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De izquierda a derecha: doctores Juan Esteban Gómez, Noel Flórez, Diana Carrillo, Álvaro Borrero, Walter Mosquera y Juan David López, miembros del grupo de trasplante cardíaco de la Fundación Valle del Lili y que hacen parte del equipo de especialistas que participó en la intervención. | Foto: Wirman Ríos/El País

Trasplante de corazón le salvó la vida a niño caleño

Jeisson Stiven Camilo Plaza, de 14 años de edad, ahora tendrá una segunda oportunidad de vida gracias al procedimiento que le realizaron los especialistas del grupo de trasplante cardíaco de la Fundación Valle del Lili.

28 de abril de 2019 Por: Jhon Montenegro, especial para El País

Un nuevo trasplante de corazón fue realizado con éxito en la Fundación Valle del Lili. Esta vez, fue en un niño de 14 años que venía padeciendo una enfermedad cardíaca desde sus primeros años de vida.

El procedimiento en el que le salvaron la vida al menor fue realizado por el grupo de trasplante cardíaco de esta entidad, que hasta la fecha ha hecho 214 procedimientos de este tipo, de los cuales 8 han sido pediátricos.

La cirugía que le salvó la vida a Jeisson Stiven Camilo Plaza es la primera de este tipo que se realiza desde el 2009 en la institución. Esta viene hacien do labores de trasplante desde 1996 cuando fue creado el Programa de Trasplante de Órganos.

La intervención fue hecha el pasado viernes 18 de abril por los especialistas de la Fundación Valle del Lili Hospital Universitario. En palabras del coordinador del programa, Juan Esteban Gómez, el paciente tenía “una enfermedad que endurece las paredes del corazón y no le permite bombear adecuadamente la sangre, como lo hace normalmente una motobomba (dilatándose y contrayéndose para bombear y expulsar sangre)”.

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De acuerdo con el cardiólogo, durante el tiempo en el que Jeisson estuvo siendo observado, “pudimos notar que él tenía unas limitaciones físicas muy importantes. Por ejemplo, cuando tomaba líquidos, estos se acumulaban rápidamente y, por ende, eso le generaba hinchazón en los pies, sensación de llenura y no podía caminar libremente”.

Por todas estas razones el cuerpo médico decidió evaluarlo para contemplar la viabilidad del trasplante cardíaco.

Luego de que las evaluaciones determinaron que el paciente tenía una cardiomiopatía restrictiva, los especialistas decidieron ingresarlo a la lista de espera nacional, la cual es coordinada por el Ministerio de Salud y Protección Social a través de la Red Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos.

Llevaba una vida muy triste

El proceso de Jeisson en la Fundación se inició hace alrededor de seis meses. Y fue en noviembre del año pasado cuando ingresó a la lista de espera para la donación del órgano que le salvaría la vida.

Hace aproximadamente siete años que Yamileth Plaza Sinisterra, su madre, conoció que él presentaba una falla cardíaca. “Nos dimos cuenta porque se cansaba demasiado y muy rápido, casi no comía y se relacionaba muy poco. Cada día de estos años la enfermedad fue empeorando”.

“Nosotros sufrimos mucho y él tenía muchas ganas de vivir”, dice la progenitora, quien le agradeció inmensamente “a las personas que permitieron la donación del corazón porque gracias a ellas se pudo prolongar la vida de otra persona que lo necesitaba. Le agradezco a Dios y a los médicos, quienes hicieron una grandiosa labor”.

La vida que Jeisson llevaba “era muy triste”, asegura Yamileth. Y aunque han pasado pocos días desde el procedimiento, ella asegura que ahora su hijo “está muy alegre, ríe y se siente mejor”.

“El momento en que nos dieron la noticia de que había un corazón para el trasplante fue sorpresivo, me invadió una gran alegría porque no lo esperaba. También sentí tristeza por la vida de la persona que murió y le dio el corazón a mi hijo”, aseveró la madre de Jeisson, un estudiante de séptimo grado que ahora tendrá una nueva oportunidad de vida.

Ella explica que era consciente de los riesgos que conlleva una operación de este tipo, sin embargo, revela, su hijo nunca “sintió miedo. Siempre tuvo mucha fe y alegría. Los médicos también fueron muy valientes”.

Días atrás Jeisson había estado hospitalizado en la Fundación Valle del Lili y, según su madre, “él no les dijo a los doctores, pero se sentía muy decaído”. Ahora, “el niño está bien. Puede respirar mejor, ya come y dice que se quiere ir para la casa”, puntualiza Yamileth Plaza Sinisterra.

El proceso de un trasplante

Cuando se trata de trasplantes de corazón no se puede perder tiempo en la intervención porque, explica el doctor Gómez, “a diferencia de órganos como el riñón y el hígado que pueden durar períodos más largos fuera del donante y del receptor, el corazón no debe estar más de seis horas inactivo desde el momento en el que este se detiene en el cuerpo del donante, hasta el momento en que se trasplanta y arranca nuevamente a funcionar en el cuerpo del paciente”. “Es una carrera contra el reloj”, dice.

Las cirugías en las que se realizan este tipo de procedimientos pueden tener una duración de alrededor de cuatro a seis horas. Luego, el paciente pasa a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde permanece el tiempo que los doctores consideran prudente con base en los resultados de los exámenes de sangre, las biopsias y las ecografías al corazón trasplantado que se le practican a la persona.

Otro aspecto fundamental, recalca el especialista, para que los niños puedan abandonar el hospital y continuar la recuperación en la casa es que los padres o acudientes deben recibir una información y educación muy completa sobre los cuidados que deben tener con ellos en adelante.

Son las enfermeras las que brindan esta información y las que determinan si los familiares han entendido bien las indicaciones.
La recuperación después del trasplante puede ser rápida: de siete a diez días. O puede demorarse si hay complicaciones en la aceptación del trasplante. Según el especialista, lo principal para determinar la compatibilidad para poder trasplantar un corazón es tener en cuenta el grupo sanguíneo y el peso del donante.

Los pacientes que están en lista de espera de este órgano vital, explica Gómez, por la condición de su enfermedad, la severidad de esta y la espera del órgano vital, pueden tener un desenlace fatal a corto plazo, mientras que los pacientes que reciben el trasplante pueden tener una expectativa de vida de más de diez años. El trasplante cardíaco aumenta la calidad y las expectativas de vida considerablemente”.

Panorama nacional

De acuerdo con el último reporte del Ministerio de Salud, entregado en noviembre del año pasado, 2500 colombianos se encontraban en la lista de espera para un trasplante. Y en el 2018 solo se presentaron 410 donantes reales y se pudieron realizar 1013 trasplantes. “El problema en Colombia no es de trasplante, sino de la donación de órganos”, indica Gómez.

En el territorio nacional solo existen seis coordinaciones regionales para trasplantes: las secretarías de Salud de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Neiva. Los procedimientos se realizan en las Instituciones Prestadoras de Servicio, IPS, inscritas y autorizadas por la Red Nacional de Donación y Trasplante.

Los colombianos que así lo deseen pueden donar órganos como el corazón, pulmones, hígado, riñones, intestino y páncreas, y tejidos como córneas, piel, huesos, médula ósea, vasos sanguíneos, válvulas cardíacas, cartílagos, tendones, esclera (membrana del ojo) y membrana amniótica.

La Ley que explica los términos de la donación de órganos en Colombia es la 1805 de 2016, que en su segundo artículo expone: “Se presume que se es donante cuando una persona durante su vida se ha abstenido de ejercer el derecho que tiene a oponerse a que de su cuerpo se extraigan órganos, tejidos o componentes anatómicos después de su fallecimiento”.

Los colombianos que deseen ser donantes se pueden inscribir en el Registro Nacional de Donantes, el cual cuenta con un sistema en línea para hacerlo. Al hacer este proceso el ciudadano obtiene un carné que lo identifica como donante. En esta misma plataforma también se puede manifestar la negativa a ser donante.

De acuerdo con la ley mencionada, todos los colombianos son donantes, a menos que en vida haya manifestado no querer serlo. Por eso, cuando las personas fallecen y no están registradas, los médicos preguntan a los familiares sobre la posición que el individuo tenía o si desean donar sus órganos.

Para tener en cuenta

De acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social, es difícil estimar el número de vidas que puede salvar un solo donante, pero puede ayudar hasta a cerca de 56 personas con sus órganos.

El Ministerio explica que a un trasplante de órganos puede acceder “cualquier persona enferma que padezca un daño irreversible de uno de sus órganos o tejidos –y que no pueda curarse con otro tratamiento médico- requerirá de un trasplante como única opción para evitar su muerte o para lograr una mejor calidad de vida”.

En el 2018 la Fundación Valle del Lili realizó 581 trasplantes de órganos y tejidos.

El año pasado la Fundación hizo doce trasplantes de corazón a personas adultas.

En el Suroccidente solo existen dos IPS que pueden hacer trasplantes: la Fundación Valle del Lili  y la Clínica Cardiovascular DIME.

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