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Renovación necesaria

Si las soluciones para garantizar el abastecimiento eléctrico nacional a futuro, de manera sostenible además, están a la mano, ¿por qué someter al país a la incertidumbre y al riesgo?

23 de noviembre de 2018 Por: Editorial .

La generación de energías renovables, amigables con el medio ambiente, avanza en Colombia con pasos tímidos. Si el país tiene las condiciones climáticas y geográficas para hacer esa transformación, debería atreverse a agilizar el camino. Es cuestión de voluntad y de contar con unas políticas que estimulen la investigación y a los inversores.

Esta semana la Agencia Nacional de Licencias Ambientales otorgó el aval para la construcción del parque eólico más grande del país, en el departamento de La Guajira, que abarcará 4.000 hectáreas de extensión en las que se instalarán 65 turbinas. Una vez estén listos y la subestación funcionando, lo que se calcula puede suceder para el año 2022, esos aerogeneradores aportarán hasta 250 megavatios de energía al Sistema Interconectado Nacional.

Será un avance importante frente a la actual producción eléctrica del país a partir de fuentes limpias, que no llega al 1 % de la generación total de Colombia. Hoy, de los 17 mil megavatios de capacidad efectiva neta de energía, menos de 150 MW salen de plantas solares, de biomasa como el bagazo de caña o eólicas; el resto es producido en las hidroeléctricas, que representan el 86 %, y en las termoeléctricas, con el 13 %.

Mientras el resto del mundo busca cómo hacer más rápido esa transformación, Colombia parece detenida en el tiempo e insiste en crear monstruos como el de Hidroituango, con todos los sobrecostos, riesgos e impactos medioambientales que conlleva una obra de ingeniería de tal tamaño, como ya se pudo comprobar. O mantiene esperanzas de que Venezuela cumpla con el acuerdo bilateral de abastecimiento de gas natural firmado en el 2007, lo que seguramente no sucederá mientras el régimen del vecino país se mantenga en el poder.

Si las soluciones para garantizar el abastecimiento eléctrico nacional a futuro, de manera sostenible además, están a la mano, ¿por qué someter al país a la incertidumbre y al riesgo? Las opciones abundan y el Valle es el ejemplo inmediato de ello: aquí se empiezan a aprovechar las condiciones de sol durante todo el año para instalar granjas de producción de energía solar, o se utiliza el bagazo de la caña para el mismo propósito.

Terreno inexplorado sigue siendo la generación energética mareomotriz, la que se produce en el mar por acción de las mareas, una alternativa para la cual el litoral Pacífico colombiano brinda las condiciones ideales. Y se necesitan más proyectos como el que acaba de recibir la licencia ambiental de la Anla en La Guajira, donde la mayor riqueza es la fuerza del viento. Pero para ello se necesita invertir en investigación y en desarrollo científico, así como tener unas políticas de largo plazo que permitan atraer a los inversores.

Hay que reconocer la intención gubernamental para que así sea. La meta es que en los próximos cuatro años con las energías renovables se lleguen a producir 1.500 megavatios, que representarían cerca del 10 % de la generación total nacional. Ojalá se consiga una meta más alta, lo que sería probable si no seguimos insistiendo en la idea de producir energía a partir del petróleo o del carbón, si no nos sentamos a esperar el gas del vecino que no llega o en hacer proyectos hidroeléctricos gigantescos que terminan siendo un dolor de cabeza o un fracaso.

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