Imposible retroceder
Ya Colombia sufrió lo suficiente con las minas antipersona, por eso no puede permitir que su zona rural vuelva a llenarse de esos artefactos y que se pierda el esfuerzo para desminar el país.
Colombia ha hecho un esfuerzo importante para despejar de minas antipersona el territorio nacional.
Luego de décadas de sufrir los efectos de esa práctica inhumana y perversa, que en tres décadas lesionó o mató a 11.400 colombianos, el país ha conseguido declarar libres de tales artefactos a 264 municipios y dos departamentos.
Sin embargo, el trabajo positivo que se ha hecho estaría en riesgo por la aparición de nuevos campos sembrados con esas minas escondidas, invisibles y que pueden causarle daño a cualquiera.
Según el Gobierno Nacional, en los meses recientes se han detectado nuevas zonas en las que el narcotráfico, paramilitares o disidencias de la guerrilla estarían colocando esos aparatos explosivos, para evitar el ingreso de la Fuerza Pública o de los pobladores a ciertos territorios.
Esa es la razón para que de 56 accidentes reportados en todo el 2017 se haya pasado a 101 casos ocurridos en lo que va de este año.
Si algo representa la maldad de la guerra y viola los derechos humanos más elementales, esas son las minas antipersona.
Ya Colombia sufrió lo suficiente con ellas, por eso no puede permitir que su zona rural vuelva a llenarse de esos artefactos y que se pierda el esfuerzo para desminar el país.
Y mucho menos que los criminales las usen para amedrentar y perpetuar sus negocios.