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La campaña ‘Criando paz’, liderada por Diana Rodríguez y Laura Pardo, pretende ayudar con pañales y corrales a las guerrilleras embarazadas. Testimonio de un largo viaje a una Zona Veredal Transitoria para hacer una de las entregas. | Foto: Foto: especial para El País

FARC

Los 'héroes' que velan por el bienestar de los bebés de la paz

La campaña ‘Criando paz’, liderada por Diana Rodríguez y Laura Pardo, pretende ayudar con pañales y corrales a las guerrilleras embarazadas. Testimonio de un largo viaje a una Zona Veredal Transitoria para hacer una de las entregas.

22 de mayo de 2017 Por: Laura Pardo de Francisco / Especial para El País

Debo reconocer que cuando era niña no le tenía miedo ni a las brujas ni a los monstruos. Mis peores pesadillas, de las que todavía me acuerdo por el miedo tan horrible que sentí, fueron con la guerrilla.

Por eso, ir a una de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización, ZVTN, a entregarles a unas madres guerrilleras cunas y morrales con implementos para sus bebés, no fue una experiencia cualquiera.

Ante todo, me significó perdonar, reconciliarme, quitarme un miedo y además, sentir la felicidad y seguridad de que mis hijos no van a tener pesadillas con la guerrilla como yo las tuve. Eso vale más que oro.

‘Criando la Paz’ es una iniciativa de madres jóvenes, conmovidas con las imágenes de las guerrilleras desmovilizándose con sus bebés en brazos o en estado de embarazo.

Quienes iniciamos esta idea decidimos que no nos podíamos quedar de brazos cruzados ante esa conmovedora escena y tomamos la decisión de ayudarlas. Y nos pusimos en acción, diseñando y armando morrales con los implementos necesarios. Asimismo, incluimos cunas destinadas a recibir a esta nueva generación de bebés de la paz.

La llegada 

Tengo que confesar que apenas me informaron que estábamos próximos a llegar a la zona tuve sentimientos encontrados, no sabía qué iba a sentir al entrar y ver a más de 200 guerrilleros, muchos aún con sus armas.

Tampoco sabía la reacción de las madres. Esperaba que fuera buena, pues es una campaña a la que le hemos dedicado mucho amor y dedicación Diana, Mariana, Camila y yo.

Todo era una incógnita. Tan pronto me bajé del carro me encontré con una persona uniformada de las Farc. No sabía quién era hasta que él me extendió su mano. “Mucho gusto, me llamo...” dijo.

En ese momento sentí muchas cosas. ¿Miedo? ¿Angustia? ¿Impresión? ¿Tranquilidad? Oír ese nombre tan “tenebroso” que ocupó muchos titulares de prensa me cogió fuera de base.

Sin embargo, analicé la situación y pensé en el valor real de este proceso de paz que se evidenciaba en ese momento. Encontrarme a esta persona en esta circunstancia y no en una pesca milagrosa, se me reveló como la oportunidad de entender la importancia de una situación como la que estaba viviendo.

Después de que todos se saludaran y en camino a la reunión, le conté al comandante de la iniciativa de Criando La Paz. Le dije que nuestro objetivo era entregar los morrales y las cunas a las madres embarazadas y lactantes.

Muy agradecido y conmovido, me puso en contacto con una de ellas y le indicó que me llevara hasta el campamento donde  reuniríamos a las demás madres para hacer la entrega.

La entrega

Apenas llegamos a la zona me pidieron el favor de esperar afuera mientras reunían a las madres. Cuando estuvieron reunidas las mujeres embarazadas o con sus hijos, pude entrar con las cunas y los morrales.
Todas ellas estaban con sus bebés en los brazos y con una sonrisa, que me recordó la razón  de esta campaña. Les expliqué lo que contenía el morral y cómo se debía armar.

Todas estaban concentradas en las explicaciones y con una sonrisa que su timidez trataba de ocultar. Lo que si no ocultaron fue su agradecimiento infinito por lo que estaban
recibiendo.

Todas, excepto una, habían dejado su fusil para tener unos minutos de charla entre madres.

Pronto vendrían los comandantes con la delegación del gobierno para ver el estado de la zona y tener una conversación con el grupo guerrillero. Para esto, las madres debían ir a ponerse el uniforme y recoger su fusil para estar listas cuando sonara el pito que les ordenó agruparse. 

Me impactó ver a las madres con las que hace algunos minutos había compartido un rato agradable, ahora uniformadas, con sus hijos y un fusil. En ese momento tuve nuevamente que recurrir a mi racionalidad y pensar que el solo hecho de poder estar ahí era un avance enorme y que eso significaba no volver a tener las más horribles pesadillas con la guerrilla de protagonista.

El Regreso

Claro que es impactante ver más de 200 hombres y mujeres armados al frente de uno.

Pero también hay que oír lo que dicen. Y oírlos decir que están comprometidos con la paz y que no le van a dar el gusto a quienes no le tienen fe al proceso de paz, es una felicidad y tranquilidad enorme.

Salí de la Zona con la satisfacción de haber cumplido con los bebés de la paz. Y con la esperanza de que si algún día tengo la oportunidad de volver, los fusiles ya no estén al lado de las pañaleras y los uniformes camuflados sean sustituidos por camisetas blancas de Criando La Paz. 
Al darles la espalda de regreso al carro, mientras me alejaba, oía las voces emocionadas abriendo los morrales y sabiendo que hoy sus bebés iban a tener una cama propia donde dormir.

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