El pais
SUSCRÍBETE

Solidaridad y crisis

Pero está claro que no habrá solución a la causa de esa tragedia en un futuro cercano. Es decir, la salida de la tiranía de Nicolás Maduro y los militares que lo rodean no está tan cercana como sería deseable, lo cual...

30 de junio de 2019 Por: Editorial .

Culminada la asamblea de la Organización de Estados Americanos, OEA, se pusieron de presente las diferencias que existen alrededor de la tragedia que vive Venezuela y la manera en que los países de la región la ven y la viven. Para Colombia, lo que existe es una expresión de solidaridad para con el pueblo venezolano que necesita del apoyo para encontrar soluciones antes de que la migración ocasionada por la dictadura termine en un grave problema para nuestro país.

Hasta ahora, nuestra Nación ha dado grandes muestras de generosidad para con quienes padecen la destrucción de su país y son obligados a abandonarlo ante las carencias, el hambre, la violencia y la persecución de que son objeto. Más de un millón trescientos mil venezolanos están en Colombia, recibiendo en lo posible la atención a sus necesidades, y muchos otros atraviesan la frontera en busca de alivios para sus problemas de salud, de educación y de alimentación.

Pero está claro que no habrá solución a la causa de esa tragedia en un futuro cercano. Es decir, la salida de la tiranía de Nicolás Maduro y los militares que lo rodean no está tan cercana como sería deseable, lo cual plantea un desafío enorme para nuestro país, del cual deben ser conscientes los miembros de la OEA.

Al referirse a esa migración, el presidente Iván Duque dijo a un medio francés: “Creo que estamos mostrando al mundo con nuestro ejemplo lo que podemos hacer. Esto no va a ser sostenible porque la causa principal de la dictadura tiene que terminar. Si no finaliza, tendremos quizás más de dos millones para fines del próximo año”.

Está clara entonces la dimensión del problema que se está ocasionando en Colombia como consecuencia de la tiranía en Venezuela, que expulsa miles de sus ciudadanos a diario y produce ya consecuencias severas en materia de desempleo y de demanda de recursos públicos para atender la tragedia humanitaria. Esa declaración debería ser suficiente para que la OEA entienda lo que está aconteciendo, y además de elogiar nuestra solidaridad demuestre con hechos que ayudará al pueblo venezolano de manera efectiva a enfrentar la nueva realidad.

La Asamblea en Medellín fue pródiga en exigencias de respeto a los asuntos internos de Venezuela. Pero sus apoyos, los gobiernos de Nicaragua, Bolivia, y la sorpresiva posición de Uruguay, ni siquiera mencionaron la tragedia que viven los venezolanos expulsados de su patria o expuestos a la dictadura que degrada su condición humana.

Y no hablaron del problema que esa migración está produciendo a Colombia, o del amparo y la complicidad que el régimen de Maduro le ofrece al Eln y a toda clase de violencia en la frontera. Nada que sugiera la respuesta que el continente debe dar a un episodio de características humanitarias y políticas jamás vistas.

Así, el drama de los emigrantes venezolanos está afectando a varios países, en especial Colombia. Y va camino de convertirse en una crisis de proporciones inimaginables para nuestra nación si la OEA y la comunidad internacional siguen enredados en formalismos que impiden dar solución a la dictadura que manda en Venezuela.

AHORA EN Editorial