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¿Y el pacto por la transparencia?

En teoría y ante la importancia de lo que está en juego, estas elecciones deberían concitar el interés de los ciudadanos y llamar a la responsabilidad de los partidos y del Estado para garantizar decisiones...

1 de septiembre de 2019 Por: Editorial .

A ocho semanas de realizarse las elecciones regionales y locales, se vuelve a poner de presente la necesidad de ofrecer transparencia, seguridad y confianza en un proceso en el cual se define quiénes manejarán los destinos de departamentos y municipios en los próximos cuatro años. Es el momento para insistir en la necesidad de proteger la democracia de los vicios y las amenazas que la ponen en riesgo.

Miles de cargos de representación popular serán los que los colombianos definirán con su voto el próximo veintisiete de octubre en cargos que van desde treinta y dos gobernadores y mil ciento veintidós alcaldes, pasando por los concejales, diputados y ediles. Es uno de los eventos de mayor significación para la institucionalidad, y, ante todo, para la administración de más de cien billones de pesos al año, que deben ser usados en la atención de las necesidades, de la seguridad, en el suministro de servicios públicos y en la construcción de la infraestructura y las obras necesarias para garantizar el progreso y las oportunidades en todo el territorio nacional.

En teoría y ante la importancia de lo que está en juego, estas elecciones deberían concitar el interés de los ciudadanos y llamar a la responsabilidad de los partidos y del Estado para garantizar decisiones adecuadas al tamaño de las responsabilidades que se reparten en esos comicios. Sin embargo, es patente la dificultad del Estado para vigilar esa transparencia y el interés de muchos factores por apoderarse de lo que para muchos es un enorme botín de poder y riqueza que puede ser comprado o en otros casos mantenido a punta de puestos, cargos y clientelismo.

Tan delicada es la situación que la Presidencia de la República citó a los partidos para firmar dos pactos. El primero, el ‘Pacto Ético por la Información’, suscrito por diecisiete partidos y en el cual se incluyen entendimientos con Twitter, Google y Facebook, para el manejo transparente y verídico de las ideas a través de medios de comunicación y las redes sociales. Es la forma de responder a la guerra sucia para descalificar a los rivales e influir la decisión de los electores con mentiras, que en principio será dirigida por la Registraduría Nacional.

El otro es el denominado ‘Pacto por una cultura política y la no violencia en la campaña electoral’, compromiso firmado por doce partidos y movimientos que pretende realizar una campaña en la que prime el debate de las ideas y propuestas y se rechace el odio y la agresión. Es una convocatoria recurrente que busca, muchas veces sin éxito, desterrar la violencia de la política.

Sobre esas bases, se espera que las próximas elecciones sean tranquilas. Sin embargo, falta el compromiso de los elegidos con la transparencia en el manejo de los recursos que tendrán en sus manos. Recursos cuyo monto, repetimos, puede superar los cien billones de pesos anuales.

Esa es la verdadera dimensión de lo que se votará el próximo veintisiete de octubre. Y de ahí la trascendencia de unas elecciones en las que están en juego los recursos que pueden resolver muchos de los problemas de la provincia colombiana.

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