"Señores de las Farc: Les tomo su palabra. Colombia entera les toma su palabra. Y la comunidad internacional es testigo. En adelante, su palabra será su única arma".
Era una cálida mañana la de aquel 27 de junio en Buenavista, vereda del municipio de Mesetas (Meta), cuando la guerrilla más antigua del continente entregó la última de las 7132 armas individuales que tenía su poder.
Emocionado, Juan Manuel Santos agregó: “Puedo decir, desde el fondo de mi corazón, que por llegar a este día, por vivir este día, por lograr este día, ha valido la pena ser Presidente de Colombia”. Y un improvisado auditorio al aire libre y atiborrado de guerrilleros, miembros de la ONU y ‘amigos’ de la Paz se unió en un aplauso que auguraba días felices para la reconciliación.
El general Álvaro Pico Malaver, quien hizo parte de la subcomisión técnica para el fin del conflicto que negoció el cese al fuego en La Habana y luego tuvo la misión de crear la Unidad Policial para Edificación de la Paz, UNIPEP, tiene el recuerdo intacto.
“Como Policía Nacional, cubrimos incluso la seguridad del lugar. Aunque resulte paradójico, nuestros hombres estuvieron a la entrada del evento haciendo las requisas, acompañando a las personalidades y viendo emocionados cómo se cerraba el último contenedor que tenía las armas”.
Sin embargo, 365 días después, cuando se sabe que las armas entregadas ascendieron a 8994 (6177 fusiles de asalto, 28 fusiles de precisión, 274 ametralladoras, 13 subametralladoras, 6 escopetas, 1817 pistolas, 170 revólveres, 268 morteros, 12 lanzacohetes y 229 lanza granadas) y nadie discute que desde que Gobierno y Farc pactaron el cese al fuego bilateral se han salvado más de 3000 vidas, el panorama es otro.
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“La paz no se puede reducir al silencio de los fusiles, sino a una verdadera reconciliación y convivencia entre sectores sociales que todavía se miran con mucho prejuicio, con odios y escepticismo, y eso es lo que tenemos que superar”, dijo ayer el alto comisionado para la Paz, Rodrigo Rivera, al invitar a la sociedad civil a sumarse a los Consejos Departamentales de Paz, que tienen la difícil misión de aterrizar en la realidad del territorio nacional la letra consignada en los Acuerdos.
A propósito de la dejación de armas que 10.015 excombatientes de las Farc hicieron el 27 de junio del 2018, El País consultó cuatro visiones distintas sobre ese proceso y sus consecuencias.
"El proceso no tiene tacha": General Álvaro Pico Malaver

General Álvaro Pico Malaver, Director de la Unidad Policial para la Edificacion de la paz.
Colprensa
¿Cuál ha sido el papel de la Unidad Policial para Edificación de la Paz desde la entrega de armas?
Acompañamos a las Farc y al personal de la ONU en la recolección de las armas y la extracción de las 750 caletas, conforme a lo estipulado en el Acuerdo, para llevarlas luego a los contenedores y su disposición final. Nosotros aseguramos por aire, tierra e incluso agua, la sacada de esos contenedores y el traslado a Bogotá. Después de inhabilitadas, la CSIVI, que es la Comisión de Seguimiento, decidió que las armas quedaran en custodia de la UNIPEP. Un grupo de 70 policías las trasladaron a Sogamoso, donde se están fundiendo para construir los tres monumentos.
¿Está de acuerdo con que el desarme ha sido el mayor éxito del proceso de paz con las Farc?
Absolutamente. Doy fe de que, como Unidad, recibí todas esas armas y se procedió de acuerdo a lo que coordinamos en La Habana, donde se establecieron tiempos y protocolos que se han cumplido cabalmente. El proceso no tiene tacha.
Pero no se ha tenido el mismo éxito con la seguridad en las zonas donde estaban las Farc...
En lo que corresponde a los 26 Espacios Territoriales, en cada uno de los cuales la UNIPEP tiene carabineros, no se han presentado incidentes, la situación es tranquila.
Sin embargo las disidencias de las Farc han hecho presencia cerca...
Se les llama disidencias, pero realmente a lo que están dedicadas es a actividades relacionadas con narcotráfico. No obedecen a una condición política, por eso son considerados delincuentes comunes y el tratamiento que hay que darles es el peso de la ley, de la Fuerza Pública, perseguirlos y capturarlos. Pero los porcentajes de disidencias son inferiores a los estándares en otros procesos de paz en el mundo entero.
La otra cara de la moneda es la violencia contra los excombatientes y quienes están cerca de ellos...
En los protocolos se han implementado garantías de seguridad para estas personas. Hay que protegerlas, realizar actividades de prevención y tomar medidas de investigación: la gran mayoría de estos casos están esclarecidos y es multicausal lo que ha originado esas muertes. Hay que brindarles todas las garantías para que se reincorporen a la vida civil.
¿Los colombianos aún no toman conciencia de lo que significó desarmar a una guerrilla que por 50 años generó violencia en el país?
No le hemos dado la magnitud que tiene este proceso de dejación de armas de las Farc y de reincorporación a la vida civil de esta guerrilla. La disminución que tenemos en heridos, muertos, secuestrados, la posibilidad de prestar un mejor servicio como policías... tener en las manos más de 9000 armas no es un asunto menor, poderlas sacar y que no vuelvan a causar daño y que ellos estén participando en la vida democrática, ha sido subvalorado para lo que representa para el país.
"No nos arrepentimos para nada de haber firmado la Paz": Carlos Antonio Lozada

Carlos Antonio Lozada, integrante de la Farc.
Colprensa
¿La dejación de armas es el mayor éxito del proceso de paz con las Farc?
Ese tema hace parte de un punto más amplio, el fin del conflicto, que también incluye la seguridad de los insurgentes y la seguridad de las comunidades en los territorios, así como el compromiso del Estado de acabar y desmantelar el fenómeno paramilitar. No se puede hablar de que haya sido un éxito total, porque hay compromisos pendientes del Estado.
¿Cree que el desarme se debió dar cuando se hubiera avanzado más en la reincorporación?
No nos arrepentimos para nada de haber firmado el Acuerdo. El balance que hay es el estricto cumplimiento de la honra de la palabra por parte de las Farc, y esperamos que siga avanzando la implementación y que finalmente el Estado terminé por honrar su palabra y cumplir los compromisos.
¿Se ratifica en que ustedes no volverán a las armas, así se modifiquen algunos puntos del Acuerdo?
Hoy, Farc es un partido político en la legalidad y vamos a seguir ese camino, más allá de que individualmente, ante los incumplimientos y la arremetida de sectores de extrema derecha próximos a entrar a gobernar por modificar los Acuerdos, terminen optando por renunciar, pero la decisión, como organización, es cumplir los compromisos adquiridos.
Muchos excombatientes temían que, tras dejar las armas, fueran objeto de un exterminio como la UP...
La sociedad colombiana no puede ser indiferente a la situación de seguridad que debe rodear a los excombatientes. Es necesario que ella reaccione a esas agresiones y asesinatos de nuestros militantes.
Las disidencias están alterando la tranquilidad, ¿cómo combatirlas?
Todo conflicto que genera violencia debe solucionarse por la vía del diálogo, porque está probado que la salida militar genera no solo víctimas sino que se prolonga demasiado en el tiempo, provocando otras situaciones complejas. Se debe avanzar en los diálogos con el ELN y buscar soluciones dentro del Estado de derecho al fenómeno paramilitar y los grupos residuales.
¿Qué les dice a los diez millones de colombianos que votaron por Duque, que prometió ajustar el Acuerdo?
Es una situación grave, porque está en entredicho la palabra del Estado con los compromisos a nivel internacional y el respeto por esos tratados y está de por medio la consolidación de la paz en el país, tras más de medio siglo de guerra. Lo que no puede suceder es que se entienda que esos diez millones de votos son un cheque en blanco para que estos sectores que ganaron las elecciones consideren que pueden hacer con los Acuerdos de Paz lo que ellos consideren, desconociendo la otra mitad del país, que se ha pronunciado decididamente por la paz.
"El desarme de las Farc no fue completo": Alfredo Rangel

Alfredo Rangel, senador del Centro Democrático.
Colprensa
Se asegura que el desarme de las Farc es el mayor éxito del proceso de paz, ¿qué opina?
El desarme de las Farc no fue completo. El mismo presidente Santos habló de que se iban a entregar 14000 armas y no se entregaron más de 9000. Cualquier cálculo permite recordar que fueron diez mil los fusiles que se trajeron desde Jordania y que se tiraron en paracaídas para las Farc en el caso que estuvo involucrado Montesinos. Además, las Fuerzas Militares calculan que habría cerca de 4000 o 6000 milicianos, cada uno de los cuales tiene una pistola y dos granadas: eso no fue entregado tampoco, y en las caletas, donde se suponía que estaban las armas de las Farc, se encontró en promedio 1,5 armas y las Fuerzas Militares, cuando encontraban las caletas a mutuo propio, encontraban un promedio 60 armas, lo que da una idea de que las Farc primero desocuparon esas caletas y después informaron su ubicación.
¿Pero sí acepta que ha bajado la violencia?
Sí, eso es un hecho. Desafortunadamente, el índice de homicidios, según la Fiscalía, en el primer trimestre de este año subió un 7 %, después de haber descendido durante los últimos 18 años y el mismo Fiscal General lo relaciona con el crecimiento inusitado del narcotráfico en Colombia, al punto que hoy hay la mayor cantidad de coca que jamás haya habido en el país y la producción más alta de cocaína en toda la historia.
Es cierto que la inseguridad ha regresado a algunas zonas del país por cuenta de las disidencias de las Farc y de los asesinatos de líderes sociales y excombatientes, ¿qué hacer frente a esa situación?
El incremento de la violencia es derivado del auge de narcotráfico. La única forma de reducir la violencia y el crimen y el homicidio en Colombia es combatir con toda contundencia el narcotráfico, cosa que no hizo el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos.
Algunas personas temen que si el Gobierno incumple los Acuerdos algunos excombatientes se puedan rearmar...
No creo. Esos son cantos de sirena que nunca han resultado ciertos. Igualmente decía el presidente Santos que si se rechazaba el Plebiscito iba a volver la guerra urbana, se iban a destruir las ciudades y que la guerrilla iba a abandonar las conversaciones y nada de eso resultó cierto.
Pero si desarme fue incompleto, ¿cómo usted dice, dónde estarían esas armas?
Pues solamente las Farc lo saben y debería haber una exigencia de parte del Gobierno de que den cuenta de todas las armas que no entregaron.
¿Qué le dice a los ocho millones de colombianos que votaron no por Petro sino en favor de los Acuerdos de Paz?
Que lo sustancial de los Acuerdos se va a mantener, pero que lo que ha rechazado el pueblo colombiano en las urnas, como fue la impunidad, la elegibilidad política a los responsables de crímenes atroces, será ajustado y reformulado en el próximo Gobierno.
“Esperamos que todo el país sea consciente de lo valioso del fin del conflicto”: Fernando Fleitas, coordinador de Operaciones del Mecanismo de Monitoreo y Verificación de la ONU

Fernando Fleitas, coordinador de Operaciones del Mecanismo de Monitoreo y Verificación de la ONU
Foto: Especial para El País
¿Qué balance hace de la seguridad actual en las zonas donde había presencia de la guerrilla un año después del desarme de las Farc?
Los principales índices de violencia han bajado a nivel nacional y en la mayoría de las zonas de conflicto. La abierta confrontación militar que se vivió hace 5 o 10 años ya no se produce. Sin embargo, sigue siendo preocupante el asesinato de excombatientes fuera de los espacios territoriales, el resurgimiento de la violencia en varias de las zonas más afectadas por el conflicto y el persistente historial de asesinatos de líderes comunitarios y sociales.
¿Está de acuerdo con que el desarme es el mayor éxito del proceso de paz con las Farc?
Es uno de los grandes logros de este proceso, así como también lo fue el cese al fuego que se dio antes y durante todo el proceso de dejación de armas. En un conflicto, el cese al fuego puede ser de horas, días, y puede quebrarse fácilmente, aquí duró meses y sin mayores inconvenientes. Un dato importante para mencionar es que, según el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, CERAC, durante el cese se dejaron de perder por lo menos 673 vidas en un periodo de tan solo diez meses y el proceso de paz previno, al menos, la muerte de 2796 personas, cifra que incluso puede ser mayor según el periodo con el que se compare. Otro éxito fue el Mecanismo Tripartito de Monitoreo y Verificación, que es una buena práctica y que puede que se replique en otros procesos.
Se teme que, producto de incumplimientos del Gobierno o de que se cambie el Acuerdo, los excombatientes vuelvan a armarse. ¿La ONU puede dar fe de que las Farc ya no tienen armas en su poder y qué tan posible ve esta opción?
La ONU recibió todas las armas con las que llegaron los integrantes de Farc a las entonces zonas veredales y todas esas armas, así como las que se sacaron de las caletas durante el proceso de dejación de armas, fueron inhabilitadas de acuerdo con normas establecidas por la Organización para este tipo de procesos, logros muy pocas veces vistos, pues en el caso colombiano el promedio de dejación fue de casi dos armas por excombatiente, en comparación a estándares internacionales en donde, por lo general, por cada 2 o 3 excombatientes se recibe un arma.
¿Le parece que los colombianos sí han valorado suficientemente el hecho de que se haya desmovilizado una organización que generó violencia durante más de 50 años en el país?
Hay mucha esperanza y optimismo en muchas comunidades que sufrieron los horrores de la guerra, del conflicto, en muchas veredas y municipios, la población civil vive tranquila hoy día y los niños y niñas pueden caminar y jugar en paz en sus comunidades, gracias a este proceso. Esperamos que todo el país sea consciente de lo valioso del fin del conflicto y de la importancia de fortalecer el proceso de reincorporación de los y las excombatientes de las Farc y los demás puntos acordados. La dejación de armas es un tema de consenso nacional.
¿Cuáles son las tareas que en este momento adelanta la Misión de la ONU de cara a la implementación de los Acuerdos?
El mandato que tiene la Misión de la ONU es el de verificar la implementación de lo acordado entre el Gobierno de Colombia y las Farc en los puntos 3.2 y 3.4 del Acuerdo Final. Estos son la reincorporación de las Farc a la vida civil -en lo económico, lo social y lo político y las garantías de seguridad para los excombatientes, sus familias y para las comunidades que más han sufrido el conflicto. Para cumplir con esto, la Misión tiene personal viviendo y trabajando en algunas de las zonas más alejadas e inaccesibles del país, para cubrir las áreas donde hoy en día están los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) y los Nuevos Puntos de Reagrupamiento (NPR), que es donde están llevado a cabo sus proyectos de vida los excombatientes.
Uno de los monumentos que se harán con las armas va a quedar en Bogotá, otro en la sede de la ONU y el otro en Cuba. La construcción la coordina el Ministerio de Cultura.