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Este es el reporte entregado por el SAervicio Geológico Colombiano. | Foto: Servicio Geológico Colombiano.

La 'Señora Feria'

Casi todos los caleños creemos saber la fórmula secreta para que la Feria de Cali sea un evento perfecto.

27 de diciembre de 2019 Por: Redacción de El País

Si hay algo que distingue a los caleños, es que en la última semana del año nos convertimos de repente en ‘feriólogos’ consagrados.

Así como pasa en el fútbol, donde cada hincha cree ser el director técnico que podría sacar campeón a su equipo amado, por estos días casi todos aquí creemos saber la fórmula secreta para que la Feria de Cali sea un evento perfecto.

Y explico a qué me refiero cuando digo perfecto: dependiendo del lugar o del chat de WhatsApp en el que usted esté, encontrará recetas para que en el Salsódromo quepan los 2 millones de habitantes de esta ciudad sin problema. O para que sea un desfile totalmente gratuito y además se les pague más a los artistas. O para que el tráfico del Sur no se infarte. O para que no haya necesidad de instalar vallas protectoras alrededor de las graderías. O para que los bailarines no se cansen aunque se revienten el alma y los pies en el asfalto. O para que no haya ataques de celos entre los melómanos. O para sanar el síndrome de la ‘estupidez sin par’ que ataca súbitamente a algunos músicos. O para que no haya retrasos en un desfile si llueve. O para que a alguien no se le ensucien los zapatos. O para que no llueva…

No exagero. He escuchado todas esas cosas. No me parecen descabelladas, ni cuestionables en sí mismas. La Feria es un poderoso referente de nuestra identidad. Ser caleño también es ‘sacar pecho’ cuando uno habla sobre su ciudad en Feria. Y así las cosas, discutir sobre cómo mejorarla es una irrefutable evidencia de amor por Cali.

En ese debate hay quienes creen que la Feria hoy es más amplia, organizada y diversa en programación. Pero otros piensan que ha perdido su histórica esencia popular y ha dado lugar a odiosas manifestaciones de exclusión social.

Es una discusión más profunda y compleja de lo que se cree, en la que hay argumentos válidos desde ambas orillas, y a la que, ojalá, el alcalde electo Jorge Iván Ospina le preste toda la atención.

Pero lo que no se puede negar es que en los últimos ocho años la Feria de Cali ha tenido una transformación radical: dejó de ser esa fiesta parroquial que se abría con una oda al cagajón y el mal gusto, y pasó a ser un certamen de carácter internacional que vende a Cali como destino turístico, genera miles de empleos formales, mueve a la economía, dignifica a los artistas y genera enorme orgullo entre los caleños.

Y todo eso ha sido, fundamentalmente, resultado del liderazgo de una mujer a la que bien podríamos llamar la ‘Señora Feria’. Hablo de Luz Adriana Latorre, gerente de Corfecali, una de las funcionarias ‘estrella’ del gobierno Armitage.

El suyo fue un brillo especial: constante, sereno, sin estridencias innecesarias y siempre con resultados claros, pese a la presión, la soledad en que muchas veces la dejaron y los ataques de algunos ‘feriólogos’ malintencionados.

Fue ella quien, entre otras cosas, logró que el Salsódromo dejara de ser un evento puntual de cada diciembre, y pasara a ser un proceso de desarrollo cultural a largo plazo, con una evolución impresionante.

Ella rescató el Encuentro de Melómanos y Coleccionistas del caos y el desgreño administrativo en que estaba sumido, y lo convirtió en un magnífico templo donde se rinde culto a la buena música.

Fue ella quien renovó el desfile de Carnaval de Cali Viejo, resucitó la antigua Calle de la Feria, abrió espacios para la familia como el Festival de Mascotas, y logró medir, por primera vez, el aporte puntal que la Feria hace a la economía local.

Muchos 'feriólogos' tienden a creer que un evento de la magnitud de la Feria de Cali puede hacerse fácilmente, en poco tiempo, sin mayor planeación y de forma muy divertida. Después de todo, como le escuché decir a alguno, "es como arma una rumba, pero más grande".

Pocos saben lo complejo que es lograrlo, sobre todo en una ciudad que ha dejado 'en el tintero' la tarea de construir la infraestructura necesaria  para alojar sus grandes eventos, pese al gran desarrollo que podría derivarse de allí.

Luz Adriana logró no solo sortear las dificultades propias de esa realidad, sino también crear un sistema de trabajo que genera conocimiento valioso sobre cómo enfrentar los desafíos que quedan por delante.

Por eso, el gran riesgo que corre hoy la Feria es que con el cambio de Gobierno en el CAM se imponga esa idea tradicional de que todo debe empezar de cero, como si estuviéramos en el primer día de la creación. No perder ese conocimiento será un reto fundamental para quien llegue a la gerencia de Corfecali.

Luz Adriana, la ‘Señora Feria’, se va con el cariño y el respeto de miles de ‘feriólogos’ caleños, especialmente de los bailarines, músicos, artesanos, productores y colectivos de la cultura en Cali.

Y ese, quizá, es el mayor logro de su gestión durante ocho años. Después de todo, el arte de tolerar, escuchar y quedarse con lo mejor de los demás, parece estar en vía de extinción.

Aplausos y gratitud para ella.

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