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Una amenaza real

Pero volvamos a los incendios. Lo que está sucediendo en esas laderas es una verdadera epidemia que destruye el precario equilibrio ecológico del municipio en su conjunto. A la par con la superpoblación la persistencia del fuego agotó ya la posibilidad natural de recuperar esas tierras y con ello la presencia de árboles que ayuden al régimen de vientos que reducen la temperatura de la ciudad en épocas de estío prolongado e intenso como la que está empezando en Cali.

18 de julio de 2014 Por:

Pero volvamos a los incendios. Lo que está sucediendo en esas laderas es una verdadera epidemia que destruye el precario equilibrio ecológico del municipio en su conjunto. A la par con la superpoblación la persistencia del fuego agotó ya la posibilidad natural de recuperar esas tierras y con ello la presencia de árboles que ayuden al régimen de vientos que reducen la temperatura de la ciudad en épocas de estío prolongado e intenso como la que está empezando en Cali.

Tres incendios debieron combatir los Bomberos Voluntarios en la zona oeste, donde se supone empieza la reserva forestal del municipio. Es la continuación de una tendencia que puede tener consecuencias de una gravedad impensada ante la combinación de un verano caracterizado por el calor excesivo y la sequía, el aumento de esa situación a causa del fenómeno del Niño y la falta de conciencia sobre la amenaza que representa el fuego contra miles de hogares de Cali. Según los encargados de proteger a la capital vallecaucana de las llamas, en lo corrido del 2014 se han presentado 361 conflagraciones en la zona rural, 68 de las cuales solo en el mes de julio. Es decir, un promedio de 1,8 incendios cada día, la inmensa mayoría de los cuales no fue producto de hechos fortuitos sino causados por manos criminales. Con un agravante adicional: como parece haber sucedido el pasado miércoles en cercanías del kilómetro 2 de la carretera al mar, son provocados como paso previo a las invasiones que durante muchos años han convertido a ese sector en uno de los más densamente habitados de la ciudad, donde las condiciones de seguridad e higiene son precarias y las necesidades básicas insatisfechas crecen por la dificultad de llevarles servicios públicos.Pero volvamos a los incendios. Lo que está sucediendo en esas laderas es una verdadera epidemia que destruye el precario equilibrio ecológico del municipio en su conjunto. A la par con la superpoblación la persistencia del fuego agotó ya la posibilidad natural de recuperar esas tierras y con ello la presencia de árboles que ayuden al régimen de vientos que reducen la temperatura de la ciudad en épocas de estío prolongado e intenso como la que está empezando en Cali. Además, está golpeando el medio ambiente de forma irreversible, afectando la producción de agua y variando el régimen de lluvias en la zona.El problema tienes más aristas, que se reflejan en la manera en que los cerros tutelares de la ciudad son sometidos al deterioro sistemático. Con muy pocos sectores protegidos, la gran extensión de ellos es víctima de la depredación y del abandono, expuestos también a los incendios que ya han generado alarmas graves, puesto que, en los años inmediatamente anteriores, las llamas estuvieron cerca de barrios densamente poblados. Y frente a ese peligro inminente y real, sectores como Golondrinas, en la parte posterior del cerro de las tres cruces, continúa aumentando su población sin que exista una advertencia sobre los riesgos que pueden afrontar. ¿Qué hacer entonces para enfrentar lo que sin duda es una amenaza real contra la calidad de vida y la seguridad de miles de personas? ¿Cómo lograr que los caleños tomen conciencia de un hecho que puede cambiar su calidad de vida y puede causar serios problemas en la salud de los habitantes de Cali? Así no queramos verlo, la deforestación y el deterioro de la zona rural próxima a la ciudad, además de las invasiones que no pueden ser controladas, son un peligro real que debemos enfrentar antes de que sea demasiado tarde.

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