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¿Quiénes son las víctimas?

Esas son las víctimas que deben tener asiento en la mesa de negociación de La Habana. Por ello, nada más ajeno a la voluntad de paz de los colombianos que se permita la manipulación con intereses tendenciosos en uno u otro sentido. O para montar un juicio contra el Estado, tratando de incluir entre las víctimas a las Farc, como pretenden algunas organizaciones no gubernamentales que carecen de representatividad real, causando la división e impidiendo que quienes padecieron el terror sean escuchados por sus victimarios.

16 de julio de 2014 Por:

Esas son las víctimas que deben tener asiento en la mesa de negociación de La Habana. Por ello, nada más ajeno a la voluntad de paz de los colombianos que se permita la manipulación con intereses tendenciosos en uno u otro sentido. O para montar un juicio contra el Estado, tratando de incluir entre las víctimas a las Farc, como pretenden algunas organizaciones no gubernamentales que carecen de representatividad real, causando la división e impidiendo que quienes padecieron el terror sean escuchados por sus victimarios.

El pasado martes arrancó en La Habana el ciclo de negociaciones sobre las víctimas. Y si bien la ONU y la Unidad de Víctimas realizan un gran esfuerzo para definir quiénes y de qué manera las representarán en la mesa, es necesario hacer precisiones que eviten desviar el debate hacia escenarios distintos de la verdad, justicia y reparación que reclama Colombia.“Las víctimas de graves violaciones de los derechos humanos e infracciones del Derecho Internacional Humanitario con ocasión del conflicto tienen derecho a la verdad, la justicia, la reparación y a las garantías de no repetición”, reza la última declaración conjunta de los negociadores. Esas palabras no son un reconocimiento de las Farc sobre su responsabilidad, ni pueden ser usadas de manera ambigua, porque destruyen la credibilidad del proceso.La primera víctima es la sociedad colombiana que desde hace sesenta años ha puesto los muertos y la que ha tenido que padecer la tragedia de una de cada tres familias que sufrieron la infamia del secuestro. La que debió soportar el terrorismo que buscaba producir muerte y destrucción parta doblegar su voluntad y obligarla a transar el poder.Es esa sociedad que en febrero de 2008 se volcó a las calles a condenar los procederes de las Farc contra la dignidad humana. Con ello mostró su solidaridad con los cientos de servidores públicos que fueron confinados en campos de concentración, negándoles por años sus derechos humanos y haciéndolos objeto de los peores vejámenes contra su integridad física y mental. Y expresó el rechazo a la práctica de toda clase de crímenes contra la Nación que no hacían diferencia entre los habitantes de las más remotas poblaciones y los socios del Club Nogal en Bogotá.También están las víctimas de aberraciones como los miles de niños secuestrados que fueron usados como esclavos sexuales o como carne de cañón para enfrentar a las autoridades legítimas, y sus familias, que debieron entregarlos para defender su vida o evitar retaliaciones. O de acciones demenciales como la destrucción de miles de viviendas y centenares de municipios como Mitú, originando con ello un desplazamiento que aún no termina.Esas son las víctimas que deben tener asiento en la mesa de negociación de La Habana. Por ello, nada más ajeno a la voluntad de paz de los colombianos que se permita la manipulación con intereses tendenciosos en uno u otro sentido. O para montar un juicio contra el Estado, tratando de incluir entre las víctimas a las Farc, como pretenden algunas organizaciones no gubernamentales que carecen de representatividad real, causando la división e impidiendo que quienes padecieron el terror sean escuchados por sus victimarios.Es a esas víctimas a las que la guerrilla les debe una explicación. El reto es entonces arduo. Y puede generar otro escollo difícil de superar si no se reconoce que quienes sean aceptados en la mesa de negociación como víctimas son sólo una muestra del enorme daño que le han causado a la Nación quienes durante décadas han usado las armas y el terror para tomarse el poder.

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