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Un paso necesario

Así de trascendental es la educación, al punto en que se considera un derecho fundamental y el Estado tiene entre sus obligaciones ofrecerlo y permitir que el sector privado también participe en una misión que ha demostrado ser transformadora de la sociedad.

30 de junio de 2021 Por: Editorial .

Luego de catorce meses de aislamiento debe reconocerse que la educación ha sido uno de los sectores más damnificados por la pandemia del Covid-19. Y aunque el contagio está aumentando, ya es hora de regresar a clases para empezar a recuperar un sector clave para el futuro de Colombia y de cualquier país.

La educación no es una actividad económica ni debe ser tomada solo como un generador de empleo. Es ante todo la clave para formar ciudadanos tolerantes ante la diversidad y capaces de participar en la vida social. También, para entregarle el conocimiento a los niños y jóvenes en escuelas, colegios y universidades y con ello ofrecer posibilidades de progreso y oportunidades a quienes adquieran en ella las herramientas que les permitan construir un proyecto de vida distinto a la desventaja que significa la ignorancia.

Así de trascendental es la educación, al punto en que se considera un derecho fundamental y el Estado tiene entre sus obligaciones ofrecerlo y permitir que el sector privado también participe en una misión que ha demostrado ser transformadora de la sociedad. Por ello, volver a las aulas es más que una necesidad: es una obligación que no da espera.

Y si bien se tomaron medidas para evitar la parálisis absoluta, mediante el uso de las tecnologías que ofrecían la posibilidad de la educación virtual y a distancia, es evidente que no cumplía los factores que se han enunciado como formadora y creadora de conocimiento. Además de las limitaciones de acceso para los estudiantes que carecen de recursos para acceder a la red o de los dispositivos requeridos para integrarse a ella y realizar los trabajos y consultas que se requieren, está claro que el sistema educativo abarca también asuntos como el suministro de alimentación para quienes pertenecen a sectores de escasos recursos económicos.

Debe reconocerse también que la no presencialidad afectó el nivel educativo y hay investigaciones que muestran las consecuencias sobre la salud mental de los niños y jóvenes tanto como de sus padres, causadas por el aislamiento social. El efecto en las instituciones educativas se tradujo también en desempleo y en crisis que se pueden ver en el retroceso de la calidad de la educación de ahora versus la que se ofrecía antes de la orden de detener la asistencia presencial para defender la salud de la sociedad.

Hoy, la situación ha cambiado, existen recursos como la vacunación que avanza de manera importante, en especial entre profesores y maestros, y ya existe una experiencia que permite manejar el riesgo siempre que se respeten los protocolos de bioseguridad. Si bien los niveles de contagio en Colombia han aumentado de manera notoria, es claro también que ese riesgo puede ser limitado si se actúa de manera prudente, como está haciéndose en muchos países del mundo.

En ese orden, el regreso a clases presenciales es no solo posible sino necesario. La pandemia ha causado un gran daño, generando un evidente atraso en la educación y ya es hora de recuperar el tiempo perdido. Por ello, a partir del próximo 15 de julio llegó el momento para abrir de nuevo las aulas en toda Colombia.

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