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Un Jardín para educar

Si Cali quiere preservar su salud ambiental, debe proteger sus cerros y recuperarlos de las embestidas que le propinan incendios, invasiones, deforestaciones o de la minería ilegal.

20 de marzo de 2019 Por: Editorial .

Si Cali quiere preservar su salud ambiental, debe proteger sus cerros y recuperarlos de las embestidas que le propinan incendios, invasiones, deforestaciones o de la minería ilegal. Aprender sobre ello y ver con el ejemplo la importancia de las lomas como los pulmones que son para la ciudad es lo que permitirá el Jardín Botánico.

Está al Oeste, pasando el Zoológico y sobre la cuenca del río Cali. Son 14 hectáreas de bosque tropical seco, el ecosistema que alguna vez fue el más extenso en Colombia y del que ahora queda sólo un 0,8% en todo el territorio nacional. Por ello y por lo que significa como recurso natural para la capital del Valle es crucial el esfuerzo que se está haciendo para reabrir ese espacio natural.

Mantener el Jardín Botánico como un centro de reproducción y conservación de especies endémicas de flora, como reserva forestal y sobre todo como centro para la educación ambiental de los caleños ha sido un esfuerzo difícil desde su apertura hace 18 años. Varios cierres por falta de recursos, azotado por los intentos de invasión a sus predios e incluso por los robos continuos a su mobiliario y la indiferencia de la sociedad hicieron pensar que no tendría futuro.

Para fortuna de la capital del Valle, ahora las riendas las toma la Fundación Zoológico de Cali, que ha demostrado cómo con una buena administración, gestionando bien los recursos y con compromiso es posible sacar adelante iniciativas como ésta. El trabajo comenzó con la rehabilitación de los senderos, se están mejorando las estaciones de aprendizaje, construyendo una infraestructura para el turismo y potenciando el vivero. Todo ello para brindar un espacio para la recreación, pero sobre todo para la educación y la conservación, que abrirá sus puertas antes de finalizar este año.

Su misión principal será la de enseñarles a los caleños a cuidar. Porque mientras no se genere una cultura de protección ambiental hacia los espacios y recursos naturales de Cali, se les seguirá sometiendo a la destrucción y con ello poniendo en riesgo el futuro de la ciudad. Los ejemplos abundan: miles de hectáreas de bosque que se incendian cada año en los cerros por acción de los seres humanos; invasiones en las laderas que arrasan lo que encuentren a su paso; la minería ilegal que abre socavones y contamina las fuentes de agua; ríos convertidos en cloacas.

Las consecuencias de ese daño se hacen visibles cuando las avalanchas encuentran su camino por en medio de las lomas erosionadas, la ciudad se queda sin agua porque los ríos perdieron oxígeno o peor aún porque ya no tienen caudal, o la contaminación del aire se agudiza porque sus pulmones naturales han perdido la capacidad de absorberla. Por eso es tan importante la labor que cumple el Jardín Botánico.

Si desde ese espacio se logra inculcarles a quienes los visitan, ojalá todos los estudiantes de los colegios y las familias caleñas, el respeto por sus recursos naturales, por ecosistemas como el bosque tropical seco y en general por el medio ambiente, se habrá logrado el propósito. Con Cali, con sus cerros y con las cuencas de sus ríos no se puede seguir jugando.

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