Rumba y contagio
Si bien es necesario buscarle salidas a quienes están pasando una crisis profunda, es necesario recordar que en este caso la autoridad se está ejerciendo para proteger del coronavirus a la sociedad. Por ello, la salud y la prevención al contagio deben privilegiarse ante la rumba.
Sin duda, uno de los sectores más perjudicados por el aislamiento de los últimos meses en Cali es el de la cultura, los espectáculos públicos y los centros de diversión. Pero no es con las rumbas sin autorización o con la convocatoria a berbenas populares en las calles como se evita el contagio o se solucionan los graves problemas causados a quienes viven de esas actividades en la ciudad.
Según informes de la Policía Metropolitana, el pasado fin de semana se recibieron ochocientas denuncias de rumbas que se llevaban a cabo en distintos sectores de la ciudad. De ellas, 250 fueron suspendidas incluso con la intervención del escuadrón antimotines, Esmad, y fueron impuestos 450 comparendos, mediante el dispositivo denominado ‘caravana por la vida’.
Se debe recordar que esas fiestas están prohibidas y no precisamente debido a una decisión arbitraria. Es ante todo la necesidad de defender la salud de los caleños y la aplicación el aislamiento social que en todo el mundo se viene aplicando para enfrentar la amenaza del Covid-19 que en Cali deja 1908 contagiados y 93 muertes.
No es pues la obsesión por perseguir la rumba, sino de defender la vida. Eso no parece importar para muchos de los promotores de los centenares de fiestas y reuniones que las autoridades caleñas han tenido que intervenir en las últimas semanas. Es la lucha que genera la indisciplina social, el egoísmo y el desacato a medidas dirigidas a proteger a los habitantes de la ciudad, lo que se traduce en el incremento de contagios y de tragedias para muchas familias.
El otro aspecto de esta situación son las graves consecuencias que para los sectores culturales, deportivos, artísticos y de diversión ha ocasionado el aislamiento. Cali es reconocida en el concierto mundial por su oferta de esas actividades y son muchas las personas y los negocios afectados en una ciudad donde esas actividades son parte principal de la actividad social, quienes hoy tienen graves problemas para su subsistencia.
A ellos hay que encontrarles una solución mientras se puede llegar a su reapertura, lo cual tomará varios meses dado el impacto que en el contagio tienen las aglomeraciones de personas que se producen en lugares públicos o en recintos cerrados. Lo que preocupa es que se hagan propuestas como la del señor Alcalde, de reactivar la rumba cerca a los bares y discotecas, estableciendo corrimientos en las calles para realizar eventos con asistencia de público para tratar de ofrecerles alguna alternativa a quienes hoy son grandes damnificados por las medidas restrictivas que él mismo ha debido adoptar.
Hoy, cuando aún no ha pasado la amenaza de la pandemia, esas propuestas crean confusión y de convertirse en realidad pueden ser letales para muchos caleños, como lo están demostrando las cifras en nuestro país y en el resto del mundo. Y si bien es necesario buscarle salidas a quienes están pasando una crisis profunda, es necesario recordar que en este caso la autoridad se está ejerciendo para proteger del coronavirus a la sociedad. Por ello, la salud y la prevención al contagio deben privilegiarse ante la rumba.