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En el castillo de naipes en que se ha convertido la política brasileña, el turno de caer le correspondió a...

14 de septiembre de 2016 Por: Anónimo .

En el castillo de naipes en que se ha convertido la política brasileña, el turno de caer le correspondió a Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara de Diputados.El político ultraconservador, compañero de huestes del hoy mandatario Michel Temer y quien fue el artífice del juicio a Dilma Rousseff que la destituyó como presidenta de Brasil, salió también expulsado de su cargo.Enredado en las acusaciones de corrupción por el caso Petrobras, que ha salpicado a los partidos y tiene dando explicaciones a figuras como el expresidente Lula Da Silva, la suerte de Cunha la decidieron sus compañeros, quienes lo consideraron indigno de su cargo por negar una cuenta a su nombre en Suiza con dineros de dudosa procedencia.Es la bajeza en la que cayó la política brasileña al recurrir al clientelismo y las negociaciones para mantenerse en el poder.La consecuencia de esos actos es el derrumbe de su credibilidad, que ha obligado a tomar decisiones como las que llevaron a la salida de Dilma y de Cunha, cabezas de una lista que aún no se conoce completa.Si bien ya se han dado los juicios políticos en el Parlamento, aún faltan los procesos judiciales, que pueden terminar en duras penas para los responsables.Lo que se espera ahora es que haya una voluntad real de garantizar la transparencia en las instituciones del Estado y en sus más altos cargos públicos.Y que países como Colombia, afectados igual por la corrupción, tomen de ejemplo los pasos que está dando Brasil para lograrlo.

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