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Una deuda que se salda

"Hasta ayer, aún siete años después de haberse clausurado Navarro, los lixiviados cayeron sin control ni tratamiento al río Cauca, a escasos 150 metros de la bocatoma del acueducto que surte de agua a dos millones de caleños. Los daños que se le ocasionaron al medio ambiente y a la salud pública de Cali son aún incalculables, pero hoy y a futuro reflejarán hasta dónde puede llevar la insensatez de quienes no tomaron decisiones a tiempo".

23 de septiembre de 2014 Por:

"Hasta ayer, aún siete años después de haberse clausurado Navarro, los lixiviados cayeron sin control ni tratamiento al río Cauca, a escasos 150 metros de la bocatoma del acueducto que surte de agua a dos millones de caleños. Los daños que se le ocasionaron al medio ambiente y a la salud pública de Cali son aún incalculables, pero hoy y a futuro reflejarán hasta dónde puede llevar la insensatez de quienes no tomaron decisiones a tiempo".

La deuda ambiental y de salud pública que le generó durante 40 años el ‘basuro’ de Navarro a Cali empezó a saldarse ayer al entrar en funcionamiento la planta de tratamiento de lixiviados. Nada revertirá los daños causados por la contaminación y la desidia de varias administraciones indiferentes e indolentes, pero ya es posible pensar en un futuro más sano.A partir de los años 80 los caleños vieron cómo el paisaje del sur de la ciudad comenzó a cambiar, a medida que crecían las montañas formadas por la acumulación de toneladas de desperdicios que a diario se depositaban en Navarro, sin ningún control técnico. A la par observaron el mercado de miseria que se generó a su alrededor con la llegada de miles de recolectores que escarbaban en las basuras buscando algo para su sustento, o cómo se levantó en inmediaciones un barrio de recicladores, y el provecho politiquero que algunos sacaron de la situación.Cali vio cómo todo ello sucedía frente a los ojos de quienes administraban la ciudad, sin que se actuara para evitar la debacle que se vaticinaba. A la par con el desastre social que se creó, se empezaron a sentir los efectos del daño que el ‘basuro’ le ocasionaba al medio ambiente. A los malos olores y plagas de un depósito de desperdicios a cielo abierto que no cumplía las mínimas normas de manejo, se sumó la filtración de los líquidos tóxicos generados por los desechos. Hasta ayer, aún siete años después de haberse clausurado Navarro, esos lixiviados cayeron sin control ni tratamiento al río Cauca, a escasos 150 metros de la bocatoma del acueducto que surte de agua a dos millones de caleños. Los daños que se le ocasionaron al medio ambiente y a la salud pública de Cali son aún incalculables, pero hoy y a futuro reflejarán hasta dónde puede llevar la insensatez de quienes no tomaron decisiones a tiempo, ignoraron las advertencias e incluso las sanciones que se impusieron al Municipio y a Emsirva, y permitieron que el ‘basuro’ siguiera abierto una década más después de ordenar su cierre.Se necesitó la liquidación de Emsirva para que el principio del fin de Navarro se cumpliera en el 2007 y se hiciera un relleno sanitario con todas las normas técnicas, fuera de Cali. Y pasaron siete años más para que se acatara la orden de construir una planta de lixiviados que aliviara el problema ambiental de la ciudad. De las responsabilidades que recaen sobre las administraciones municipales comprometidas, la otrora empresa de aseo y la misma Superintendencia de Servicios Públicos, se deberán encargar los órganos de control. Ahora la obligación es garantizar que esa planta funcione como se requiere.Y que se le pueda dar a Navarro el final que merece y Cali demanda, el cual incluye cambiarle la cara al paisaje de miseria que creó el ‘basuro’. Construir una ciudadela, como se hace en diferentes lugares del mundo cuando se clausuran los depósitos de basura, puede ser la solución, siempre y cuando se atiendan las recomendaciones que hoy hacen voces expertas. Lo importante es que se cierre para la ciudad este capítulo nefasto para su salud ambiental y social.

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