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Relaciones de vecindad

El asunto es que las relaciones están hoy en un buen momento, porque son guiadas por la confianza y el trabajo alejado de la diplomacia estridente de micrófono. Y porque se está buscando resultados positivos para ambas naciones, en vez de la oportunidad de crecer las disputas para usarlas como banderas nacionalistas al estilo de lo que hace el gobierno de Venezuela.

17 de diciembre de 2015 Por:

El asunto es que las relaciones están hoy en un buen momento, porque son guiadas por la confianza y el trabajo alejado de la diplomacia estridente de micrófono. Y porque se está buscando resultados positivos para ambas naciones, en vez de la oportunidad de crecer las disputas para usarlas como banderas nacionalistas al estilo de lo que hace el gobierno de Venezuela.

La reunión de los presidentes de Colombia y Ecuador en Cali, sirvió para revisar el estado de las relaciones entre los dos países. Y ante todo, para demostrar cómo se puede convivir sin que los gobiernos renuncien a sus orientaciones ideológicas.Atrás quedaron las diferencias, graves por cierto, causadas por los roces que produjo la necesidad de nuestro país de combatir el narcotráfico y al terrorismo que durante años usó el territorio ecuatoriano para evadir a las autoridades. Luego de momentos difíciles, la comprensión del país vecino y su colaboración para superar los factores que amenazaron la frontera y a Colombia, permitió resolver los problemas y encausar las relaciones hacia rumbos más tranquilos y productivos. Por supuesto que siguen existiendo diferencias en el campo comercial y económico debidas ahora a la dolarización de la economía ecuatoriana y a la devaluación del peso colombiano. Ello creó un desbalance profundo que llevó al gobierno vecino a aplicar salvarguardias duras, que han limitado las exportaciones colombianas y golpean el principio de integración fronteriza que informa a la Comunidad Andina de Naciones. Todo lo cual no ha enturbiado las relaciones bilaterales, ni ha llevado a amenazas de rupturas o bloqueos fronterizos y expulsión de ciudadanos, así se presenten reclamos y divergencias, naturales entre vecinos.A juzgar por las palabras del presidente Rafael Correa en su reunión con el presidente Juan Manuel Santos, su gobierno tiene todas las intenciones de reducir las restricciones y bajar los aranceles en la medida en un plazo relativamente corto. Según el mandatario ecuatoriano, su país debió recurrir a ese instrumento ante la caída del 7% de sus exportaciones, causada por la súbita apreciación del dólar, su moneda nacional. Además, Colombia se comprometió a prestar sus oficios para vincular al Ecuador en iniciativas como el Tratado de Libre Comercio con Europa y su ingreso a la Alianza del Pacífico, respetando la posición del vecino sobre el acuerdo comercial. El asunto es que las relaciones están hoy en un buen momento, porque son guiadas por la confianza y el trabajo alejado de la diplomacia estridente de micrófono. Y porque se está buscando resultados positivos para ambas naciones, en vez de la oportunidad de crecer las disputas para usarlas como banderas nacionalistas al estilo de lo que hace el gobierno de Venezuela. En otros términos, es la utilización eficaz de la política y la diplomacia para cimentar relaciones de vecindad sólidas, responsables y duraderas. Son otros aires, que llevan a cumplir los compromisos y a superar las dificultades. Por eso es plausible que se puedan realizar reuniones a nivel presidencial sin recurrir a las palabras altisonantes y a los discursos estridentes y amenazantes. Y más importante aún, que actividades como el turismo que crece de manera considerable y sostenida se conviertan en factor de integración y de beneficio económico para dos países vecinos que tienen muchos más factores en común que razones para la confrontación.

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