El negocio de la muerte

Cuando Estados Unidos registra los más altos índices de muertes violentas provocadas con arma de fuego, se conoce que ese fue el producto más vendido durante el Black Friday, el día de los grandes descuentos en el país norteamericano.

Ni los 33.900 asesinatos registrados este año, ni las masacres ocurridas en Las Vegas y Sutherland Springs que dejaron 85 fallecidos fueron suficientes para impedir que toda clase de armamento se vendiera casi sin restricciones.

Es la banalización de la muerte y la comercialización de la violencia en una Nación en la que bajo el pretexto del derecho a la defensa personal cualquiera puede hacerse a una ametralladora o a un fusil de alto calibre.

Basta con no tener reportes judiciales, que fue como los autores de las dos matanzas masivas ocurridas con menos de un mes de diferencia, consiguieron las armas pesadas con las que atacaron a personas indefensas.

Sólo en el ‘viernes negro’ el FBI recibió 203.086 solicitudes de información de antecedentes de las armerías, cifra récord que supera en 30.000 el número de verificaciones del año anterior.

Parece inexplicable que aquello que tantas muertes le está ocasionando a la sociedad estadounidense sea el éxito principal de la ofensiva de ventas que se desata para el día después de Acción de Gracias.

¿Se habrán preguntado las autoridades cuántos asesinos o masacres potenciales se pueden estar incubando con esa frivolidad frente a la muerte?