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¿Se va o se queda?

"A un mes de que los británicos decidan si se quedan en la Unión Europea, las encuestas marcan una leve ventaja de tres puntos (46% a 43%) a su favor. Sin descartar que así puede suceder, el asunto es más complejo de lo que parece".

23 de mayo de 2016 Por:

"A un mes de que los británicos decidan si se quedan en la Unión Europea, las encuestas marcan una leve ventaja de tres puntos (46% a 43%) a su favor. Sin descartar que así puede suceder, el asunto es más complejo de lo que parece".

A un mes de que los británicos decidan si se quedan en la Unión Europea, las encuestas marcan una leve ventaja de tres puntos (46% a 43%) a su favor. Sin descartar que así puede suceder, el asunto es más complejo de lo que parece. Desde 2013 cuando se propuso la idea de romper los lazos con la UE a hoy, las cosas y las posiciones han ido cambiando por factores internos y externos. El primero en dar la vuelta fue el primer ministro David Cameron, quien ha pasado de impulsor del denominado ‘Brexit’ a componedor y negociador con sus socios en el Viejo Continente. Eso sí, un cambio no de cualquier manera. Cameron exige que la decisión de quedarse pase por cuatro puntos que la UE deberá tener en cuenta, por encima de lo que suceda en las urnas. Ellos son: mayor peso de los históricos de la UE frente a los novatos; no ir más allá en materia de compromisos políticos como bloque, de los ya adquiridos; más economía liberal; y limitar al máximo la inmigración, sin que estén exentas las condiciones laborales de ciudadanos comunitarios.Eso, en conjunto, corresponde a un viejo discurso británico, el del proteccionismo. A simple vista, una plataforma así podría despertar la simpatía de los partidarios de marcharse, comenzando por el principal impulsor del Brexit, el radical Partido de la Independencia del Reino Unido y en su amplia audiencia entre los jóvenes. O en los economistas independientes que aseguran que, soltando amarras, los precios al consumidor local bajarían un 8% y la economía crecería un 4%, con las reglas de la OMC como herramienta ante el fin de los acuerdos vigentes con la UE.Pero la estrategia del primer ministro es otra: él quiere triunfar en el referendo, sin dejar muchos tendidos en el campo de batalla. ¿Cómo? Obligando a la Unión Europea a repensarse esos aspectos para generar una nueva etapa en el seno de ella.Sin descartar que todo ello influirá a la hora de la consulta, el peso de este pulso político ya lo vive la economía. Paralelo al actual debate, el FMI bajó las expectativas de crecimiento del Reino Unido para este año de 2,2% a 1,9%, mientras la inversión extranjera muestra señales de preocupación, fruto de la natural incertidumbre. Y las voces que alertan sobre lo que podría sobrevenir en caso de un ‘no más’ a la Unión Europea, van desde la advertencia del presidente Barack Obama de poner “al final de la cola” al Reino Unido en la lista de asuntos comerciales de los Estados Unidos, hasta el emplazamiento del FMI a los británicos de atenerse a depreciación de la libra esterlina y caída de los precios de la vivienda.La cultura tampoco ha callado, Encabezados por el escritor John Le Carré y la actriz Kristin Scott Thomas (‘El paciente inglés’), decenas de figuras del arte y la letras reclaman permanecer en un ámbito regional donde, dicen, su país es “más fuerte, imaginativo y creativo”.La última palabra la tendrán los británicos el 23 de junio. Pero por encima del resultado, y de ganadores y perdedores, el Reino Unido y la Unión Europea dejarán de ser los mismos. ¿Cuánto? He ahí la cuestión.

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