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Humberto González Narváez, un político que honró la palabra

El dos veces gobernador del Valle Humberto González Narváez, quien murió el viernes, es recordado como serio, sagaz y conciliador.

17 de abril de 2016 Por: Judith Gómez Colley | Editora de Poder

El dos veces gobernador del Valle Humberto González Narváez, quien murió el viernes, es recordado como serio, sagaz y conciliador.

Todos los que lo conocieron, incluidos los que hicieron política en orillas diferentes a la de él, lo definen como un hombre que honraba los compromisos.

Es que la  palabra con la que sellaba los pactos políticos era  para Humberto González Narváez, el  dirigente conservador que murió la noche del viernes, sagrada y había que respetarla.

Y fue eso lo que le hizo ganarse el respeto  de la dirigencia no solo dentro del Partido Conservador, en el que militó desde joven, sino de la clase política local y regional.

El exgobernador del Valle Ubéimar Delgado, quien tuvo la oportunidad de hacer política a su lado y era uno de sus amigos cercanos, lo describe como un hombre serio, inteligente, generoso  y que respetaba los compromisos por encima de todo.  

González Narváez,  junto con el fallecido exministro Rodrigo Lloreda Caicedo y el también exministro Carlos Holguín Sardi, fueron protagonistas de las más importantes páginas de la política vallecaucana durante la época del bipartidismo y  después, y donde el respeto del uno por el otro, aunque fueran rivales, imperaba.   Era partidario  de hacer rivalidad con elegancia.

Humberto González Narváez, quien nació en 1929  en el corregimiento de El Guayabo, municipio de Bugalagrande, comenzó a hacer proselitismo político  a inicios de la década de los 60  y desde entonces su lema fue: “La política es el arte de servir” y por eso se dedicó a trabajar por el departamento y colaborar con los que lo necesitaban.  

Fue concejal de su natal Bugalagrande, población a la que siempre quiso ver como un municipio destacado y pujante,  pero curiosamente nunca fue  su alcalde. Ocupó curul en el Concejo de Cali,  diputado, representante a la Cámara y Senador, actividad que intercaló con otros cargos durante más de  30 años, entre ellos el de Gobernador del Valle del Cauca en dos ocasiones ( 1964 - 1966) y (1981 -1982) y embajador en Argentina dos veces.    

También fue  ministro de Comunicaciones en al año de 1970 durante el gobierno de Misael Pastrana.

De esa época sus amigos recuerdan una anécdota. Él tenía previsto un viaje a Madrid y antes de partir, debido a que había crisis de gabinete, le consultó al Presidente sobre si se iba o no, y este le dio parte de tranquilidad, pero estando allá recibió el mensaje de su salida del Gobierno, pero que terminara sus actividades a lo que contestó: “Ni tanto honor, ni tanta indignidad, me regreso en el primer bus que pase”. Y también contaba que cuando recibió la noticia  estaba en el Valle de los Caídos, y por eso decía que él “era uno de los caídos”. 

Su huella en el Valle

Humberto González Narváez se convirtió  en uno de los dirigentes políticos  más influyentes del Valle del Cauca de  la segunda mitad del siglo pasado y hasta meses antes de su muerte era consultado por muchos líderes políticos de la región, que buscaban en él  un consejo oportuno.  “Por su sabiduría le decíamos el maestro”, dice el exgobernador Delgado, quien confiesa que durante su gestión lo buscó muchas veces para consultarle temas financieros en los que era experto.

Como gobernador, recuerda el periodista  Fanor Luna, quien trabajó con González Narváez durante sus dos mandatos, fue el primero   en visitar los lugares más recónditos de Buenaventura. “Hizo un viaje de tres días en el que se movilizó por lanchas por el río Yurumanguí y también estuvo en Puerto Merizalde”.

El Valle del Cauca le debe obras  transversales en el departamento como la vía a La Victoria, La Unión, Riofrío, Zarzal, Roldanillo. Además, en cada uno de los 42 municipios del departamento procuró dejar una obra durante sus dos mandatos.  

Por sus costumbres muchos lo describen como un vallecaucano raizal. “Le encantaba la comida típica del Valle del Cauca e hizo que el pollo en su  jugo de Hilda Cuero, en Rozo, se hiciera célebre. Desde que él fue por primera vez a ese lugar, sus sucesores siguieron haciéndolo”, recuerda Luna.

El abogado González Narváez en una muestra de esa vallecaucanidad que lo caracterizaba decidió hablar  del departamento como  ‘El país vallecaucano’, pues consideraba que esta región privilegiada con un puerto y dos cordilleras podía ser  independiente, otro país. Un sueño que trató de impulsar, pero no lo logró.

“El Valle del Cauca nunca tuvo un gobernador más culto y humanista que Humberto González Narváez. Hizo un camino que quedó lleno, a lado y lado, de gente agradecida a quien ayudó sin contraprestación”, asegura el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, uno de sus pocos amigos y a quien le dijo que cuando muriera no quería velación sino que lo cremaran y lanzaran sus cenizas al río Bugalagrande, lo que se hará el lunes  a las 4:00 p.m.

Como político, el periodista tulueño Marcos Montalvo, recuerda que era gran orador,  muy sagaz y que tenía un cálculo electoral impresionante, siempre acertaba  sobre  los resultados electorales.

 “Dicen los políticos que era un zorro, que se sabía todos los trucos y los aplicó al dedillo durante sus periodos como gobernador”, agrega  Luna.

 El exalcalde de Cali Carlos Holmes Trujillo, cuyo padre fue uno de los rivales políticos de González Narváez,  lo  calificó como un gran vallecaucano que le prestó un extraordinario servicio al departamento, estudioso y preparado. “Recuerdo siempre que mi padre solo tuvo palabras de elogio, respeto y admiración”.

Cuando  en época electoral su partido se fraccionaba  solía llamar ese hecho “la división creadora”, porque, según él, eso daba mejores resultados políticos. Y muchas veces, en aras de la unidad de su partido al conformar listas a corporaciones públicas, pese a  tener  mayoría, cedía el primer puesto.

Solitario

A pesar de siempre haber estado rodeado de mucha gente. Humberto González Narváez fue  un hombre de pocos amigos. “Era más bien solitario”, dicen cercanos.

Ubéimar Delgado cuenta que uno de sus defectos era que era una persona muy cerrada, de difícil acceso, no era fácil llegar a él.

Y para el periodista Luna, el fallecido exgobernador fue una persona como llaman hoy psicorrígida, pero aclara que eso era por lo serio y correcto como persona y como político.  

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