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Extorsiones, el otro drama que azota a los habitantes de Buenaventura

Además de asesinatos, cuerpos desmembrados y desplazamientos, en el Puerto hoy cobran ‘vacunas’ hasta por tener una casa de dos pisos.

26 de noviembre de 2012 Por: Redacción de El País Buenaventura

Además de asesinatos, cuerpos desmembrados y desplazamientos, en el Puerto hoy cobran ‘vacunas’ hasta por tener una casa de dos pisos.

Cincuenta mil pesos. Eso puede costar hoy la vida en Buenaventura. Muchos habitantes de los barrios más afectados por la disputa entre bandas delincuenciales deben pagar esa suma cada mes si no quieren terminar como muchos, con disparos en todo el cuerpo, tirados en el suelo como costales. Si el ciudadano vive en una casa de dos pisos, la ‘vacuna’ se incrementa a ochenta mil pesos. Por estos días en el Puerto, un carro, un equipo, una casa de cemento, resultan ser un exceso, una extravagancia que convierte a las personas en blanco de los delincuentes.En las últimas semanas el país ya ha escuchado varias veces el nombre de este pueblo. Lo ha visto en noticieros y periódicos que hablan de asesinatos, desmembramientos, amenazas, atentados, desplazamientos. Solo que la desgracia no termina allí. Hoy las extorsiones son otro drama que tiene al Puerto sumergido en el miedo.En barrios como el Eucarístico, Gamboa, Seis de Enero, Inmaculada, Santa Cruz, La Carmelita, Juan XXIII, Camilo Torres, Colón, Viento Libre, Unión de Vivienda, Lleras, San Francisco y Independencia los comerciantes se declaran casi secuestrados por hombres armados que todos los días, a cualquier hora, irrumpen en sus negocios y les exigen, a las malas, pagar un dinero que ni siquiera tienen. Las principales víctimas son los tenderos. De acuerdo con ciudadanos, las cuotas varían según la capacidad de cada negocio: desde $50.000 hasta $1 millón.Las autoridades explican que la extorsión no es nueva en Buenaventura, pero reconocen que en las últimas semanas el delito se ha hecho visible debido a la llegada de miembros de ‘Los Urabeños’, quienes le declararon la guerra a la ‘La Empresa’, banda que desde hace años delinquía en el municipio.La hipótesis de la Policía es que el grupo criminal del Urabá antioqueño se tomó Buenaventura por petición de algunos mineros del corregimiento de Zaragoza, quienes les pidieron su apoyo porque estaban cansados de ser extorsionados por ‘La Empresa’. Entonces, ‘Los Urabeños’ habrían llegado al Puerto para castigar a todos los ‘vacunadores’. La teoría tomó fuerza hace quince días, cuando se conocieron unos panfletos firmados por las ‘Águilas Negras’, otro de los nombres que utilizan ‘Los Urabeños’, en los que se sentencia a muerte a los delincuentes que cobren cuotas a los tenderos, pero también a los comerciantes que acepten pagar ese recaudo ilegal. La amenaza se ha cumplido. Desde el 6 de octubre, cuando se desató la guerra entre las dos bandas con el asesinato de uno de los jefes de ‘La Empresa’, dos tenderos han sido asesinados. Sin embargo, las autoridades se debaten entre dos posibilidades: si fueron víctimas de ‘La Empresa’, por no pagar la extorsión, o de ‘Los Urabeños’, por aceptar pagar. Es decir, los propietarios de los negocios parecen no tener opción: son perseguidos por pagar y por no pagar.Hace poco ocurrió un caso. El dueño de una tienda tuvo que salir y dejó encargado a un familiar. Justo ese día llegaron unos sujetos a cobrar la ‘vacuna’. Aunque el joven que en ese momento estaba al frente del negocio les explicó que no sabía nada de eso, que solo estaba de paso, que no era el dueño; los tipos le pegaron un tiro en la cabeza. A los pocos días el dueño de ese negocio recogió sus pertenencias y huyó del barrio. Como él, muchos otros se han ido. En el barrio San Francisco, por ejemplo, una madre de familia contó que tuvo que retirar a su hija del colegio porque su esposo tenía un negocio y todos los días lo amenazaban. La mujer prefería que su hija estuviera todo el tiempo en la casa y así no corriera el riesgo de ser atacada por los delincuentes que ya en varias ocasiones le habían advertido que atentarían contra ella si no les cumplían con las cuotas. Otro habitante del sector Seis de Enero confirmó la crítica situación que enfrentan sus vecinos. “Mi hermano tiene una tiendita pequeña y cada semana se tiene que bajar de ochenta mil pesos. Si no los tiene se ve obligado a entregarles aguardiente y atunes”.En esta zona, el poder de los hombres armados ha llegado a tal punto que hasta hace poco los motoristas de colectivos que pasaban por allí, en su ruta de servicio público, tenían que pagar entre $1.000 y $5.000. Pero los tenderos no son los únicos perseguidos. Lo mismo sucede con los vendedores de minutos, los ‘motoratones’, los comerciantes de la galería.‘Peajes’ en las callesLos habitantes tampoco se salvan del acecho de los extorsionistas. Además de exigir cuotas mensuales, los delincuentes estarían aplicando una nueva forma de cobro: un peaje para ingresar a los barrios.La denuncia la hizo el pasado 16 de noviembre el defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora, cuando visitó algunos barrios del municipio. El funcionario contó que las personas tenían que pagar cada vez que salían o entraban a los barrios o, de lo contrario, les prohibían el ingreso a su propia casa. Aunque algunos pobladores han confirmado estos rumores, la Personería Municipal ha señalado que hasta el momento no ha recibido ninguna denuncia formal frente a este tipo de extorsión. “A la gente le da miedo denunciar, esto es una situación muy preocupante que nos causa mucha tristeza”, declaró Álvaro Martán, personero de Buenaventura. Por su parte, el alcalde Bartolo Valencia Ramos sostuvo que los autores de las amenazas “son personas desadaptadas que quieren desestabilizar a Buenaventura y generar miedo entre la comunidad”.Por esa razón, las autoridades insisten en que la mejor forma de combatir la extorsión es la denuncia. “La gente tiene que atreverse a hablar y a contarnos lo que está pasando para nosotros poder actuar”, manifestó el coronel Óscar Góméz, comandante de la Policía de Buenaventura. Sin embargo, algunos que se han atrevido a denunciar han terminado con un disparo en la cabeza. Entonces, por estos días, la única respuesta de la población es el silencio.

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