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Tragedia sin respuestas

Desde hace varias semanas, las autoridades colombianas y los medios de comunicación de Venezuela han venido alertando sobre una nueva oleada de emigrantes venezolanos que huyen de su país ante la miseria que encontraron y el mal trato del que fueron objeto a su regreso.

29 de octubre de 2020 Por: Editorial .

Desde hace varias semanas, las autoridades colombianas y los medios de comunicación de Venezuela han venido alertando sobre una nueva oleada de emigrantes venezolanos que huyen de su país ante la miseria que encontraron y el mal trato del que fueron objeto a su regreso. Y frente a esa tragedia humanitaria, la respuesta de la comunidad internacional sigue siendo muy limitada, a pesar de que afecta a seis millones de seres humanos.

De acuerdo con migración Colombia, cien mil venezolanos del millón ochocientos mil que habían llegado al país hasta antes de marzo de este año regresaron a su tierra, ante la pandemia y la crisis que se desencadenó en el empleo que les ofrecían y la atención a sus necesidades. Ahora, y según cálculos oficiales, se espera que se devuelvan a Colombia ocho de cada diez de esos migrantes y que cada uno de ellos traiga dos parientes más consigo.

Es decir, aquí pueden llegar alrededor de trescientos mil inmigrantes más entre hoy y el próximo mes de diciembre, si no se hace algo para impedirlo. Y más preocupante aún es que de esas dos millones de personas el 60% entró o lo hará de nuevo de forma ilegal, y más del 80% de ellos engrosarán el desempleo o el empleo informal. Son personas que demandan acceso al sistema de salud, a la educación de sus hijos y a la necesidad de techo, además de tener un ingreso mínimo para su sostenimiento.

Los cálculos estiman que al finalizar el 2020 habrán dos millones cien mil venezolanos en Colombia lo que asegura la segunda posición en número de inmigrantes en el mundo, por debajo de Turquía donde se aloja la diáspora producto de la guerra en Siria. Aquí llegaron y siguen haciéndolo a causa de la destrucción de su país por la dictadura de Nicolás Maduro y los militares que la soportan, para quienes su permanencia en el poder pareciera depender de que haya la menor cantidad de venezolanos reclamando por servicios y democracia.

Y en tanto, Colombia registra una de sus peores crisis a causa de la pandemia del Covid-19, lo cual ha incidido de manera abrumadora en índices como el desempleo y la pobreza. Por supuesto, aquí se ha recibido a los venezolanos con los brazos abiertos, tratando de ofrecerles el apoyo y la generosidad que necesitan nuestros vecinos.

Pero las cosas no están nada fáciles, y la comunidad internacional, con escasas excepciones, ha realizado pocos aportes para atender lo que sin duda es la tragedia humanitaria más grande de América en toda su historia. Según se ha establecido, se requieren 1350 millones de dólares para poder ofrecer condiciones dignas a los venezolanos expulsados de su país, de los cuales es mínimo lo que ha llegado.

Y entre tanto, se producen dramas como los que se ven en Cali, donde con frecuencia se tienen que desalojar parques y áreas públicas invadidas por ‘cambuches’ donde se hacinan de cualquier manera hombres, mujeres, niños y ancianos venidos del vecino país. Son hechos trágicos y riesgos que ha tenido que asumir Colombia, aumentan la crisis de nuestro país y pueden causar conflictos mayores si el mundo no aporta para atender a los venezolanos.

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