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Un proyecto necesario

24 de julio de 2010 Por:

La doble calzada entre Cali y Candelaria es necesaria...

Con justa preocupación, los vecinos de la vía que comunica a Cali con Candelaria reclaman la construcción de una carretera adecuada a la demanda que crece en la zona, producto de la urbanización generada por los programas habitacionales que allí se han adecuado. Razón de más para pedir que las autoridades decidan intervenir en un problema que afecta a dos municipios y se convierte en el hueco que impide completar la malla vial del Valle, la más moderna de Colombia.El gran enemigo de la carretera fue el conflicto que se creó alrededor de la doble calzada que se empezó a construir en 1998 y fue interrumpida dos años después. La confusa actuación del Gobierno Departamental de entonces y el afán por satisfacer las demandas de los vecinos de la vía que se oponían al cobro de peaje para financiarla fueron obstáculos insalvables para lo que desde ese entonces amenazaba con convertirse en un cuello de botella para una importante región compuesta por tres municipios vallecaucanos y cuatro del Cauca, cuya población supera los 500.000 habitantes y tiene por centro comercial a Cali. Después, el litigio con el concesionario y la resistencia de la anterior Administración seccional a cancelar lo que ordenaron sucesivas sentencias judiciales acabaron por satanizar una obra necesaria para el Valle. En tanto, crecían los barrios que el Gobierno de Candelaria autorizó cerca a Juanchito, demandando servicios de transporte urbano que comunicara a sus habitantes con la capital vallecaucana. Lo cual, sumado a la demanda generada por el comercio ubicado en Cavasa y el crecimiento de asentamientos como Villagorgona, están llevando casi al colapso al puente sobre el río Cauca y la estrecha carretera. El resultado está a la vista: mientras Cali se desentiende y Candelaria no encuentra la forma de resolver un problema que afecta en primer lugar a los moradores de ese municipio, el Departamento no parece capaz de liderar una obra que beneficiaría también a Florida y Pradera. Y la Nación se desentiende, a pesar de que las consecuencias las sufren las localidades caucanas de Miranda, Corinto y Puerto Tejada, además de ser el único tramo de la malla vial que presenta un atraso de 60 años. Y nada se hace, pese a que por allí circulan más de quince mil vehículos por día y se generan cerca de mil accidentes por año, que dejan más de 30 muertos y decenas de heridos. Nada puede justificar ese estado de cosas, que se traduce en atraso y conflictos innecesarios. Es también la consecuencia de no aceptar la existencia de hecho de una área metropolitana que los municipios se niegan a regularizar, argumentando una jurisdicción y unos límites artificiales, superados hace años por los usos que la gente hace de los territorios comunes. Por eso, los directos damnificados son los habitantes de Juanchito y las miles de personas que pueblan el suroriente vallecaucano y el norte del Cauca. Ellos demandan una solución pronta a un asunto que afecta su calidad de vida. Y deben estar dispuestos a aportar en una obra que debe acometerse si se quieren levantar los obstáculos a su progreso y al desarrollo de sus comunidades.

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