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Felipe Montoya, director de Vallenpaz. | Foto: Foto: Olga Lucero Cadena / El País

“Intermediarios bandidos viven aprovechándose de los campesinos”: director de Vallenpaz

Felipe Montoya, director de Vallenpaz, dice que el reto para que haya paz es el apoyo definitivo al campo, que es donde están las víctimas de la guerra.

16 de mayo de 2017 Por: Paola Andrea Gómez P. | Jefe de Información de El País

"Uno en la vida va a necesitar por lo menos alguna vez un abogado, un contador, un policía o un médico. Pero al campesino lo necesitas todos los días de tu vida, por lo menos tres veces al día  y eso es algo que como ciudadanos no hemos sabido valorar. La gente no se pregunta de dónde llegó este mango,  quién ordeñó esta leche. No nos ha importado comprar  extranjero, marcas. Hay que comprar el producto nacional, comprarle al que está fomentando el trabajo de nuestros colombianos". Lea también: Vallenpaz, modelo del agro para el posconflicto

Felipe Montoya, director de Vallenpaz, dice también que los campesinos son los que han tenido que aguantarse el abandono del Estado, el acoso de los grupos armados, los  cambios climáticos, la mala calidad en la educación y sin embargo han seguido ahí, haciendo su trabajo.

"Son ellos los que han puesto sus hijos para la guerra. No son mis hijos, ni los hijos de los estratos 4, 5 y 6. Son los hijos de estos valientes que decidieron quedarse en su tierra, a pesar de tener a esos bandidos dando vueltas alrededor de sus fincas, a pesar de reclutarles violentamente a sus hijos, de violarles a sus mujeres. Yo que he visto la historia de víctimas por años, sé que esta guerra es cosa de locos, es una vaina demasiado fuerte", agrega.

De las dificultades que enfrenta el campesino, de los retos del campo y del aporte de Vallenpaz, este administrador de empresas, especialista en Desarrollo y candidato a magister en Derechos Humanos y Cultura de Paz  habló con El País:

¿Qué tan preparados estamos en el Valle para  el posconflicto?

En realidad no estamos preparados. El posacuerdo, como prefiero llamarlo, va más allá del tema de perdonar. He tenido la oportunidad de conocer tantas víctimas y uno entiende lo difícil que es perdonar pero hay que ir más allá.

Hace poco le oí una frase al ministro del Posconflicto, Rafael Pardo, que me pareció muy potente y es que tenemos que aprender a vivir todos bajo las mismas reglas. Creo que la sociedad no ha logrado identificar quiénes son las verdaderas víctimas, todos nos creemos víctimas. Puedo decir que ni el sector privado, ni el público, ni nosotros como ONG, estamos preparados. Lo que creo es que sí hay buenas intenciones y ese es un excelente punto de partida.

Pero digamos que falta poco tiempo y si no estamos preparados, entonces ¿qué va a pasar?

Yo creo que la sociedad va a ir entendiendo. El primer paso que se debe dar es la firma del acuerdo con las Farc. Creería también que el país va a lograr sacar adelante el plebiscito. Hay que entender los acuerdos, leerlos, este es un acuerdo serio. Hay países que han firmado acuerdos  mucho más débiles que este, con procesos más largos. Yo sí creo que lo vamos a sacar adelante, con lecciones aprendidas que ya tenemos de otros procesos de paz.

Michael Porter, especialista en Competitividad de Harvard,  ha insistido en que los empresarios deben tener un papel más activo frente a la paz. ¿Cómo lograrlo? 

La gente está magnificando el tema de los desmovilizados y a mi modo de ver ese el problema más pequeño. Las Farc son siete mil hombres en armas y habría tres personas por cada miembro de las Farc, por lo que estaríamos hablando de 20 a 25.000 personas. Esto frente a un país de 48 millones  no es nada.

En Colombia hay  más de 25.000 empresas; que cada empresario le diera trabajo a uno sería una salida. El tema va más allá, cómo el empresario impacta su entorno, cómo no solo está pensando en su bolsillo, cómo aporta a la paz. 

Hay empresarios que están dispuestos a apoyar, pero de lejitos... 

Eso es válido. Hay que comprenderlo. Tenemos miles de empresarios que fueron secuestrados, extorsionados, víctimas. La paz no puede estar diseñada pensando qué vamos a hacer con los desmovilizados si no qué vamos a hacer con este país para que no se repitan  las condiciones que generaron este conflicto. Porque yo les puedo dar 25.000 empleos y si las condiciones no cambian,  no pasa nada. 

Tuve la oportunidad de contratar a los primeros desmovilizados en la Alcaldía, siendo Consejero de Paz y la experiencia es maravillosa al punto que esta administración la continuó. 

En el Hotel Marriot hay un número importante de desmovilizados atendiendo a la gente más pinchada de Colombia. También hay en empresas como Servientrega, Bavaria, Coca Cola. Lo que hay que quitarse es ese ‘chip’ de que mañana entregan las armas y hay que emplearlos al día siguiente. Ellos pasan primero por un proceso. Colombia tiene el mejor proceso de reintegración del mundo.

Vallenpaz participó con su experiencia en  La Habana, ¿que se tomó en cuenta para la construcción del punto uno del acuerdo? (política de desarrollo agrario integral)

La historia viene de mucho atrás y digamos que en ese proceso Vallenpaz ha tenido como foco siempre municipios que han sido afectados por el conflicto. Algunas  directivas de Vallenpaz les tocó reunirse con comandantes guerrilleros para que nos dejaran trabajar en algunas zonas. Ese proceso lo conoció el gobierno. A La Habana invitaron a tres campesinos y al anterior director, quienes estuvieron  una semana contándoles a los equipos negociadores qué es lo que hace Vallenpaz y eso nos deja en una muy buena posición frente al gobierno y al equipo negociador de las Farc, de cómo podemos ayudar a cristalizar el punto uno de la agenda.

¿Cuáles son las dificultades más grandes que está enfrentando el campesino actualmente?

Muchas. El campo se está envejeciendo y ese es un problema mundial. Hace 3 meses en China nos dijeron que ese era su problema, igual nos pasó en Perú.  Estamos educando a los jóvenes para que se vengan a la ciudad y no para que permanezcan en el campo. No tenemos fortaleza en comunicaciones. Uno cree que el campesino no revisa el Facebook claro que sí, sobre todo el joven. Hay  problemas en las vías para  sacar los productos. Y eso nos lleva a que hoy en día quien se quede con la plata no es ni el campesino, ni La 14, ni El Éxito; si no los intermediarios.

¿Cómo se evidencia ese impacto de los intermediarios?

Estos avivatos, muchos de ellos bandidos, se aprovechan del campesino. Usted va a Cavasa un día de compra y encuentra campesinos que llegan a las siete de la noche en una chiva cargados con cinco o diez bultos de limón y algunos avivatos se ponen de acuerdo para decirles no les van a pagar más de $300 el bulto, cuando saben que el bulto vale mil pesos, por decir algo. ¿Qué hace el campesino al otro día, mamado viendo que nadie le compra? pues regalar el producto a $300 para que los más vivos después lo vayan a vender al Éxito a $1.200. Se aprovechan del desespero.

¿Cuando eso pasa los campesinos siempre  van a perdida? 

Vos te encontrás campesinos que van a perdida; es triste verlos y eso hace que se desestimule el campo. Yo no justifico que nadie tome la salida de lo ilícito pero esa es una de las causas que influye. Si a mí me van a tumbar en Cavasa unos tipos que están en la legalidad y  vienen los de los bandas ilegales a ofrecerme una buena plata por cultivar marihuana, pues hombre yo tengo que alimentar a mis hijos y el gobierno ni la sociedad civil hacen presencia para darme una mano. 

Estuve en Corinto hace poco y me decían: ‘Felipe, yo hace diez meses no oigo un disparo de fusil; hace diez meses no tengo que decirle a mi hijo que se esconda debajo del colchón para que no lo impacte una bala’. Pero además, hace un año las Farc les estaban pagando millón y medio la hectárea cultivada de coca. Las Farc se fueron y ahora la están pagando a cien mil pesos y es cuando ellos piden que les ayudemos a sustituir. Ahí es donde debe haber acciones de respuesta rápida de todos quienes intervenimos estas comunidades para que los saquemos de lo ilícito.

¿Ustedes, como Vallenpaz, han intentado hacer algo para que esa situación cambie?

Ahí no hay nada que hacer. Ese es el libre mercado. Por eso promovemos las asociaciones, porque también una cosa es cuando llega un campesino solo a vender cinco bultos de limón y si el comprador de Cavasa no los compra no pasa nada. Pero si usted como asociación lleva una mula llena de producto, ahí ya el poder de negociación cambia.

Otro mecanismo es el sello Cosechas de Paz que hoy funciona en dos puntos de La 14 de la ciudad (Sexta y Valle del Lili) donde el campesino directamente negocia. Ahí Vallenpaz no se gana un peso. El limón de la góndola de Cosechas de Paz vale exactamente lo mismo que el limón que el que se coge en cualquier góndola. ¿Cuál es la diferencia? Que la ganancia  de la góndola Cosechas de Paz le queda toda al campesino.

Hay que disminuir esas intermediaciones. Los campesinos nos piden que los ayudemos a comercializar para que vean retribuido su trabajo.

¿Y cuál es el reto para que haya una verdadera revolución en el campo, de cara a la paz?

El reto está en convertirlos en empresarios del campo. Aquí hay un mercado enorme y este país increíblemente importa una gran cantidad de verduras y frutas. El Valle provee el 10% de la despensa agrícola del país. El  Cauca no ha podido explotar todo su potencial. Hay que pensar en el mercado interno y en el local. Usted encuentra en Caloto que gran cantidad del producto que venden en la plaza fue producido en el mismo Caloto, pero vino hasta Cavasa y volvió a Caloto. Es increíble y pasa en muchos municipios del Cauca. ¿Cuánto ganaría el campesino si lo vendiera directamente en la plaza o en los puestos de venta? Pero no tienen la infraestructura. Quien ha tenido los acuerdos para trabajar en esa zona es el intermediario, porque quienes tienen el camión para esas vías terciarias son ellos.  Queremos fortalecer 3 o 4 asociaciones en el Cauca y en el Valle para que a través de ellas se comercialice. 

Ese es el camino, creer y apoyar a nuestros campesinos, que son los verdaderos super héroes de este país y quienes han puesto las víctimas de este conflicto.

Frutos Vallenpaz

Actualmente  Vallenpaz tiene cerca de 2.600 beneficiarios en Valle, Cauca y Nariño, a través de proyectos productivos basados en la reactivación del campo, con el fin de mejorar las unidades productivas y por ende las estructuras familiares para así recuperar el tejido social fragmentado por la violencia.

Durante 16  años de labor, Vallenpaz ha atendido 14.000 campesinos. El modelo está enfocado en que una buena intervención tarda tres años para llegar a la meta, que es producir uno a dos salarios mínimos por hectárea.  Actualmente trabajan también con proyectos de cooperación institucional.

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