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Venezuela, dividida

A pesar del ventajismo, la maquinaria y las medidas económicas, el chavismo no arrasó en las elecciones, ni fue capaz de vencer la enorme abstención. Eso es un síntoma de que el gobierno cuenta con una masa de críticos que no da su brazo a torcer.

11 de diciembre de 2013 Por:

A pesar del ventajismo, la maquinaria y las medidas económicas, el chavismo no arrasó en las elecciones, ni fue capaz de vencer la enorme abstención. Eso es un síntoma de que el gobierno cuenta con una masa de críticos que no da su brazo a torcer.

Tras una campaña electoral que el rector del Consejo Nacional Electoral Vicente Díaz calificó como “la más ventajista de la historia de Venezuela”, el chavismo en el gobierno de Nicolás Maduro apenas si alcanzó una corta victoria en el conteo general de votos, aunque perdió en las principales ciudades de Venezuela.De allí que ambos bandos, tanto el opositor como el chavista se atrevan a reclamar el triunfo. Pero el sabor del éxito se siente más en las bocas de la oposición que retuvieron la Alcaldía de Caracas y la de Maracaibo, las dos grandes y más ricas ciudades de Venezuela, a las que agregó capitales como Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal, Trujillo y especialmente Barinas, cuna del fallecido Hugo Chávez. ‘Las joyas de la corona’ quedaron en manos de la oposición. Esto, que es lo más significativo, no lo dicen las cifras finales, que muestran una leve ventaja para el gobierno del Partido Socialista Unido de Venezuela. Pero ellas sí dicen que la nación vecina está dividida en dos mitades irreconciliables, una de las cuales tiene todas las ventajas del poder a su favor, incluida la presencia del Ejército en el gobierno.Los medios internacionales pudieron constatar el proselitismo político que hicieron partidarios del chavismo en el barrio de Petare, en Caracas, así como la maquinaria electoral y la parcialidad de las cadenas de televisión. Antes de las elecciones Maduro decretó leyes para rebajar los precios de casi todo en el mes antes de Navidad, celebración que además adelantó de manera oficial. Las medidas, tachadas por la oposición de “electoreras”, subieron la popularidad del Mandatario.A pesar del ventajismo, la maquinaria y las medidas económicas, el chavismo no arrasó en las elecciones, ni fue capaz de vencer la enorme abstención. Eso es un síntoma de que el gobierno cuenta con una masa de críticos que no da su brazo a torcer. Más aún, dada la victoria en las grandes ciudades del país, puede afirmarse que la oposición al chavismo cuenta con el apoyo de la ciudadanía.No fue Nicolás Maduro el héroe de la campaña. Más bien el opositor Henrique Capriles quien hizo gran esfuerzo para recorrer tres Estados al día. Destruyeron una tarima donde esperaba hablar, trataron de incendiar su camioneta y detuvieron a su jefe de giras sin dar explicaciones. “Hice todo lo que humanamente estuvo a mi alcance”, dijo el líder opositor. Un Capriles fatigado, que bien podría sentirse satisfecho de haber vencido la maquinaria absolutista, mostró su estatura de dirigente al afirmar que “Venezuela no tiene dueño” y “es un país dividido”. Contrasta su actitud con el triunfalismo de Nicolás Maduro, que perdió el pulso con la oposición en las principales ciudades del país.Hoy los venezolanos se enfrentan en las calles de nuevo a la escasez, la inseguridad y la inflación. El gobierno chavista sabe de su debilidad y la oposición, pese a la aparente derrota, sabe de su fortaleza. Pero contrario a lo que podría esperarse si existiera una democracia, lo que se espera es la agudización de un régimen que destruye las libertades y profundiza el mal gobierno en Venezuela.

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