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En las redes sociales y otras 'trincheras' la paz aún está lejos

Las mentiras y las ofensas en Facebook, WhatsApp y Twitter, calientan las campañas del Sí y del No por el plebiscito.

30 de septiembre de 2016 Por: Redacción de El País

Las mentiras y las ofensas en Facebook, WhatsApp y Twitter, calientan las campañas del Sí y del No por el plebiscito.

Mentiras que van y cadenas que vienen, memes ridiculizantes que se multiplican,  trinos que disparan insultos y ofensas personales a los contradictores, mensajes publicitarios que distorsionan conceptos, cartas apócrifas y  videos con testimonios incitadores al odio, circulan como  fuego cruzado entre los colombianos por  Facebook, WhatsApp y Twitter. Lea también: La 'guerra sucia' que se tomó la campaña del plebiscito por la paz

Aunque las partes del conflicto ya declararon el cese del fuego, en el espacio virtual se recrudece la   guerra por el voto por el Sí o por el No  en el plebiscito que tendrá lugar este domingo para refrendar  el acuerdo final pactado entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Farc.

Los ejemplos abundan. En contra del Sí hubo avalancha de cadenas con lo que los expertos llaman “desinformación”. Como  un supuesto resumen ‘neutral’ de los principales puntos de los acuerdos, que no dicen que fue hecho por los del No, y que  tergiversa lo que en  realidad dicen, según los del Sí.

 O la de la comparación  con un grupo de bandidos que se toman una unidad residencial, cometen todo tipo de delitos allí y los propietarios tienen que ceder a todas sus pretensiones  para sobrevivir, en alusión a las supuestas  concesiones del Gobierno a las Farc en los  acuerdos de La Habana.

      Del lado de los  adeptos al Sí  abundan los memes que ridiculizan a los promotores del No, como el expresidente Álvaro Uribe e  hijos o el ex procurador Alejandro Ordóñez,  o  comentarios que siembran cizaña contra la clase dirigente que se  subió al coche del  Sí. Igual ruedan ofensas personales contra las senadoras Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, gran promotor del No.

Para Luciana Manfredi, politóloga y Ph.D. en Management, hacer campaña es positivo y necesario porque incentiva  a la gente a votar,  sobre todo donde hay tanta apatía. Pero señala  un límite ético:  no se pueden hacer campañas diciendo y haciendo cosas que riñan con la verdad, menos en un tema tan sensible  como el del plebiscito.

La especialista subraya que en las campañas normales también hay mentiras, pero la del plebiscito es más sensible  porque,   si es por el Sí  o por el No, “si  utilizas desinformación, hay  una connotación ética y moral, porque  estás dañando todo un proceso”.  

En su opinión, ha  habido más mentiras de la campaña del No, que la del Sí, pero más  vista como desinformación: “Hay campañas por el Sí que también  utilizan información que no es veraz, pero la que ha sido  recurrente en información falaz ha sido la del No”.

Carlos Augusto Albán, comunicador egresado de la Universidad del Valle y politólogo graduado en la Javeriana, dice que el problema parte de las redes sociales, que permiten que las personas expresen lo que quieran sin que haya un sistema para  validar la información. 

Ese fenómeno de creer que por manejar redes sociales todos somos periodistas y tenemos autoridad para hablar,  le ha hecho mucho daño a la verdad, dice él. Como lo han hecho los  montajes, que le pongan No al que dijo Sí o viceversa, que alteren la voz de las personas o rueden cartas falsas a nombre de  Diana Uribe o Juan Gossaín.

Es más, destaca que  la oposición es importante, siempre y cuando se haga con criterio y con argumentos válidos.  Y cita que los del No decían, por ejemplo, que las Farc no iban a pedir perdón, y ya lo hicieron en la firma del acuerdo en Cartagena. Que  no iban a liberar a los menores de edad  y ya los están liberando. Que no iban a poner un peso para la reparación económica de las víctimas  y en la cumbre guerrillera hablaron de esa  posibilidad. “La estrategia del Sí ha funcionado en cuanto  se ha desvirtuado, no con palabras, sino con hechos la posibilidad de la transformación social”, dice Albán.

[[nid:581446;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/09/guiahablarpaz.jpg;left;{ La Embajada de Suecia y la OIM, lanzaron el Manual de la Conversación, guía para aprender a debatir en paz, sin confrontación. Foto: Especial para El País}]]La estrategia de la ofensa personal contra los promotores visibles del No, Manfredi, profesora del departamento de Mercadeo de la Universidad  Icesi, la atribuye a los  altos niveles de intolerancia que hay entre los grupos.  

 La especialista admite que la agresión muestra desconocimiento y carencia de argumentos. “Si  tienes que agredir al otro para justificar lo que quieres decir, implica que no tienes argumentos. Es una posición muy triste porque nos muestra como sociedad, muy desinformados, muy  inmaduros, porque la democracia implica un consenso que surja de la discusión  y del disenso”, reflexiona.

Albán afirma que la campaña del No no tiene un líder con más fuerza escénica que “Álvaro Uribe, que siempre contesta lo que él quiere y no lo que le preguntan, y en ese juego ha entrado su equipo, ha delegado el  impacto  y no tiene sustentación profunda, sino que se queda en el rumor”. 

La virulencia, cree Manfredi, viene también desde la institucionalidad, desde el Estado, donde se habla fuerte. “Por ejemplo, la interlocución entre Uribe y Santos, y esa actitud se reproduce a escala social”, ilustra.

El excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga, líder de la campaña del No, dijo que “la primera gran mentira que  los promotores del Sí le dijeron al país es que la votación del domingo es por la paz y  no es cierto, no está en juego la paz –así  lo dijo la Corte Constitucional– porque la paz  es un derecho que  nos pertenece a todos los ciudadanos, la votación es por el acuerdo”.

 La otra gran mentira de la campaña del Sí, a decir de Zuluaga, es que “en ese acuerdo sí  hay impunidad y una amnistía disfrazada,  porque quienes cometieron  delitos de lesa humanidad no van a pagar un solo día de cárcel y eso va en contra del Estatuto de  Roma de la Corte Penal Internacional”.

 Y un  engaño es que el Gobierno no le ha dicho la verdad al país y es que al otro   día del 2 de octubre va a llevar la reforma tributaria al Congreso, “que es más IVA a la canasta básica y a los útiles escolares, para financiarles ese acuerdo a las Farc y  no le exigen un solo dólar del narcotráfico a la guerrilla porque lo llevan a la categoría de  delito  político”.

Albán dice que eso se debe contrastar con la contraparte que es cuánto se ahorra el país con la guerra, cuántas vidas se van a salvar con la paz. “Obvio que se van a destinar recursos con los  desmovilizados, pero eso ya se está haciendo hace dos años. Entonces, nadie va a votar porque le da temor de que le van a subir los impuestos”, asegura.

También desvirtúa la afirmación que las Farc van a llegar al poder. “Las Farc llegan al poder si algún día son elegidos popularmente, pero no por una decisión ni un acuerdo.  O sea, podrían llegar ellos, como puede llegar el Partido Liberal, el Conservador, el Centro Democrático. Van con diez representantes con voz, pero no con voto, y después irán a las urnas. Y la responsabilidad de las urnas no es del acuerdo, sino de una decisión democrática como cualquier otra”, explica.

La  recomendación de Manfredi es que el ciudadano debe saber  argumentar su  posición de porqué votar por el Sí, sin necesidad de tildar al otro de paramilitar ni por su aspecto físico, sexual, o su vida privada. Y el otro ciudadano debe argumentar porqué votar por el No, sin tener que tildar al otro de guerrillero, mamerto, etc.

“¿Cómo pretendemos construir paz, si nos terminamos insultando, agrediendo porque no estamos de acuerdo?”, cuestiona y se responde: “Parte de  la construcción de la paz radica en ser tolerante con el que piensa diferente  y dejar que se exprese; contradecirlo y decirle que uno no está de acuerdo,  pero en un marco de amabilidad y no de violencia”.

Pedagogía por la paz Con relación al caso de los mensajes ofensivos contra los promotores del No, la politóloga Luciana Manfredi comentó que “así su posición política nos parezca deleznable, muy criticable,  no tiene nada qué ver con su vida privada y los ataques personales. Eso sucede  cuando se quedan sin argumentos y acuden al recurso fácil para terminar el debate”. “Que no esté de acuerdo con el otro, no significa que lo  tengo que  maltratar, insultar o hacerle bullying. Al contrario, implica  y  supone que   es una sociedad que debería ser más tolerante y democrática, que se rigen por  unos valores como la libertad de expresión y demás, pero con minimizar al otro solo   porque no está de acuerdo, la están  embarrando, porque eso no está bien”. Carlos Augusto Albán  cree que faltó un tercer discurso y es el de como colombianos, donde el Sí y el No se pudieran sentar y buscar acuerdos; a debatir con cifras y “con abrazos incluso, porque la discusión  ha llegado al punto que en las mesas de la comida, en las reuniones en las fiestas, o se volvió un tema vetado o se llegar a pelear”. A ello,  se le suma la falta de conocimiento e intolerancia hacia el que piensa diferente, insiste Manfredi. 
Acceso a información Información:  el elector tiene acceso a todos los informes   y su decisión es racional, se leyó  las 297 páginas, vio los debates por televisión y asistió a  otros.  Subinformación:el elector  no tiene acceso a buena calidad de información porque informarse cuesta tiempo y dinero. Desinformación:  no depende del ciudadano, sino de quien informa y juegan  un rol importante  los que diseñan una campaña.  El que haya  campaña  a favor  o en contra para el plebiscito, es sobre todo,  en un país donde el voto no es obligatorio y la gente no vota, dice Luciana Manfredi: la abstención en las recientes  elecciones fue de 40 %. Pero insiste en que una campaña por el plebiscito no debería ser como las tradicionales. “Así este sea un tema político, el ple-biscito tiene como objetivo  legitimar un proceso de negociación, significa que los ciudadanos legitimamos o no los acuerdos de paz”.

 

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