foto: Tomada de Instagram @diego_reportero

En ese momento pasó al noticiero del mediodía de RCN TV. Su jefe, Camilo Chaparro, le dijo: “no necesito gente en deportes. Necesito a alguien que me ayude a contar historias. Usted las cuenta en deportes, ahora quiero que las haga en Bogotá”.

Diego cubrió la Alcaldía, el Concejo, las tragedias del día a día de la capital. Respondía por los directos, abría el noticiero. Como la competencia con Caracol era feroz, debía ser muy creativo para garantizar el rating. Diego Guauque fue el creador de una de las secciones más seguidas por los colombianos: los útiles inútiles.

Siempre he estado al servicio del ciudadano, al servicio de la tía Rosita, como decimos en Séptimo Día.

Cuando comenzó el proyecto de Séptimo Día, su director, Manuel Teodoro, llamó a Diego quien, en la época, 2008, era de los pocos periodistas que contaban historias en televisión. En el noticiero era un privilegiado: hacía notas de cuatro minutos. En Séptimo Día, sin embargo, pasó a hacer crónicas de una hora. Diego ya completa 16 años en el programa, donde lo más difícil siguen siendo los consejos de redacción: vender una historia.

El periodista dedicó un emotivo mensaje en su Instagram.
Diego Guauque siempre contó con el apoyo de su esposa en la lucha contra el cáncer. | Foto: Tomada de Instagram @diego_reportero

Mientras comía crispetas y veía la previa del partido entre Tolima y Millonarios aquel domingo, Diego vio una escena extraña: un aficionado ingresó a la cancha y agredió a Daniel Cataño, jugador de Millos, quien había pasado por el Tolima y, en una final contra Nacional, desperdició un penal. Tras la agresión, el árbitro del partido, Wilmar Roldán, suspendió el juego.

Por eso Diego, en su casa, lanzó ese grito que asustó a su esposa y a su hija. Esta vez no iba a ser posible abstraerse del cáncer, así fuera durante 90 minutos.

La anécdota la narra en un libro que se acaba de lanzar: ‘El amor contra el cáncer’. El día a día de un paciente oncológico – Diego – y el de su cuidadora, su esposa y también periodista, Alejandra Rodríguez Camacho; el diario de la esperanza.

Diego y sus hermanos son hinchas de Millonarios. Su papá, de Santa Fe. El fútbol fue remedio en su lucha.
Diego y sus hermanos son hinchas de Millonarios. Su papá, de Santa Fe. El fútbol fue remedio en su lucha. | Foto: Cortesía Diego Guaque

El libro deja una lección: el cáncer le puede pasar a cualquier persona y en los mejores momentos. En tu caso, en unas vacaciones en Argentina.

Este es un libro aleccionador. Va dejando, página a página, medio escondidas en el relato, las lecciones. Una de las maneras para salir adelante es saber capturar esos aprendizajes. Y la primera lección que me dejó el cáncer a mí en enero de 2023, que es cuando me dan las dos fatales noticias – tengo cáncer y después que la cirugía que pretendía sacarme el tumor no resultó– es que la salud debe ser la prioridad de la vida.

Sin salud no podemos ser ni el mejor periodista, ni el mejor conductor de taxi, ni el mejor médico, ni el mejor empelado bancario. Y te lo digo yo, que no era descuidado con mi salud, pero no era mi prioridad. Cuando somos reporteros, y somos jóvenes, la prioridad es contar lo mejor posible la historia que estamos haciendo.

Es común escuchar en las salas de redacción conversaciones como: “¿Oye, Santiago, almorzaste? No hermano, almorcé un Chocoramo y ya porque tengo una entrevista al mediodía. ¿Dormiste bien anoche? No hermano, me quedé escribiendo hasta las 4:00 de la mañana. ¿Y el ejercicio? No, cada vez estoy más barrigón”.

Eso se vuelve normal y se vuelve hasta jocoso en un trabajo como el nuestro. Pero hay que cuidar la salud, hacer valer las citas al médico. El cuerpo llama, siempre está diciendo alguna cosa. Si yo no lo hubiera parado bolas a mi dolor, que era como un tambor en el estómago, ese cáncer se me crece y quién sabe cómo hubiera sido cuando me lo descubrieran.

En tu caso fue un dolor muy fuerte lo que te alertó…

Así es, y lo agradezco. Porque si hubiera sido un dolor manejable, admito que de pronto no le paro bolas, y continúo trabajando. Porque a pesar de que estaba en vacaciones, cuando regreso a Bogotá de Argentina, mi cabeza ya estaba pensando en Séptimo Día: ‘tengo que hacer la nota del programa, soy el periodista que tiene la primera nota del año’, pensaba. Incluso cuando estaba en la clínica, pensaba en la nota. Hasta que hubo un momento en que la vida me dio un cachetadón y me dice hermano, ¿cuál Séptimo Día? Tienes un cáncer, concéntrate en su salud, dele prioridades a su vida.

Las empresas, si uno se llega a enfermar, contratan un reemplazo. Tu vida, en cambio, se pone en pausa. Y la de tu familia. Al otro día de mi enfermedad había 80 hojas de vida para reemplazarme en el programa, pero en mi familia no había 80 hojas de vida para reemplazarme como hijo, papá, esposo. El cáncer me enseñó que tenemos dos grandes tesoros: la salud y la familia.

 Diego Guauque Periodista de Séptimo día
Diego Guauque Periodista de Séptimo día | Foto: guillermo torres-semana

A veces nos la pasamos aplazando los sueños. ¿Qué te enseñó el cáncer en ese sentido?

Esa es otra de las lecciones que uno va descubriendo en el libro: entender que la vida es finita; la vida se acaba. Uno cree que la vida se empieza a deteriorar al final, como que al relojito se le da cuerda y esa cuerda empieza a fallar a los 80 años, y no. La cuerda se puede parar en cualquier momento. Cuando uno tiene claro que ese reloj puede fallar en cualquier momento, dice: ¿qué estoy haciendo con mi día a día? Hay que disfrutar el día a día, y no solo para cumplir los sueños que uno aplaza y le saca excusas, como ir a Europa, escribir un libro, comprar una casa, sino asuntos en otra dimensión: ¿estoy hablando lo suficiente con mis hermanos?; llevo dos años peleando con mi papá y no me he vuelto a hablar con él.

O nos saludamos por Facebook, por Instagram, por WhatsApp, con los amigos, que cuándo nos vemos, y nunca pasa. Lo aplazamos. Hay que vivir el día a día porque la vida es finita, y eso hay que aterrizarlo. De las cosas más bonitas que me pasaban mientras estaba en mi casa incapacitado fue poderme reencontrar de forma presencial con amigos de la universidad. Eso es una maravilla, descubrir que los problemas ya no son las pendejadas que nos pasaban hace 20 años, como no tener plata para el bus o no alcanzar a leer las fotocopias. Ahora hablamos de separaciones, custodia de hijos o luchas contra el cáncer. Verme con mis amigos en esta etapa era algo que le agradecí a Dios, decía uy, tuve un día diferente, los vi distintos, se les notan las arruguitas, está con canitas, barrigoncito, todo eso lo valoré y lo guardé en el cajón de las cosas bonitas que me iba dejando el cáncer. Pero hay que vivir el día a día, porque la vida es finita. Si uno lo pone en práctica, vive mejor.

Cuando nos pasan cosas malas nos preguntamos: ¿por qué a mí? Cómo resolviste ese interrogante.

La respuesta la encontré hace poco, en una entrevista en La W. Yo creo que la clave de todo es pasar rápido del por qué a mí, al para qué a mí. Y creo que a punta de entrevistas, y del libro, he encontrado mi para qué. Me lo dijo una colega: “tu para qué está muy fácil de descifrarlo. Es como si Dios o la vida hubiera dicho: necesito un man que se las da de contar buenas historias, lo voy a poner a sufrir un añito, para que él le pueda contar a la gente, en carne propia, en su propia piel, la historia de la enfermedad a la que más le teme la humanidad, el cáncer. Voy a ponerlo a sufrir a él para que empiece a contar, a replicar, a hacer eco de cómo afrontar esta enfermedad”.

Y yo creo que ese es mi para qué: replicar que sí se pude luchar contra el cáncer, que no es sinónimo de muerte, y hacer eco de un sentimiento muy bonito que se llama esperanza. Los periodistas siempre hablamos de tragedias, pero es necesario empezar a brindar esperanza.

En ‘El amor contra el cáncer’, Diego Guauque  entrega un testimonio desgarrador y honesto  junto a su esposa, Alejandra Rodríguez,  su fiel cuidadora.
En ‘El amor contra el cáncer’, Diego Guauque entrega un testimonio desgarrador y honesto junto a su esposa, Alejandra Rodríguez, su fiel cuidadora. | Foto: Penguin Random House

Hay una experiencia sobrenatural que pasó en la clínica: una voz le dijo a tu esposa: “él se va a sanar, pero no reces con angustia”. ¿Qué papel juega la fe para vencer el cáncer?

Creo que la fe es muy importante. El cerebro de una persona que tiene fe, que tiene esperanza, se comporta de una manera diferente. No lo digo solo porque lo viví, sino porque me lo repetían mis médicos. Era algo en lo que me insistían: ‘Diego, tenga fe, tenga esperanza’. Ellos me decían que como oncólogos podrían más o menos saber quién sale adelante y quién no, basándose en su actitud. El tema mental y de la fe es bien poderoso. No hay un estudio científico que diga: el optimista se recupera en un 95%, pero esa es una de las lecciones que me dejó el cáncer. Entre ver el vaso medio lleno o medio vacío, yo siempre lo veía medio vacío porque soy periodista, soy escéptico. Pero si uno lo empieza a ver con esperanza, eso pesa. El cáncer se saborea, se frota las manos, cuando encuentra a un paciente que cae en la depresión. Yo no se lo hice tan fácil. Había momentos difíciles, pero trataba de levantar mis puños y dar la pelea con actitud y decirle: te estoy arrancando lecciones de vida. Así se la ponía más difícil para que me consumiera.

En ‘El amor contra el cáncer’, Diego Guauque  entrega un testimonio desgarrador y honesto  junto a su esposa, Alejandra Rodríguez,  su fiel cuidadora.
En ‘El amor contra el cáncer’, Diego Guauque entrega un testimonio desgarrador y honesto junto a su esposa, Alejandra Rodríguez, su fiel cuidadora. | Foto: Penguin Random House

En el libro cuentas ese momento previo a una cirugía riesgosa, el temor a la muerte que se siente. ¿Cómo manejar el miedo?

Evidentemente entrar a una operación es un momento de máxima tensión. Te voy a decir lo que hacía: primero, me trataba de calmar. La calma consistía en decirme que, si me iban a operar, es porque había una salida, la cirugía. Además, confiaba en los médicos. Estaba en buenas manos. Ellos no estaban improvisando. Hay que creer en los médicos colombianos. Y tercero, me aferraba a Dios. Pese a que no me dejaban entrar mi escapulario al quirófano, me dormía rezando y diciéndole a Dios ‘permíteme seguir viviendo’. Y me funcionaba para estar tranquilo. Mucha gente dice que no se quiere hacer una cirugía por miedo, y yo les digo miren, a mí me hicieron dos grandes cirugías, la primera no funcionó, pero pese a eso no le torcí la boca al médico ni dejé de confiar. En la segunda cirugía funcionó. En una ocasión le pregunté a mi oncólogo: ¿por qué me salvé? Y me dijo varias cosas. Una de ellas es que mi caso era muy difícil de sacar adelante, porque era un sarcoma en el retroperitoneal, que es muy poco frecuente, y por lo tanto no hay la literatura científica que hay en otros tipos de cáncer. Casi que lo mío fue un experimento. Y me dijo también que yo no fui un paciente fastidioso. Creí en los médicos y siempre seguí las indicciones, y eso ayuda mucho.

Este diario es el primer libro de Diego Guauque y su esposa, Alejandra Rodríguez.
Este diario es el primer libro de Diego Guauque y su esposa, Alejandra Rodríguez. | Foto: Penguin Random House

¿Qué tanto ayudan los mensajes de WhatsApp e Instagram de tus televidentes?

A mí me sirvieron bastante. Hubo un momento en el que me senté con mi hija, Gaby, y con mi esposa, Aleja, para definir si hacía público lo que me estaba pasando. Como iba a estar ausente en el programa, dije que tocaba contarlo. Y fue una de las mejores decisiones, hacerlo público. Porque ahí encontré mi propósito, mi para qué, y encontré el cobijo de muchísimas personas. Eran tantos los mensajes bonitos, que no podía contestarle a todo el mundo. Pero leerlos eran como una vitamina para mí, como la espinaca de Popeye. Esos mensajes me subían el ánimo, y no solo a mí, sino a mi familia. Esos mensajes también le llegaban al corazón y se sentían orgullosos.

Siempre se ha dicho que escribir cura. El libro fue escrito en la clínica. ¿Qué tanto ayudó en este proceso?

Sobre todo, lo que me ponía contento era volver a trabajar con mi esposa. Estábamos sincronizados, ella en su computador, yo en el mío. Éramos como nuestros propios editores y correctores. Cuando le revisaba a ella, quedaba tan contento con su relato… a veces se me salían las lágrimas porque ella contaba episodios que yo no sabía que habían sucedido, como cuando ella recogía el cabello que se me iba cayendo. Ella lo hacía cuando yo iba al baño, para que no me diera cuenta. Con el libro nos proyectamos para cuando saliera, cuando estuviéramos en las ferias hablando con la gente, y esa proyección a largo plazo fue otra motivación para seguir luchando. Mi parte está escrita con el hígado y la de Aleja, con el corazón.

El libro ya se encuentra en todas las librerías del país.
El libro ya se encuentra en todas las librerías del país. | Foto: El País

¿Qué tanto ha cambiado el Diego Guauque de antes del cáncer, al de hoy?

Es un Diego que da entrevistas y no un Diego entrevistador. Yo nunca me lo imaginé. Un Diego que ahora escribe mejor, gracias al libro. Y en el fondo es un Diego que tiene la capacidad de determinar cuáles son las prioridades en su vida. La salud debe ser la prioridad, y mi familia. Ahora que volví a mi trabajo, el médico me dijo: usted andaba en tercera, cuarta y quinta, yo le recomiendo que ande en primera o segunda mientras miramos cómo reacciona el cuerpo. Así lo estoy haciendo. Me estoy demorando un poquito más que los otros reporteros, la gente me pregunta cuándo vuelvo al programa, ya tengo un especial, sobre lo que les está pasando a los turistas en Colombia, desde Medellín y Cartagena, que sale el 14 y el 21 de marzo. Pero sí voy más despacio que compañeros como Laura Hincapié, que va como un volador. Yo voy a ir más despacio, cuidando mi salud.

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