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Revisión necesaria

Seguir adelante con los acuerdos, reformar lo que sea necesario y alcanzar los frutos que de ellos se espera, es el camino que debe seguirse. Lo contrario es reconocer un fracaso que tendrá consecuencias impensadas para la tranquilidad de la Nación.

9 de septiembre de 2018 Por: Editorial .

Dirigentes que desaparecen, denuncias sobre irregularidades de funcionarios de la Justicia Especial para la Paz que ocultan la información y una atmósfera de incertidumbre alrededor del futuro de los acuerdos son los últimos desarrollos del proceso para terminar el conflicto por las Farc. Ante las nocivas consecuencias que puedan desencadenarse, es momento para pedir que se revise lo que está ocurriendo y se tomen los correctivos necesarios para enderezarlo.

Puede ser que el país se haya dividido sobre lo acordado con la entonces guerrilla, y que hayan quedado puntos discutibles que ameritan revisiones. También es claro que en los acuerdos se adquirieron compromisos de parte del grupo insurgente y del Estado que no han sido cumplidos en su integridad, y que también demandan ajustes para que permitan alcanzar el fin deseado de la paz plena en todo el territorio nacional.

Pero la verdad incuestionable es que ese esfuerzo produjo la desmovilización y el desarme de miles de integrantes de ese grupo, y se empezó un proceso de cambio que incluyó el esfuerzo por abrir espacios para la reintegración a la sociedad de esos miles de colombianos. También es claro que se hicieron concesiones que, como la justicia especial y las medidas que aplicará contra los autores de crímenes de lesa humanidad, son una realidad, así causen inquietudes.

De otra parte, es justo reconocer el esfuerzo que hace el señor Rodrigo Londoño para organizar la Fuerza Revolucionaria Alternativa del Común, la Farc, como jefe máximo de la antigua organización guerrillera, y de quienes forman parte de ese nuevo partido. Hasta ahora, ellos representan la promesa de hacer política sin armas que todos esperamos, lo cual debe ser respaldado pues significa abrir espacios democráticos así no se comparta su ideología.

Sin embargo, la desaparición de algunos de los líderes de las Farc y del partido que crearon, el abandono de los responsables de las zonas territoriales donde miles de los desmovilizados cumplen con sus compromisos y los hechos cometidos por funcionarios de la JEP que fueron denunciados por la Fiscalía como intentos por ocultar esas deserciones, son atentados contra la credibilidad del proceso. Y hacen temer que se frustre el avance logrado hasta ahora.

Todo eso, sumado a los incumplimientos en los compromisos adquiridos por el Estado, está creando inquietudes. Más aún, cuando tales incumplimientos se relacionan en forma directa con las zonas donde se concentra el narcotráfico, el gran enemigo de Colombia.

Por ello es hora de que se haga una revisión y se les informe a los colombianos lo que está sucediendo. Lo que hoy existe es un ambiente lleno de especulaciones y la actitud de ‘Iván Márquez’, jefe de la delegación negociadora de las Farc, de desaparecer en uno de los momentos más delicados de un proceso en el cual él fue protagonista de primer orden.

Seguir adelante con los acuerdos, reformar lo que sea necesario y alcanzar los frutos que de ellos se espera, es el camino que debe seguirse. Lo contrario es reconocer un fracaso que tendrá consecuencias impensadas para la tranquilidad de la Nación.

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