La tragedia de Beirut
Con 137 muertos, más de 5000 heridos y 300.000 personas damnificadas, la explosión del martes pasado en el puerto de Beirut es una de las peores tragedias que ha vivido el Líbano.
Con 137 muertos, más de 5000 heridos y 300.000 personas damnificadas, la explosión del martes pasado en el puerto de Beirut es una de las peores tragedias que ha vivido el Líbano.
La causa de la explosión está en un cargamento de 2750 toneladas de nitrato de amonio abandonadas hace siete años en una bodega, que la pesada y corrupta burocracia no permitió evacuar.
La tragedia se produce en un momento crítico para el Líbano sumido durante años en una confrontación política y social derivada de sus problemas económicos.
El país vive su peor hora, con una economía débil, una deuda externa que equivale al 170% de su Producto Interno Bruto y la incapacidad de cumplir con sus obligaciones y con el pago de sus acreencias.
Hoy el 45% de su población vive por debajo de los niveles de pobreza, el desempleo supera el 25%, los servicios públicos son precarios, y tiene una clase política que no parece capaz de brindar soluciones.
A ello se suman las repercusiones de la guerra en su vecina Siria que ha provocado el ingreso de 1,5 millones de refugiados, así como los recientes efectos del Covid-19.
El descontento es general, como lo demuestran las protestas que no han cesado y provocaron a principio de este año la renuncia del primer ministro Saad Hariri.
Es en ese panorama de incertidumbre en el cual el Líbano deberá emprender la recuperación de Beirut y del puerto que es esencial para su economía.
Para ello necesitará de la solidaridad internacional.