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“El proceso de paz de Colombia es ejemplar”: experta en justicia transicional

Almudena Bernabeu, directora del Programa de Justicia Transicional de San Francisco, resalta las características de los diálogos entre el Gobierno y las Farc, aunque reconoce que la operatividad del Tribunal de Paz aún no está clara.

10 de febrero de 2016 Por: Olga Lucía Criollo, reportera de El País

Almudena Bernabeu, directora del Programa de Justicia Transicional de San Francisco, resalta las características de los diálogos entre el Gobierno y las Farc, aunque reconoce que la operatividad del Tribunal de Paz aún no está clara.

No hay proceso de paz perfecto repite una y otra vez Almudena Bernabeu, como tratando de convencer a los colombianos de las bondades de la negociación entre Gobierno y Farc.  Sin embargo, la directora del Programa de Justicia Transicional de San Francisco reconoce que la escogencia de los integrantes del Tribunal de Paz puede poner en entredicho  el anhelo de pacificación de los colombianos.

“Pienso que este proceso peligraría si hubiera hecho mucho énfasis en el narcotráfico, precisamente por implicaciones como las extradiciones, los paramilitares y  un nivel de corrupción política también asociado con ese delito”, dijo esta abogada, quien  lleva el caso de  genocidio en Guatemala y el proceso por el crimen  de jesuitas en El Salvador en 1989. 

¿Cómo analiza el proceso de paz y  el sistema de justicia acordado en La Habana?

No hay procesos perfectos, pero el de La Habana  es  ejemplar. Creo que se está tomando muy en serio, teniendo en cuenta las dificultades, que son enormes y lo que todavía queda por hacer. Yo sé que hay críticas, pero creo que se está haciendo con buena intención, con sentido común y con ganas de pasar la página en la historia. Y comparándolo con otros, hay un elemento clave y es la centralidad de las víctimas y del tema de justicia. No fue así en Guatemala, no fue así en el Salvador, eso lo digo alto y claro. Incluso, mirando hacia el futuro, de la mano de Colombia va a ir Sir Lanka, donde aún cuesta imaginar cómo las víctimas van a ser una parte tan integral como lo están siendo en Colombia. La implementación va a ser compleja, pero es muy positivo.

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Hay voces como la de Human Rights Watch que dicen que lo acordado no cumple con los estándares de justicia del Estatuto de Roma...

No estoy de acuerdo. No se trata de estirar como un chicle la justicia y de reinventarla en cada país, pero me  he leído el punto 5 (del acuerdo de justicia) varias veces y tengo que confesar que es muy amplio y complejo. Conozco  personas en ambos lados de la negociación y les he pedido ayuda para entenderlo. Algunos puntos han quedado un poco en el aire, pero no creo que haya nada que contradiga el Estatuto de Roma, es muy claro en qué crímenes son políticos.

¿Qué  puntos faltan por definir?

Una de las preocupaciones que tengo como abogada que ha investigado los derechos humanos, sin que sea una crítica, es el aspecto práctico. ¿Qué vamos a investigar? ¿Cuántos casos? ¿Cuáles van a ser parte de la Jurisdicción Especial para la Paz? Es decir, hay elementos del Tribunal de Paz que quedan por aclarar y de ello son conscientes las partes negociadoras. Pero hay que mover esta bola hacia adelante y  ciertas críticas hacen retroceder innecesariamente.

Ya digo, no es perfecto y, en el ánimo  de contemporizar, hay aspectos, como las penas alternativas, que son peligrosos y que los más cautos quieren evitar que ciertas causas no se concluyan o que queden muchos expedientes abiertos, como se ha visto en otros lugares. Pero quienes están acordando los diferentes puntos y  sus asesores jurídicos internacionales tienen  muy en cuenta esos éxitos y esos  fracasos.

¿Y no teme que al llevar a la práctica el  acuerdo  se desvíen sus principios?

No existe experiencia en el ámbito del derecho internacional perfecta, muchas generaron grandes problemas y otras grandes soluciones, entonces no sé por qué Colombia tiene que ser más perfecta. El reto aquí es que es un conflicto grande, muy largo y que hasta la geografía hace más complejo llevar adelante un proceso que sea satisfactorio para todos. Por eso mi gran obsesión es cómo se va a implementar ese Tribunal. Mi experiencia me indica que el rigor de esa instancia no solo debe existir sino que se debe presumir y que el que la población lo respete va a depender mucho de cómo se eligen sus miembros, del estatuto que adopte y de que haya un criterio transparente para la de selección de los casos a juzgar. 

A muchos les cuesta entender que el narcotráfico ya no sea el flagelo que avergonzaba al país sino un delito conexo a la causa subversiva...

A mí también me genera cierta ambivalencia. Estoy de acuerdo en que ha hecho mucho daño en Colombia y  que de él se han beneficiado no solo agentes del Estado, sino  las autodefensas, los narcos y,  por supuesto, las Farc. Pero, desde el punto de vista penal, es un delito con tentáculos, lo que lo hace complicado. Entonces,  pienso que sí, que se está dejando ligero, no olvidado, pero también que el proceso peligraría si se hubiera hecho mucho énfasis en el narcotráfico, precisamente por implicaciones como las extradiciones, los paramilitares y  un nivel de corrupción política asociado a él.

Otro de los ‘sapos’ que cuesta  tragarse es la posibilidad de ver a jefes de la guerrilla asociados a crímenes de lesa humanidad  en el Congreso...

Creo que es interesante no poner sobre esta negociación todo el peso de las contradicciones humanas. Sapos es una palabra perfecta, porque hay una serie de concesiones que los colombianos van a tener que hacer por el bien común, sin lugar a dudas. Todos los procesos de paz, empezando por el cierre de la Segunda Mundial, pasaron por concesiones, lo importante era definir lo irrenunciable, es decir, las cosas que no se podían dejar pasar.

En Colombia, aplaudo la centralidad de las víctimas, porque es una cosa irrenunciable y su trabajo es uno de los más organizados del mundo, pero hay un reto fascinante y es incorporar al país a una fuerza de varios miles de personas como son las Farc. Creo que se puede encontrar una fórmula que no sea hipócrita; nadie pretende borrar el pasado, pero si efectivamente se comprometen con un proceso penal con  garantías para ellos y condenas por los actos cometidos, ¿qué queremos los seres humanos? 

Los colombianos deben entender que no es solo que se sienten en el Congreso a tomar decisiones sino que se trata de desarmar y de transformar a la sociedad colombiana en una sociedad de paz y eso quizá pase por tener a algunas de estas personas allí.

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¿Y qué opina de haber solicitado la verificación de la ONU?

Creo que ha sido muy inteligente por parte de Colombia conseguir una resolución de Naciones Unidas que valide el acuerdo, y lo hizo cuando surge la necesidad de protegerlo, más allá del plebiscito del que se ha hablado para refrendarlo nacionalmente. Yo sé que hay mucha polaridad, expresidentes y otras personas en Colombia expertas en confundir a la población y en sembrar caos teórico e ideológico. Pero la  importancia de esa resolución es que, después, cuando una de las partes quiera boicotear o tomar decisiones que estén por fuera del acuerdo, se podrá recurrir a él como salvaguarda del mismo.                

¿Cómo analiza hoy el proceso de Justicia y Paz que se adelantó años atrás con las autodefensas?

Justicia y Paz fue innovador. Hizo una cosa buena, la desmovilización de los paramilitares, aunque hoy haya presencia de  ellos en varias zonas. Pero luego  empezaron a ver qué contaban y qué no y de alguna manera se burlaron de la veracidad del proceso. Creo que lo positivo es que todos decían que Colombia era un país complejo, pero no se ahondaba en las raíces del problema, entonces el proceso atrae una fisonomía del conflicto y se comienza a hablar de la violencia de otra manera, se conocen masacres, causas y efectos. Y creo que lo negativo fue  la poca participación real que al final tuvieron  las víctimas.

Con las extradiciones pactadas con los líderes de las AUC el proceso se interrumpió. Yo estoy siguiendo una causa contra alias Macaco, que está en  Florida, porque encontramos modos de que las víctimas tuvieran acceso a los procesos en EE. UU., que eran estrictamente por narcotráfico e intentamos darles a conocer a los jueces que estos señores no solo eran narcotraficantes sino que tenían toda esta violencia a sus espaldas, veremos en qué termina ese proceso.

En la Javeriana

Expertos internacionales y nacionales  analizarán hoy y mañana, en la Universidad Javeriana, el acuerdo de paz y el tema de las víctimas.Entre los participantes también  estarán  Dolores Delgado, fiscal de la Audiencia Nacional de España; Baltazar Garzón, experto en jurisdicción universal; padre Francisco de Roux, fundador del Programa de Paz en el Magdalena Medio; Diego Bautista, asesor de la Oficina del Alto Comisionado de Paz.Rodrigo Uprimni,  doctor en economía política, y José Ricardo de Prada y Fernando Andreu, magistrados de la Sala Penal de la Audiencia Nacional de España asistirán igualmente al evento.

 El senador Iván Cepeda   y el representante Alirio Uribe también están invitados.

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