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En la Navidad, una misma plegaria

En la caseta comunal del corregimiento de Palmaseca, donde ahora se refugian doce de las familias afectadas por la creciente del río Frayle, este viernes el Niño Dios se apareció vestido de mujer: blusa fucsia, pelo recogido, mejillas rosadas, sandalias.

25 de diciembre de 2010 Por: Elapsi.com.co

En la caseta comunal del corregimiento de Palmaseca, donde ahora se refugian doce de las familias afectadas por la creciente del río Frayle, este viernes el Niño Dios se apareció vestido de mujer: blusa fucsia, pelo recogido, mejillas rosadas, sandalias.

En la caseta comunal del corregimiento de Palmaseca, donde ahora se refugian doce de las familias afectadas por la creciente del río Frayle, este viernes el Niño Dios se apareció vestido de mujer: blusa fucsia, pelo recogido, mejillas rosadas, sandalias.La mujer se llama Gloria Amparo Carvajal. Ella y su esposo se trasladaron desde Palmira (a 20 minutos) para compartir con los ancianos, padres, niños allí alojados, parte de su cena. Entonces repartieron entre ellos buñuelos, natilla, pan, dulces, gaseosa, que fueron sirviendo de mano en mano. También llevaron ropa. Y con todo eso, alegrías, risas, que no estaban presupuestadas para esa noche.Suldery Ospina, alojada allí con su esposo y cuatro hijos, miraba todo con ojos grandes como platos. La mujer, una campesina que hace años había salido corriendo de Antioquia para huirle a la violencia y que ahora tuvo que emprender carrera para no dejarse atrapar por las garras largas del río, está penosamente acostumbrada a que le quiten todo. Y quizás, por eso, la mirada de sorpresa. En el albergue, tan grande como una cancha de voleybol, viven once niños. A ellos, Hernando Sánchez y Moisés Rueda, habitantes del barrio El Prado de Palmira, también les llevaron regalos. Carros, muñecas, pelotas de hule que, de pronto, rebotando de un lado a otro, parecían hacerlos inmunes a la tristeza.“La misericordia de Dios se manifiesta de muchas maneras”, dijo Amelia González, antes de irse a misa a Palmira. Ella, antes de todo este invierno, de todo este drama, vivía en una hacienda del corregimiento La Dolores bautizada con un nombre que todos los días, a la hora de elevar plegarias al cielo, es evocado sin falta por los damnificados: La María.El albergue está a un costado de la vía principal, en dirección al corregimiento de Rozo. Tiene paredes amarillas y piso de baldosines rojos. Al fondo están dispuestas cocinetas para preparar los alimentos que les son llevados por la Cruz Roja y gente que de tanto en tanto se detiene a dejarles víveres. Pero el viernes, como si en verdad esta fuera una época milagrosa, de bendiciones multiplicadas, en sus bolsillos había suficiente para comprar algo para todos. $48.000 sumaron en una colecta organizada a las diez de la noche. Con eso compraron cuatro pollos en un asadero contiguo que fueron servidos a las doce en una cena de navidad donde uno a uno, después de agradecer por la ayuda de la gente, los regalos inesperados, le pidieron lo mismo al Niño Dios verdadero: que no llueva más.

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