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Río+20, un desafío

Hay que mejorar la eficiencia de las ciudades para mejorar la calidad de vida a sus pobladores, así como es indispensable aumentar la producción de energía renovable y disminuir el uso de la fósil, la mayor generadora de emisiones tóxicas. Proteger los océanos y las fuentes hídricas, reducir la deforestación a la mitad de sus niveles actuales en los próximos 18 años y el uso racional de los recursos naturales, le daría una segunda oportunidad a la Tierra.

16 de junio de 2012 Por:

Hay que mejorar la eficiencia de las ciudades para mejorar la calidad de vida a sus pobladores, así como es indispensable aumentar la producción de energía renovable y disminuir el uso de la fósil, la mayor generadora de emisiones tóxicas. Proteger los océanos y las fuentes hídricas, reducir la deforestación a la mitad de sus niveles actuales en los próximos 18 años y el uso racional de los recursos naturales, le daría una segunda oportunidad a la Tierra.

El mundo tiene una cita en Brasil que puede trazar la nueva hoja de ruta para trabajar por el futuro de la humanidad o convertirse en un rotundo fracaso si los Estados no asumen la obligación de lograr compromisos serios y aplicables. Río+20, como se conoce a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, definirá cuál es el planeta que se quiere tener dentro de 20 años, y qué hacer para lograrlo.Entre el 20 y el 21 de junio se reunirán en Río de Janeiro 116 jefes de Estado y de Gobierno, representantes de los pueblos, organizaciones y sectores económicos, para tomar decisiones sobre cómo reducir la pobreza, generar equidad social, proteger el ambiente del Planeta. Es decir, tener un mundo más seguro, próspero y sostenible que sea garantía de vida para las generaciones del mañana. Metas ambiciosas cuando los habitantes de esta Tierra han sido depredadores y muchos indiferentes frente a su responsabilidad de conservarlo.El panorama se resume en cifras: hoy somos 7.000 millones de habitantes y en 40 años llegaremos a 9.000 millones; 1.400 millones viven en la extrema pobreza; 1.000 millones pasan hambre a diario y 2.500 millones no tienen acceso a servicios de saneamiento básico. En lo ambiental, un tercio de las especies del planeta ha desaparecido por el cambio climático; en 30 años se ha perdido el 20% de los hábitat naturales, principalmente por los efectos de la agricultura mal desarrollada; 169 zonas costeras oceánicas han muerto y desde 1992 se han destruido 300 millones de hectáreas de bosque. De ahí la importancia de ponerse de acuerdo en las acciones a seguir para construir, como lo propone Naciones Unidas para Río+20, una economía ‘verde’ que permita reducir la pobreza a partir de un desarrollo sostenible. Las metas a lograr están definidas en buena parte desde hace 20 años cuando se realizó la Cumbre de la Tierra, paso importante en la toma de conciencia de los pueblos y sus gobiernos. Hay que mejorar la eficiencia de las ciudades para mejorar la calidad de vida a sus pobladores, así como es indispensable aumentar la producción de energía renovable y disminuir el uso de la fósil, la mayor generadora de emisiones tóxicas. Proteger los océanos y las fuentes hídricas, reducir la deforestación a la mitad de sus niveles actuales en los próximos 18 años y el uso racional de los recursos naturales, le daría una segunda oportunidad a la Tierra.Para eso se requieren billonarios recursos. Un escollo a superar, porque no todos están dispuestos a meterse la mano al bolsillo o a dejar sus prácticas económicas, menos en época de crisis como la actual. Por eso lo que más se necesita es voluntad política. Como lo prevé el presidente de Francia, Francoise Hollande, “será difícil” y se corre el riesgo de que “se pronuncien palabras que no se cumplirán con actos y que se den divisiones entre países desarrollados, emergentes y pobres porque puede haber otras urgencias”. El desafío es lograr el mayor consenso y que las decisiones se conviertan en hechos que permitan salvar el planeta y a la humanidad.

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