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Solidaridad y diálogos

" No obstante lo prometedor de los discursos, la primera sesión mostró el intento del Gobierno venezolano por utilizarlo para fines distintos a restablecer la concordia. En esa mesa no estuvieron ni los estudiantes, ni los líderes civiles que están encarcelados en prisiones militares. Ni los diputados y alcaldes que han sido destituidos y detenidos de manera ilegal por atreverse a reclamar en la calle la libertad de su Nación".

13 de abril de 2014 Por:

" No obstante lo prometedor de los discursos, la primera sesión mostró el intento del Gobierno venezolano por utilizarlo para fines distintos a restablecer la concordia. En esa mesa no estuvieron ni los estudiantes, ni los líderes civiles que están encarcelados en prisiones militares. Ni los diputados y alcaldes que han sido destituidos y detenidos de manera ilegal por atreverse a reclamar en la calle la libertad de su Nación".

Aludiendo a la “coexistencia pacífica”, concepto propio de la guerra fría en las épocas de la desaparecida URSS, el presidente Nicolás Maduro dio inicio a la mesa de diálogos con la cual se aspira a poner fin a la profunda división y el creciente conflicto que padece Venezuela. Mientras tanto, a los diarios El Impulso, el Nacional y El Nuevo País, llegaba el papel que enviaron los periódicos colombianos como expresión de solidaridad en su lucha por sobrevivir a la asfixia que les ha decretado el régimen. Son dos facetas de la situación que vive el vecino país. De una parte está el esfuerzo por producir un diálogo entre el gobierno que echa mano a toda suerte de represiones y violencias, incluida la paramilitar, para silenciar la protesta social que crece día a día, ante las carencias, las injusticias y los abusos del chavismo que se tomó el poder y lo usa a discreción contra quien no se pliegue a sus designios. El diálogo es promovido por la Iglesia Católica y acompañado por tres cancilleres de países integrantes de Unasur, entre los cuales se encuentra la de Colombia.La otra parte es la angustiosa situación que padecen las libertades en Venezuela, en concreto, la libertad de expresión. En el caso de los periódicos, se refiere a la forma en que se les niega el acceso a las divisas necesarias para importar papel a aquellos que no son adeptos al régimen, que informan y critican la situación de su país. En solidaridad con su lucha casi heroica y con el lema “Todos Somos Venezuela, sin libertad de prensa no hay democracia”, los diarios colombianos asociados en Andiarios enviaron 52 toneladas de papel a tres de esos colegas. Y se preparan para enviar otras 62 toneladas en las próximas semanas. Volvamos al diálogo propuesto. No obstante lo prometedor de los discursos, la primera sesión mostró el intento del Gobierno venezolano por utilizarlo para fines distintos a restablecer la concordia. En esa mesa no estuvieron ni los estudiantes, ni los líderes civiles que están encarcelados en prisiones militares. Ni los diputados y alcaldes que han sido destituidos y detenidos de manera ilegal por atreverse a reclamar en la calle la libertad de su Nación.Y mientras el presidente Maduro se despachó una perorata de hora y media, los voceros de una parte de la oposición apenas si tuvieron 10 minutos cada uno para expresar sus inquietudes. Nada hizo presagiar entonces que haya un buen clima para terminar con el levantamiento popular, pero sí fue evidente el intento del gobierno por capitalizar a su favor ese diálogo, presentándolo como su generosa búsqueda del acuerdo, así continúe la brutal represión, el encarcelamiento de los críticos y la mordaza al periodismo libre. Así, mientras continúa la solidaridad de Colombia con los periódicos venezolanos, la ahora llamada por Maduro “Diálogos con Justicia por la Paz” sigue su curso en medio del escepticismo. Es deber de los cancilleres de Unasur que están presentes en ella aceptar que su papel es ayudar a que se impongan la verdad y la reconciliación antes que servir de notarios que legitiman los intentos del gobierno venezolano por disfrazar su tiranía.

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