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¿Quién podrá defendernos?

8 de octubre de 2010 Por:

"Lo cierto es que tanto el río Dagua en su paso por Zaragoza..."

Sin terminar aún la amenaza que se cierne sobre el equilibrio ecológico del Pacífico vallecaucano, el departamento del Valle se declara ya incapaz de asumir los gastos que demanda la recuperación de la cuenca del Dagua en el corregimiento de Zaragoza. La pregunta es entonces quién va a asumir la responsabilidad de los inmensos daños que se han ocasionado tanto en ese río como en el Anchicayá, o en el Escalerete, a la altura de la reserva forestal de San Cipriano.Quizá parezca innecesario machacar sobre el daño que se ha causado al equilibrio ecológico de una de las reservas naturales más ricas e importantes de Colombia. Tal vez el reclamo reiterado para que las autoridades municipales, departamentales y nacionales impidan, o por lo menos detengan, el ecocidio que allí se ha producido, suene a una injusta persecución contra la explotación de recursos que genera empleo e ingresos para la gente necesitada.Pero lo cierto es que tanto el río Dagua en su paso por Zaragoza como los ríos del Pacífico colombiano que cruzan por una zona donde la depredación crece a diario, están amenazados por la fiebre de oro cuyos beneficiarios son pocos negociantes que explotan a miles de personas, quienes arriesgan su vida para encontrar unos cuantos gramos del preciado mineral. Y además del daño que se le está causando a la naturaleza, de la ya larga lista de muertos y heridos que deja la ambición, esta amenaza ya enorme se cierne sobre la cabecera municipal de Buenaventura y sobre los habitantes de las riberas de los ríos, antes remansos de paz y reservas naturales envidiadas en el mundo. En efecto, el primer resultado de no hacer nada es el bloqueo frecuente de la única vía que comunica a esa ciudad con el interior del país. El segundo es la inminente posibilidad de destruir la fuente de agua potable para más de 250.000 personas. Y el tercero es el hecho cierto de que al crecer el volumen de residuos sólidos en la bahía de Buenaventura, el cierre de la navegación será una posibilidad cercana. Son realidades, que conocen las autoridades, y de las cuales sólo puede culparse a la falta de decisión política para detener tan grave amenaza.Y frente a ella, la CVC, atrapada en los enredos políticos del PIN, o la alcaldía de Buenaventura y el Ministerio de Vivienda y Medio Ambiente, que no cesan en pasarse la pelota, parecen incapaces de detener lo que a todas luces es el peor atentado contra el equilibrio ecológico en el Valle y el Pacífico. Que afecta las posibilidades de desarrollo económico de todo el país, incluida Buenaventura; que amenaza la infraestructura y hace temer por una tragedia de proporciones incalculables.La declaración del Departamento sobre su incapacidad para recuperar la cuenca del Dagua es sólo una de las facetas de los desastres que se están produciendo en el Pacífico a partir de la renuencia de las autoridades nacionales y municipales para intervenir y ejercer el principio de autoridad que se requiere en el deber de proteger a la sociedad de las ambiciones individuales que destruyen el medio ambiente.

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