Daño irreparable
Con la captura de José Antonio Calvacante en el departamento del Chocó, la industria de minería ilegal que dirigía este...
Con la captura de José Antonio Calvacante en el departamento del Chocó, la industria de minería ilegal que dirigía este brasileño en Colombia parece llegar a su fin.Durante once años Calvacante contaminó ríos y destruyó ecosistemas, a la vez que se alió con organizaciones criminales para mantener su negocio.Fue un largo periodo de tiempo el que pasó antes de detener a quien, según las autoridades, utilizó sus conocimientos de ingeniería para modificar las dragas tradicionales y convertirlas en unos monstruos llamados dragones brasileños, más efectivos y con más capacidad de arrasar el medio ambiente. Con el fin de extraer oro, tenía 16 de estas máquinas distribuidas en Chocó, Antioquia, Nariño y Cauca, en donde desapareció el río Sambingo debido a la explotación indiscriminada a la que fue sometida su cuenca.Su negocio estuvo protegido por grupos como el ELN y el Clan Úsuga, mientras pagó a supuestos líderes comunitarios para impedir la intervención de las autoridades.Ahora, quien antes participó en el daño causado por la minería en el Amazonas brasileño y después trasladó su criminal negocio a Colombia, deberá responder ante la justicia por el irreparable daño que ocasionó.Mientras tanto, el deber de las autoridades será evitar que la minería ilegal siga acabando con los recursos naturales y proteger regiones como el Chocó, una de las zonas con más biodiversidad del planeta, la más lluviosa del mundo y a la vez la más afectada por la ilegalidad.