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45 familias wounaan de Buenaventura serán reparadas por el Gobierno

Se trata de 392 indígenas que permanecen en el puerto de Buenaventura tras llegar desplazadas del río San Juan, en límites del Valle con el departamento de Chocó.

24 de junio de 2015 Por: Redacción de El País Buenaventura

Se trata de 392 indígenas que permanecen en el puerto de Buenaventura tras llegar desplazadas del río San Juan, en límites del Valle con el departamento de Chocó.

[[nid:434686;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/06/home_57.jpg;full;{En el resguardo indígena de Puerto Pizario, a orillas del río San Juan, en límites entre el Valle y el Chocó, se realiza desde hace diez años un encuentro de saberes ancestrales que busca preservar las costumbres de los wounaan nonam.Fotos: Jorge Orozco | El País}]]

45 familias desplazadas de los cabildos indígenas Chachajo, Camapuro y Unión de Agua Clara, todas pertenecientes a la comunidad wounaan, serán beneficiadas con ayudas de la Unidad de Víctimas. 

Las contribuciones son kits de albergues, kit de emergencias, alimentos, aseo y elementos deportivos que serán entregados a las comunidades indígenas en situación de desplazamiento que están en el puerto de Buenaventura desde finales del año pasado.

La Unidad de Víctimas le hará la entrega de estas ayudas en cuatro puntos de Buenaventura, pensando en la comodidad de muchas de las familias que permenecen el coliseo El Cristal, albergue que ocupan desde noviembre de 2014.

Aunque se adelantan trabajos con las entidades que hacen parte del comité de retorno de esta población, todavía no se ha logrado realizar el proceso de regresos a sus territorios. 

En total son 392 personas que permanecen en el Puerto, lugar donde llegaron provenientes del sector del río San Juan, en límites con el departamento de Chocó.

Estas personas llegaron desplazadas entre septiembre y diciembre del año pasado en un primer desplazamiento de 830 wounaan, ante el temor que les generó el fuego cruzado y las amenazas de fusil.  

Otros huyen a Bogotá y a Cali. En los últimos cuatro años, se sabe que a la capital del Valle han llegado 38 familias que han tenido que asentarse en precarias condiciones en barrios como Altos de Menga, Piloto, Siloé y Sucre, muchas de las cuales se resisten a retornar a sus territorios ante el acoso de las balas.   

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