El pais
SUSCRÍBETE

Una tanda más

"...las Farc tendrá que reconocer que las circunstancias han cambiado porque el país prefiere respaldar la lucha del Estado contra la violencia que creer en sus engaños".

17 de febrero de 2011 Por:

"...las Farc tendrá que reconocer que las circunstancias han cambiado porque el país prefiere respaldar la lucha del Estado contra la violencia que creer en sus engaños".

La entrega del mayor de la Policía Guillermo Solórzano y del cabo del Ejército Salín Antonio Sanmiguel fue el final de un largo esfuerzo por devolverles la libertad que les habían arrebatado las Farc hace más de tres años. Al cumplir la labor que los secuestradores ofrecieron como “homenaje humanitario” a la ex senadora Piedad Córdoba, la Comisión de la Cruz Roja Internacional y la colaboración del Gobierno del Brasil y de sus pilotos y operarios deben recibir el agradecimiento de Colombia.Ayer, mientras sus familiares agitaban avisos que decían “no más secuestros” y sin que fueran necesarios aparatos publicitarios y declaraciones llenas de promesas de la ex senadora Córdoba, los servidores públicos recuperaron sus derechos como seres humanos en las montañas de Miranda, norte del Cauca. Nada hubo de grandioso en la actitud de sus victimarios, quienes incumplieron la cita del pasado domingo en el Tolima y trataron de explotar a fondo la operación con la cual pretenden demostrar su respeto por los Derechos Humanos de sus víctimas. Fue un acto sencillo, producto del rechazo del Gobierno Nacional a la actitud mentirosa de las Farc.Como era de esperarse, los intérpretes de las actuaciones de las Farc ven en esas liberaciones un mensaje de paz. Y algunos como la presidenta de Colombianos y Colombianas por la Paz se ofrecen como agentes del Gobierno para plantear un nuevo proceso de diálogo, sin duda al estilo de los que ha acostumbrado ese grupo a través de la historia. No hubo manera de impedir que su actuación como facilitadora en las entregas de secuestrados, exigida por los secuestradores, fuera usada para reclamar el reconocimiento de razones políticas en esos crímenes.Por fortuna, el presidente Juan Manuel Santos actuó con la rapidez necesaria para aclarar las cosas sobre la pretendida vocería. Y para reiterar las exigencias que la Nación ha definido como requisito: liberación de todos los secuestrados, no más secuestro, no más terrorismo, no más violencia. Al quedar claro ese punto, las Farc tendrá que reconocer que las circunstancias han cambiado porque el país prefiere respaldar la lucha del Estado contra la violencia que creer en sus engaños.Se cumplió un ciclo de devoluciones ofrecido por la guerrilla como un supuesto gesto de buena voluntad. Fueron seis las personas que recuperaron la libertad, dos concejales de municipios del Meta y el Huila, y cuatro miembros de la Fuerza Pública. Durante tres meses, los medios de comunicación debimos cubrir unos hechos en los cuales se jugaba la vida y la libertad de esos colombianos, a la vez que debíamos registrar las actuaciones de las Farc.Eso era lo que pretendían. Ahora, el interés de la Nación se centra en los 16 servidores públicos que aún están en cautiverio. Como José Livio Martínez, que cumplió trece años en poder de sus victimarios, ellos son los secuestrados más antiguos del planeta. Son el símbolo de la atrocidad que cometen las Farc contra la dignidad humana. Y nosotros los medios volveremos a referirnos a ellos, interpretando el sentir de la Nación y rogando porque al fin termine la insania contra lo seres humanos.

AHORA EN Editorial