El pais
SUSCRÍBETE

Un déficit alarmante

Como lo dijo el general Casas, comandante de la Policía Metropolitana, en una reciente entrevista para este diario, “No sabemos cuántos le faltan a Cali, pero aquí los policías son como el sueldo: nunca alcanzan”. Es el fenómeno que se repite en todo el país, especialmente en las ciudades capitales y que se debe resolver tomando las decisiones que permitan vincular la cantidad de uniformados que se requieren.

16 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

El déficit de policías en Colombia está llegando a niveles que preocupan, mientras los esfuerzos por incorporar nuevos integrantes no tienen el resultado esperado. Es el problema que el Gobierno Nacional debe resolver cuanto antes porque la ausencia de los patrulleros se siente cada vez más en las calles de las ciudades y aumenta la sensación de inseguridad entre la comunidad.

A la insuficiencia de personal que ya acarreaba la institución, se le ha sumado en los meses recientes la salida de 10.500 policías luego de que el Consejo de Estado autorizara a oficiales y suboficiales ingresados antes del año 2004 a jubilarse a los 20 años de servicio y no a los 25. Esa decisión del Alto Tribunal no es, sin embargo, la responsable de la escasez de integrantes que hoy presenta la entidad.

Para entender la situación, hay que mirar lo que sucede en una ciudad como Cali, donde hoy hay 240 policías por cada 100 mil habitantes, lo que significa 60 menos que la media mínima recomendada por la Organización de Naciones Unidas. El déficit que arrastra la capital del Valle es de 1500 policías, a los que se sumarían 2000 que han salido o saldrán en los próximos meses por jubilación y que no hay cómo remplazarlos.

Pese a ello, hay que reconocer el valor y compromiso de la Policía Metropolitana de Cali por brindarle seguridad a la ciudad. Así lo demuestran los esfuerzos que se hacen por disminuir los índices de criminalidad, que se reflejan en las tres bandas delincuenciales desarticuladas y las 213 capturas, 117 de ellas en flagrancia, realizadas durante el fin de semana anterior. Son las acciones que la sociedad caleña debe reconocerle a su Fuerza Pública.

El asunto es que en una ciudad con fenómenos como el de las bandas criminales que se reproducen con una rapidez inusitada y llenan los espacios que dejan las que son desmanteladas, tener menos policías que los necesarios es un problema mayor; o donde el sicariato es ya una profesión que se expresa en las infames oficinas de cobro, situación escabrosa en cualquier parte del mundo y donde los hurtos callejeros son amenazas permanentes para la sociedad.

Como lo dijo el general Casas, comandante de la Policía Metropolitana, en una reciente entrevista para este diario, “No sabemos cuántos le faltan a Cali, pero aquí los policías son como el sueldo: nunca alcanzan”. Es el fenómeno que se repite en todo el país, especialmente en las ciudades capitales y que se debe resolver tomando las decisiones que permitan vincular la cantidad de uniformados que se requieren.

Lo que no puede suceder es que se trate de solucionar el problema a retazos y con improvisaciones. La Policía no es un cuerpo militar: es ante todo una institución dedicada a mantener la concordia y la paz en la comunidad, prevenir el delito y perseguir a sus autores. Y para que funcione, se necesita cumplir los estándares internacionales de 300 uniformados por cada cien mil habitantes.

Por ello es necesario un debate nacional que encuentre salida a un vacío que no se puede justificar en la sentencia que todo lo que hizo fue constatar unos hechos y aplicar la ley.

AHORA EN Editorial