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Y nada cambia

"Nada ha cambiado en las Farc, a pesar del rechazo que reciben en Colombia y en la comunidad internacional. Ni siquiera los frecuentes y duros golpes que les propina la Fuerza Pública parecen suficientes para lograr el cambio de actitud que permita dispersar el escepticismo que acompaña a los diálogos de La Habana".

13 de febrero de 2013 Por:

"Nada ha cambiado en las Farc, a pesar del rechazo que reciben en Colombia y en la comunidad internacional. Ni siquiera los frecuentes y duros golpes que les propina la Fuerza Pública parecen suficientes para lograr el cambio de actitud que permita dispersar el escepticismo que acompaña a los diálogos de La Habana".

Mientras los equipos negociadores del Gobierno y las Farc se disponen a iniciar la cuarta ronda de conversaciones en la Habana, Cuba, Colombia se apresta a presenciar un nuevo show publicitario con la liberación de los dos policías y el soldado secuestrados por la guerrilla en el mes de enero. Es la repetición de estrategias en las que los violentos usan los crímenes de lesa humanidad para presionar concesiones imposibles. Durante la última ronda, lo usual fue recibir consignas y propuestas de los representantes de las Farc que desbordan el marco pactado con las autoridades, mientras el asunto de la tierra avanza con lentitud. Desde la legalización de los cultivos ilícitos hasta la exigencia de liberar a alias ‘Simón Trinidad’, pasando por posiciones que consideran normal el cometer secuestros, fueron los temas que los delegados de la guerrilla plantearon. Incluso, alguno de ellos habló de cambiar el acuerdo firmado en agosto pasado. Tan intensa utilización de los medios puede ser considerada como un desconocimiento del compromiso de confidencialidad y de la seriedad que se espera en un diálogo sobre el cual están puestas las esperanzas para terminar el conflicto mediante la negociación. Sin embargo, todo puede esperarse de las Farc, en cuyos dirigentes prima el interés por usar el espacio abierto en Cuba para hacer proselitismo y desviar la atención de lo que se supone están negociando. Es como si pretendieran revivir la estrategia que aplicaron en los diálogos del Caguán, donde jamás pasaron del simple enunciado de una larga lista de temas, mientras arreciaban su violencia. Y en tanto los secuestrados eran usados para el chantaje público. Es lo que ocurre ahora, cuando de nuevo se monta un tinglado publicitario alrededor de la liberación de los tres servidores públicos. Entrega de coordenadas, nombramiento de comisiones para realizar la devolución de las víctimas y declaraciones reiterando la voluntad pacifista y respetuosa de los Derechos Humanos de las víctimas, es el discurso que deben soportar los colombianos a cambio de que sean devueltos a la libertad.Nada ha cambiado en las Farc, a pesar del rechazo que reciben en Colombia y en la comunidad internacional. Ni siquiera los frecuentes y duros golpes que les propina la Fuerza Pública parecen suficientes para lograr el cambio de actitud que permita dispersar el escepticismo que acompaña a los diálogos de La Habana. Por eso, con cada declaración y cada atentado contra los Derechos Humanos crece el pesimismo, a pesar de los intentos por convencer que el acuerdo para terminar el conflicto parece próximo. Por su parte, la delegación del Gobierno ha actuado hasta ahora con serenidad y prudencia, evitando el debate público que puede abortar una iniciativa pacientemente elaborada y trabajada por el presidente Juan Manuel Santos. Esa actitud es la que permite abrigar alguna esperanza en que las Farc han cambiado y quieren la paz, no obstante su discurso con el cual pretenden evitar el momento en el cual deben asumir la responsabilidad que les corresponde por sus crímenes contra los colombianos.

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