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Instalación de la mesa de negociación con el ELN. | Foto: Colprensa / El País

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"El ELN hizo trizas la paz", análisis de un experto en conflicto armado

Víctor de Currea-Lugo, analista de conflicto armado y docente de la Universidad Nacional habla sobre el panorama nacional tras el reciente atentado del ELN contra la Escuela de cadetes de la Policía.

22 de enero de 2019 Por: Víctor de Currea-Lugo - Especial para El País

Finalmente el ELN reconoció su responsabilidad en el ataque a la Escuela de Cadetes. Condenable acción que labró el repudio de los colombianos. Además de dejar 21 personas muertas, cerró las puertas a la negociación, pateó el apoyo de quienes creemos en la paz, reencauchó el Fiscal, dio legitimidad al Gobierno Duque y nos devolvió a la lógica de la Guerra contra el Terror.

El ELN no aprendió a hacer política. No leyó el rechazo que produjo la bomba del barrio La Macarena, el ataque al cuartel de Policía en Barranquilla ni la larga cadena de acciones de las Farc que les llevaron a no lograr ser alternativa política después del proceso de paz.

Responder en términos del derecho humanitario es creer que el conflicto es un asunto jurídico y no político. Realizar una acción de este tipo, reprochable, justo cuando el movimiento estudiantil retomaba sus movilizaciones y la sociedad se volcaba a pedir la renuncia del Fiscal es demostrar alta incapacidad de leer el momento político y la realidad de la Colombia de hoy.

La Policía y las autoridades cayeron en el ‘Síndrome del grafitero’: por querer tapar sus propios errores, terminaron por alimentar una gran desconfianza en la sociedad, que tiene todo el derecho a pedir y a obtener la verdad de lo sucedido.

En las calles y en las redes, la sociedad se polarizó más que nunca: hay muertos de primera y muertos de segunda, hay marchas aprobadas y otras perseguidas. El ELN tiene una responsabilidad mayúscula en darle un nuevo aire a la extrema derecha. Contribuyó a aumentar la polarización del país.

El condenable atentado opacó todos lo demás debates nacionales sobre fraudes, corrupción o políticas educativas. Desvió la presión social sobre el Fiscal, quien salió a dar un parte oficial extremadamente eficaz, no solo para los estándares colombianos sino internacionales...

Por otra parte, es cierto que el Gobierno Duque nunca se reunió con el ELN, siempre buscó romper la Mesa, impuso una larga cadena de exigencias para reactivar el diálogo. Pero el ELN, en vez de apoyarse en sectores sociales que apoyamos la salida negociada, incluyendo un sector del Gobierno anterior, optó por la actitud infantil del ataque. Inmensa contradicción entre pedir la participación de la sociedad para la paz, al tiempo de ser sordos al clamor de rechazo a actos violentos.

Duque aprovecha su talante para regionalizar el hecho, formulando una encerrona a los Gobiernos de Cuba y de Venezuela. Debemos recordar que es el Estado colombiano el que pidió a un grupo de países su acompañamiento en estos diálogos, bajo reglas de juego que incluyen incluso el posible rompimiento abrupto del proceso.

Buscar que los países acompañantes violen los pactos establecidos es colocar la diplomacia colombiana en el peor nivel, y sugerir que el respeto a lo pactado es complicidad con la guerrilla, es un acto ruin. Faltar a la palabra dada por Colombia a otro Estado en materia de los protocolos ante una ruptura intempestiva de la Mesa con el ELN fortalece una corriente regional de opinión para aislar a Cuba y Venezuela.

El Gobierno Duque continuará con la tendencia de incumplirle a las Farc, tratará de torpedear la JEP y renacerán las viejas tesis de la guerra contra el terror. Ese invento de George Bush hijo, tiene varias narrativas: no hay causas para los conflictos armados, es un enfrentamiento entre ciudadanos y terroristas, no aplica el DIH (aunque en el caso colombiano está contemplado en la Constitución), reduce el ejercicio de los derechos humanos, permite la calumnia y la posverdad, controla los medios de comunicación, afecta la libertad de prensa, estigmatiza a todos los contradictores, define como terrorismo las acciones del contrario y justifica las propias, refuerza la noción de armar y organizar civiles, fortalece el nacionalismo, y, lo más importante, eleva la seguridad a un valor absoluto que permite la negación de todo lo demás...

Eso somos. Negar esa realidad y creer que la política es de ángeles, es caer en la ingenuidad de que la paz se construye con abrazos. Desde esa realidad, vendrán días peores. El ELN le hizo la tarea a los uribistas: hacer trizas la paz.

El debate central hoy en Colombia es si optamos por la paz, con todas sus complejidades, u optamos por la guerra con todo su dolor. Ahora, debemos reconocer que en el Estado y las élites se impuso el regreso al uribismo y en el ELN el retorno a la barbarie. En la sociedad, derechizada y eclipsada por la guerra, los que venimos defendiendo la salida negociada quedamos aún más aislados.

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