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La guerrilla ignora a la opinión pública: Ariel Ávila, analista

El politólogo de la Universidad Nacional, Ariel Ávila, habla acerca de la situación actual de las negociaciones con las Farc y los atentados del ELN en Bogotá.

12 de julio de 2015 Por: Ana María Saavedra / Editora de Orden

El politólogo de la Universidad Nacional, Ariel Ávila, habla acerca de la situación actual de las negociaciones con las Farc y los atentados del ELN en Bogotá.

Ariel Ávila, politólogo de la Universidad Nacional y subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, es considerado uno de los investigadores que más saben del conflicto colombiano.

Pese  a que solo tiene 32 años,  ha participado, primero con la Corporación Arco Iris y ahora desde Pares, en investigaciones de la ‘parapolítica’, la situación de las Farc, las bandas criminales. 

Su mentor, el reconocido analista León Valencia, ha dicho que “ese muchacho sabe más del conflicto hasta  que  yo”. Ávila,   magister en sociología de la Nacional y profesor de esta universidad y del Externado, ha sido asesor y consultor para instituciones oficiales como  la Secretaría Distrital de Educación de Bogotá.

El País habló con el politólogo acerca de la situación actual de las negociaciones con las Farc y sobre los últimos hechos atribuidos al ELN en la capital del país.

¿Qué tanto oxígeno le da al proceso de paz el anuncio de la tregua unilateral de las Farc a partir del 20 de julio?

Hay que tener en cuenta  una diferenciación que se da por la dinámica en el proceso de paz. En el Caguán había mucha participación y fue sacrificada la agilidad. Allá eran diez puntos y no se firmó ningún acuerdo. Aquí son cinco y ya van firmados tres. 

Pero lo que se da es que son dos realidades del proceso de paz. Una en La Habana, que va lenta pero bien, y otra en Colombia, que va muy mal.

El cese unilateral le da un respiro al proceso en Colombia porque la oposición es muy grande y los  prejuicios por los ataques son impresionantes.

¿La advertencia  del jefe de la delegación del Gobierno, Humberto de  la Calle, que  si las Farc siguen actuando de esa forma puede que un día no los encuentren en la mesa, fue una forma de presionar para regresar a este cese?

Ese tipo de comentarios, así como los de ‘Iván Márquez’, son mensajes para las Farc y el Gobierno. La población no entiende por qué se negocia en medio del conflicto. La opinión pública estaba en contra del proceso y el mensaje es para agilizar los gestos de paz más no hacia la mesa, porque está seguirá su ritmo.

Eran muchas voces las que pedían suspender la negociación o hacer cambios. ¿Será que la nueva tregua   devuelve un poco la  credibilidad?

Durante el cese unilateral la población  rural estuvo muy optimista, sobre todo en las zonas donde se vive el conflicto. Lo que pasó con la suspensión es que esa confianza en las zonas rurales se vio afectada. Este cese busca recuperar esa credibilidad en zonas como Toribío, Jambaló... También busca mandarle un mensaje al país urbano, pero en las ciudades no van a cambiar esa percepción negativa; el Gobierno necesita una estrategia de comunicaciones para que se entienda el proceso y su metodología.

Tanto las Farc como el Gobierno le hablan a sus públicos.  Para el caso de las Farc, ellos quieren tener mucho acceso a medios de comunicación y hablar. Y esto lleva a que se dé una guerra de micrófonos que no le hace bien al proceso. Una cosa se habla en la mesa y otra cosa es el discurso radical para sus públicos.

El ataque en el que murieron  diez militares en Buenos Aires, Cauca, fue el inicio de esta crisis y se presentó justo cuando estaban en cese. ¿Rompieron esa tregua las Farc?, ¿qué hay detrás de ese hecho?

Hay cinco puntos: las Farc  sorprendieron a los militares durmiendo y los masacraron. Los militares estaban haciendo operativos desde  dos semanas antes, eso significa que si las Farc no hubieran hecho el ataque, los militares lo hubieran hecho.

No es que la columna haya estado insubordinada, fue un hecho local y no un intento de saboteo al proceso. Lo cuarto, es que los protocolos de seguridad se violaron: no tenían centinelas, dos de los mandos habían tomado en días anteriores... Por último, y lo más importante, aquí hay una serie de retaliaciones con lo ocurrido después en Guapi con el bombardeo. Ojalá haya quedado claro que eso de ojo por ojo no sirve.

La opinión no entiende cosas como los atentados al oleoducto que generan un daño ambiental y afectan a pescadores y a la misma comunidad que se queda sin agua. O  dejar una ciudad como Buenaventura sin energía. Son acciones políticamente contraproducentes...

Uno no les pide a las Farc cosas que no pueden dar. Ellos  ignoran la opinión pública, sus estrategias son de negociación y  militares.  Su primera preocupación no es la opinión pública, solo ahora lo están intentando.

Ellos establecieron desde el 2008 que su estrategia de guerra iba a ser atacar la infraestructura. Con todo lo que eso significa, que no les representa un esfuerzo grande, pero les muestra fortaleza. Ya se sabía que eso iba a pasar. 

¿Estos ataques se deben a su  poca capacidad de cometer atentados de más envergadura, como los de épocas pasadas?

Las Farc son conscientes de que no pueden concentrar mucha tropa porque   los bombardean y por eso hacen  este tipo de saboteos.  Claro que en las regiones en las que están fuertes pueden ocasionalmente realizar ataques.

Las Farc han sido debilitadas  pero no están derrotadas militarmente. Y no es que con eso diga que el gobierno Santos les está entregando el país, eso no es así. Los ataques como el de Putumayo y Tumaco muestran una lógica de una guerra degradada.

¿Cuál es situación actual de las Farc?

Son 79 estructuras, en su mejor época tuvieron casi 100. Están en 200 municipios, antes eran 300. Tienen  entre 8000 y 10.000 hombres, llegaron a ser 15.000. Están en el nivel de antes de 1999.

Están fuertes en las zonas del Pacífico, la región del Catatumbo y Guaviare. Allí  tienen economías ilegales como cultivos de hoja de coca y minería, pero también trabajo político.

Rodrigo Granda dijo que están dispuestos a la dejación de armas si les garantizan la seguridad, ¿se les puede creer?

La dejación de armas va a ser un proceso lento que  tardará varios meses. Y lo van a empezar a hacer en zonas donde están solos, como el Caquetá o en sectores del Cauca. Pero las últimas serán donde también tienen presencia bacrim y ELN.  

Tienen razón en pedir  seguridad, hay que recordar que  a los de la Unión Patriótica los mataron.  El Estado va a tener que prestarle una garantía de seguridad a los guerrilleros y a la vez las Farc tienen que entender que este país no se va a aguantar una paz armada.

Sí existe un riesgo porque en las zonas que dejen las armas las Farc otros grupos se van a disputar ese terreno.  Esto demuestra que hay que negociar con el ELN y ofrecer un proyecto de alternatividad penal a las  bandas criminales.

¿Entonces,  cree que se va a terminar en una negociación con las bacrim, aunque las autoridades dicen que ya no tienen una estructura militar sino que son delincuentes comunes con franquicias y oficinas de sicario?

Negociación de paz no va a ver, pero sí tiene que ofrecerles un proyecto de alternatividad penal. 

Esta semana el expresidente Uribe retomó su propuesta de las zonas de concentración para  los guerrilleros, ¿son viables?

Serían varios puntos de concentración y tiene que ser después de tener claro el tema de la justicia transicional y  debe ser el comienzo para la dejación de armas. La decisión de cuántos y dónde serán los puntos va a depender de lo que se diga en La Habana. Pedir concentraciones ahora es tirarle petardos al proceso de paz,  pedir cosas que no se pueden dar.

Se anunció que el tema de víctimas está a punto de terminarse... 

Este punto tiene varias etapas: Verdad, ya se creó la Comisión. Reparación, que es lo que van a anunciar en los  próximos días que ya está acordado y con ello garantías de no repetición.  Falta el tema de justicia, que es lento y complejo.

El Presidente advirtió el jueves  que no va a haber amnistía, ¿cuáles son las alternativas de justicia?

Cárcel no va a haber sino penas alternativas. Tanto para las Farc como para los miembros del Estado. El tratamiento de justicia que se aplique para los guerrilleros tiene que ser el mismo que para los militares.

Serán penas alternativas que serán aceptadas por la comunidad internacional siempre y cuando las Farc y los militares digan la verdad y reparen. 

Total impunidad, amnistía o armisticio, como piden las Farc, es imposible.

¿Se incluiría  a militares detenidos por los ‘falsos positivos’?

Sí, a ellos y a los detenidos por vínculos con los paramilitares, pero no puede ser a cambio de nada.  Si se incluyen, tiene que haber una verdad y reparación.

¿El cese bilateral está cerca?

Con este cese unilateral iniciamos un proceso de desescalonamiento. Estamos a unos cuatro o cinco meses de un cese bilateral, decir que será la otra semana es improbable.

Pero la opinión pública es reticente a esto...

A nivel urbano, como la población no vive el conflicto es muy difícil que entiendan el tema del cese bilateral. 

Todos los expertos coinciden en que en un proceso de paz es necesario ese cese al fuego bilateral, pero en este momento el Gobierno no puede asumir ese costo político. Sería acusado de que le está entregando el país a las Farc. Se tiene que ambientar ese tema poco a poco y saberlo comunicar.

Y para esa ambientación empezó a alinear su cúpula militar. ¿Con la salida del ministro Pinzón y ahora la del general Lasprilla, conocido dentro del Ejército por sus posiciones duras frente al proceso, está abonando el terreno?

El Presidente sabía que el Ministerio de Defensa estaba ingobernable y que las pisiones estaban más en el Gobierno que en las Farc. Y tenía que controlar esto, era obvio que estos cambios iban a ocurrir y son un intento de resolver ese desorden.

Los atentados del ELN

Tras la captura de quince personas se responsabilizó al ELN de una serie de atentados en Bogotá, ¿qué tan fuertes están esas celulas urbanas en la capital?

Las Farc son una organización armada que quieren hacer política. El ELN es una organización política en armas. Al ELN no se le puede medir militarmente, aunque se ha fortalecido en los últimos dos años. Pero su tema mayor es el de participación política.

En los últimos dos años se han presentado diez acciones con petardos, cinco se las ha adjudicado el ELN. Esto hace parte de su interés de mostrar fortaleza y de presionar la negociación para decir que están allí.

Aunque en las audiencias de imputación de cargos se aclaró que los detenidos no están relacionados con los petardos de la semana pasada, sí los relacionaron con los  de mayo y del año pasado. Entre ellos hay estudiantes, contratistas de la Alcaldía y  un contratista de su fundación, pero hay denuncias de que se trata de un ‘falso positivo’ judicial... 

Lo que  nosotros estamos pidiendo  es que se garantice el debido proceso y la presunción de inocencia porque cuando se les capturó se  dijo que eran terroristas y todo parece indicar que  las pruebas contra varios de los trece capturados son débiles. Hay otros contra los que sí tienen evidencias fuertes.

¿Cómo llegó a la fundación el contratista detenido?

Hace un mes y medio hicimos una convocatoria para temas de proceso de paz y seguimientos del ELN. Se recibieron 86 hojas de vida, quedaron cinco para la entrevista y quedó seleccionado él. Lleva con nosotros cuatro semanas. 

La Fundación tiene unos protocolos de contratación, que son claros y transparentes. Pedimos que sea un proceso transparente y rápido y si es culpable que le caiga el peso de la ley porque somos una fundación que siempre ha denunciado a los grupos ilegales. 

Esto que nos pasó a nosotros o al Distrito puede pasarle a cualquiera cuando se hace una convocatoria abierta.

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