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¿El Premio Nobel servirá para consolidar la paz en Colombia?

Más allá de ser una honrosa distinción, el galardón a Santos pone al país en el centro de la atención mundial. ¿Cuál es su efecto concreto?

11 de diciembre de 2016 Por: Redacción de El País y Colprensa

Más allá de ser una honrosa distinción, el galardón a Santos pone al país en el centro de la atención mundial. ¿Cuál es su efecto concreto?

El 2 de octubre, a las 5:30 p.m., el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc quedó moribundo. El triunfo del No ese domingo impedía que se implementara el acuerdo que permitía la terminación del conflicto que durante  medio siglo desangró al país. Lea también: Las lecciones que deja la apuesta de Santos por la paz

Cinco días después, la paz volvió a revivir: el viernes 7 de octubre los colombianos amanecieron con la noticia de que el presidente, Juan Manuel Santos, se había ganado el Premio Nobel de Paz por sus “esfuerzos tenaces para poner fin a una guerra civil de más de 50 años”.

Ese día el Jefe de Estado aseguró que el galardón era un “mandato” para seguir trabajando, “sin descanso.  A esta causa dedicaré todos mis esfuerzos por el resto de mis días”.

En los cincuenta días siguientes se convocó a reuniones con la oposición que enarboló la bandera del No, se logró la consolidación de 57 ejes temáticos de los que luego, en La Habana junto a la guerrilla fueron incluidos 56 en el acuerdo final que fue firmado el pasado 24 de noviembre.

Por eso, el presidente Santos, admitió el viernes que “el Nobel fue un regalo del cielo” para el proceso de paz colombiano, pero analistas le dan  ángulos distintos.

Jorge Restrepo, director del Centro de Análisis para la Resolución de Conflictos, Cerac, sostuvo que sin el Premio Nobel no hubiese podido existir el nuevo acuerdo. Además, la negociación con la oposición encontró a un Gobierno “fortalecido, con autoridad moral y respaldo internacional que ofrece ese premio”.

Mientras que, considera, para la implementación  el premio incrementa la posibilidad de que el acuerdo  no sea rechazado y sus elementos principales repelidos en un futuro gobierno. “El premio —para mí—  hace más sostenible la paz que trae ese acuerdo”, insistió.

Pero el analista político John Mario González dijo que el logro es más importante a nivel personal que por los efectos que pueda tener en la coyuntura en la que se encuentra el proceso.

“Es un tema de doble vía. Es importante para el país el reconocimiento del Premio Nobel, pero creo que el proceso de paz está en un limbo muy grande. El Gobierno ha intentado actuar con optimismo y ha hecho un buen esfuerzo, pero todo lo que ha sucedido hasta ahora es simbólico”, explicó.

El acto  en el Teatro Colón y la refrendación por parte del Congreso, subraya González, son actos simbólicos y por ello ahora lo que se necesitan son acciones que representen realmente la seguridad jurídica de lo acordado.

Entonces, contrario a lo que pasó aquel 7 de octubre, cuando se anunció el Nobel, el impacto no va a ser igual. En aquel momento González afirmó que este era un impulso para que el mandatario siguiera adelantando el proceso y tratara de buscar soluciones frente a la negativa del pueblo colombiano ante el primer acuerdo. “Para Santos es muy importante en lo personal: viajar por el mundo, acompañar procesos de paz, transmitir la experiencia colombiana, pero mientras tanto el proceso en Colombia se encuentra  en un  limbo jurídico”, precisó. Por eso, cree que lo que se necesita realmente es la implementación en el Congreso y presentar los proyectos: “Veo que ahí se le complica, es decir, el Gobierno puede que saque algunas leyes, pero lo fundamental del Acuerdo de La Habana no se definirá hasta el 2018. Entonces el Premio Nobel de Paz no podrá realmente implementar lo que se firmó en su Gobierno”. Mientras que para el docente de la Maestría de Comunicación Política de la Universidad Externado de Colombia, Carlos Arias, que el  presidente Santos  no esté a cargo  de la implementación, no es un punto en contra, sino a favor, por lo que cree que la refrendación en el Congreso fue una excelente jugada. “La refrendación ya validó el proceso, pero la implementación de los acuerdos no está a un año o a dos, está a cinco y a diez años. Claro, va a haber un seguimiento fuerte los primeros dos años. Entonces, si el Presidente siguiente es de cualquier otra corriente y llega a ser un obstáculo para la implementación, Juan Manuel Santos ante la comunidad internacional queda bien por su gestión. Es decir, la excusa política es perfecta, es una muestra excelente de lo que es él, un gran jugador de póker”. Lo cierto por ahora, afirmó Arias, es que el Mandatario logró llegar a Noruega con el acuerdo firmado, por lo cual también se debió el afán de la refrendación, sin desconocer que la coyuntura, independientemente del premio, requería agilidad. “La refrendación en el Congreso obedece evidentemente a una decisión política de la paz; a un momento histórico que no se puede perder; a un concepto internacional en el que, efectivamente, si no se hace ahora con los movimientos en Naciones Unidas, con los movimientos en Europa, y lo que está llevando cada vez más a candidatos de derecha a tener posibilidad  de gobernar, no se haría. Eso es una suma de elementos –que con el ejercicio obvio de egolatría política— por la que este Nobel de Paz lo catapulta a él a la historia”. Lo anterior, explicó, porque además de esa sumatoria de valores, “también está la búsqueda de Juan Manuel Santos, como actor político nacional, de ponerse por encima de Álvaro Uribe Vélez”. Y es que en medio de todo hay un interés político y si la implementación sale bien “el expresidente Uribe no va a pasar a la historia como el mejor de Colombia, sino como el que estuvo contra la paz”. Pero esa idea no la comparte Everth Bustamante, senador del Centro Democrático, quien califica  el premio Nobel de “engaño” al país y a la comunidad internacional. “Santos no ha hecho un solo mérito. La obtención de ese premio es negociado lamentablemente y eso daña la imagen del premio de ahora en adelante”, sostuvo el Senador. Pero, según él,  el Presidente se valió “de la estrategia del engaño para  implementar un acuerdo de paz” que no tiene el respaldo ciudadano. “Él se encargó de hacer propaganda de cosas que realmente no están en los acuerdos”, denunció. Sin embargo, Jorge Restrepo dijo que esa es una “acusación absurda que deja a los opositores como unos ignorantes”. Advirtió que si hay un galardón y una institución que está más allá de cualquier capacidad de influencia es el premio Nobel de Paz por la manera en la que se otorga y por la mista trayectoria del comité. Además, “claro que existen los méritos. Todos los logros del presidente Santos con el proceso de paz se ajustan de manera precisa a los requerimientos del testamento de Alfred Nobel: reducir el tamaño de los ejércitos enfrentados, reducir las confrontaciones que cuestan bienes y sostener conferencias que lleven a la paz y el entendimiento en los pueblos”. 
Procesos en los que el Nobel ayudó  1998- Paz en el Ulster: Los arquitectos de la reconciliación en Irlanda del Norte, el protestante David Trimble y el líder católico nacionalista John Hume, fueron galardonados en reconocimiento por “sus esfuerzos para encontrar una solución pacífica” a 30 años de un conflicto que dejó 3600 muertos. 1994: El jefe de la Organización para la Liberación de Palestina, Yaser Arafat, y el primer ministro israelí Yitzhak Rabin, fueron recompensados “por sus esfuerzos para lograr la paz en Medio Oriente”. 1993 - El fin del apartheid:  El héroe de la lucha contra el régimen racista de Sudáfrica, Nelson Mandela, recibió el Nobel de la Paz con Frederik de Klerk, su excarcelero, por sus esfuerzos de reconciliación y por “haber colocado a Sudáfrica en camino para convertirse en una democracia multiracial”.

 

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