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Víctimas de la barbarie

Colombia está desolada por la ejecución que padecieron esos cuatro servidores públicos, héroes que arriesgaron su vida para defender los derechos de millones de colombianos.

28 de noviembre de 2011 Por:

Colombia está desolada por la ejecución que padecieron esos cuatro servidores públicos, héroes que arriesgaron su vida para defender los derechos de millones de colombianos.

De nuevo, la brutalidad de las Farc se ensaña contra sus víctimas inermes, produciendo desolación entre los familiares de quienes caen abatidos por la insania de quienes no tienen más argumentos que el secuestro, la violencia y el asesinato aleve. Y generando el repudio de la Nación y del mundo entero al salvaje crimen que cometen a diario contra los secuestrados.El coronel Edgar Yesid Duarte, el mayor Élkin Hernández, el sargento Libio José Martínez y el intendente Álvaro Moreno llevaban más de una década en poder del sanguinario grupo de secuestradores. Y fueron fusilados cuando sus captores escucharon al Ejército acercarse al campamento de la muerte donde los tenían confinados. Tiros de gracia en la cabeza y en la espalda fue la respuesta que recibieron de quienes durante su largo cautiverio los tuvieron amarrados con cadenas.Las responsables de la masacre son las Farc y sus acostumbrados propagandistas. Fueron ellos los que les quitaron la libertad a sus víctimas y la usaron como mercancía para conseguir audiencia y reconocimiento. Y para tratar de obligar a Colombia a una negociación imposible, la de aceptar que los vejámenes a la dignidad de los seres humanos son instrumento válido para conseguir ventajas y extorsionar a un país.Hoy, Colombia está desolada por la ejecución que padecieron esos cuatro servidores públicos, héroes que arriesgaron su vida para defender los derechos de millones de colombianos. Ellos soportaron un cautiverio prolongado y entregaron sus vidas en la brutalidad que rige a las Farc, donde no cabe la reflexión ni el respeto por los Derechos Humanos; donde el atropello, el terror y la destrucción son argumentos y los cautivos son fichas que mueven en un juego del cual participan quienes tratan de lograr beneficios políticos.Por fortuna, el sargento de la Policía Luis Alberto Erazo pudo escapar de la matanza ejecutada por sus carceleros. Se salvó de la insania de quienes no saben ya cuál es su causa ni si vale la pena su militancia en un movimiento corroído por el narcotráfico y desgastado por los golpes que les ha propinado la Fuerza Pública. Gente que se limita a deambular por la selva y delinquir sin un propósito claro, abusando de la indefensión de sus víctimas que usan como escudo.Ya van 31 secuestrados asesinados por las Farc. Fusilados por razones como la llegada de la Fuerza Pública, como el ex ministro Gilberto Echeverri y el ex gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria. O como Consuelo Araujo, la ex ministra que fue secuestrada y asesinada para liberarse del acoso de sus perseguidores. O como los once diputados del Valle que fueron masacrados por la paranoia de sus victimarios. A ellos se suman los soldados y policías que fueron muertos cuando buscaban su libertad, como si les cobraran su naturaleza humana. Que no haya más secuestrados es lo que le reclama la humanidad a las Farc. Que liberen a los once servidores públicos en su poder, es el requisito necesario e irrenunciable para empezar a pensar que sí es posible establecer una negociación seria que termine con la barbarie de una guerrilla que no tiene razón de ser.

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