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Riqueza y pobreza

"Si no fuera por los efectos nefastos del desgobierno y la corrupción, el momento que vive el país vecino parecería digno de un sainete. ¿Cómo explicar que durante 15 años, la patria de Simón Bolívar haya recibido la mayor cantidad de ingresos de su existencia y a pesar de ello padezca la peor escasez de productos de primera necesidad?"

6 de enero de 2015 Por:

"Si no fuera por los efectos nefastos del desgobierno y la corrupción, el momento que vive el país vecino parecería digno de un sainete. ¿Cómo explicar que durante 15 años, la patria de Simón Bolívar haya recibido la mayor cantidad de ingresos de su existencia y a pesar de ello padezca la peor escasez de productos de primera necesidad?"

Frente a la crisis económica, política, social y de todo orden que padece su país, la torpeza y los palos de ciego parecen ser las respuestas que les tiene a los venezolanos el régimen de Nicolás Maduro y su frustrada revolución. Días mucho más amargos le esperan a una nación a la cual le dilapidaron la más grande bonanza económica de toda su historia.Si no fuera por los efectos nefastos del desgobierno y la corrupción, el momento que vive el país vecino parecería digno de un sainete. ¿Cómo explicar que durante 15 años, la patria de Simón Bolívar haya recibido la mayor cantidad de ingresos de su existencia y a pesar de ello padezca la peor escasez de productos de primera necesidad? ¿Y cómo entender que sea hoy uno de los países con mayor índice de delincuencia y homicidios del mundo, a pesar de contar con uno de los más grandes presupuestos de seguridad de América?Todavía más: parece imposible explicar que su moneda es la más envilecida del planeta, a pesar de haber recibido divisas en cuantías difíciles de medir. Y que sus habitantes no puedan conseguir alimentos y productos de primera necesidad, no obstante que su país goza de grandes extensiones de tierra productiva, y disponía hasta hace un tiempo de una interesante industria manufacturera, capaces de cubrir casi toda la demanda nacional.Pues esa riqueza se esfumó. O, diciéndolo en forma más precisa, fue dilapidada y destruida por quienes prometieron su distribución mediante el comunismo y mintieron. Por quienes se engolosinaron con el poder y han arrasado con las bases que ofrece la iniciativa privada, la herramienta con la cual el resto del continente, incluidos sus socios del Alba, lograron superar décadas de atraso.Y sólo queda un discurso vacío para tratar de justificar lo inexplicable. Hoy, Venezuela vive la peor de sus tragedias, en manos de quienes han usado su cercanía al caudillo para enriquecerse y destruir la democracia que empezaron a construir en 1958, después de derrocar la dictadura militar de entonces. Y para montar un régimen político persecutor, abusivo, apoyado en el paramilitarismo rampante. Lo peor: empeñado en usar su sistema jurídico, no para producir la felicidad de su nación, sino para perpetuar la dictadura que tendrá que aumentar la represión para enfrentar el descontento y la protesta social que se vienen.Antes, no hace muchos años, era dado ver la figura altiva de Hugo Chávez que compraba adhesiones a granel con el petróleo venezolano. Hoy, un vacilante Maduro asiste a actos internacionales para tratar de ser oído, sin fortuna. O para escandalizar con propuestas descabelladas como la de canjear un prisionero político que no ha sido vencido en juicio por otro prisionero internacional.Con el barril de petróleo a menos de US$50, y el descontento en plena efervescencia, la pregunta ahora es hasta cuándo durará la paciencia del pueblo venezolano frente a un régimen fracasado y corrupto que lo engañó con promesas y retórica, y hoy lo ha dejado en el vagón de cola del progreso, a pesar de su enorme riqueza.

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