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Tierra de nadie o, para ser más precisos, aguas de nadie. En ese estado se encuentra el 63% de los océanos que le pertenece a toda la humanidad pero no tienen quién se haga responsable de su cuidado y garantice su preservación.

23 de febrero de 2017 Por: Editorial .

Tierra de nadie o, para ser más precisos, aguas de nadie. En ese estado se encuentra el 63% de los océanos que le pertenece a toda la humanidad pero no tienen quién se haga responsable de su cuidado y garantice su preservación.

Durante la reunión preparatoria para la Conferencia Mundial sobre los Océanos que se realizará en junio próximo, se habló sobre el lamentable estado que presentan los océanos y mares. Años de alerta sobre el deterioro al que ha llegado no han tenido eco entre la población, y las acciones aisladas tienen un impacto menor al esperado.

El daño es general pero las zonas más afectadas son las de alta mar, las que corresponden a ese 63% que son de nadie. Ahí va a dar el equivalente a arrojar cada minuto un camión lleno de desechos plásticos a los océanos. En esos miles de kilómetros cuadrados también se realiza la mayor parte de la pesca ilegal sobre la que no se ejerce control alguno; y es a donde llegan gigantes barcos repletos de basura de toda clase para deshacerse de su incómoda carga.

Hace cuatro años, la Comisión Océano Mundial describió las aguas marítimas internacionales como “un Estado fallido que no tiene quién lo gobierne, sin vigilancia y que carece de gestión para protegerlo”. Desde entonces se han hecho algunos esfuerzos para dar vuelta a una situación que debería por lo menos causar preocupación, pero los resultados aún no se ven.

El 87% de las especies marinas siguen sobreexplotadas, los mares reciben cada año 6,5 millones de toneladas de desperdicios y sus aguas son contaminadas con los combustibles que derraman miles de barcos que navegan por ellas sin que sean sometidos a los controles en sus puertos de salida. Todo ello demuestra la ineficiencia de convenios como la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar o acciones más recientes como el Acuerdo sobre Medidas del Estado Rector del Puerto, que busca regular la pesca ilegal pero que apenas ha sido firmado por una treintena de países, entre los que no está Colombia.

Para los más optimistas, la próxima Conferencia Mundial será el espacio para definir las acciones que emprenderá el mundo para cumplir el Objetivo 14 de las metas de Desarrollo Sostenible que se han propuesto los países que integran la Organización de Naciones Unidas. Entre ellas, las de disminuir para el año 2025 la contaminación marina, lograr al 2020 la protección sostenible de los ecosistemas oceánicos, o haber conseguido por fin aplicar el marco jurídico para la conservación y utilización de los océanos y sus recursos.

Todas son buenas intenciones, que ojalá se concreten lo antes posible porque el tiempo sigue pasando sin acciones reales o definitivas, y el riesgo es para toda la humanidad. Que no se olvide que es en esas aguas donde se produce el 50% del oxígeno que necesita el Planeta para sobrevivir, ellas absorben el 30% del dióxido de carbono que se emite y son el sustento para 2.600 millones de personas. Razones que deberían ser suficientes para que el alta mar deje de ser tierra de nadie y se convierta en propósito de todos los habitantes de esta Tierra.

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