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¿Promesa incumplida?

Dada la urgencia de resolver el problema fiscal, a los representantes no les queda más en que ocuparse de él. Y de nuevo la reforma migratoria, esperanza de millones, ha pasado a un segundo plano. Para el New York Times parece casi imposible que alcance a tramitarse en lo que queda del año.

14 de octubre de 2013 Por:

Dada la urgencia de resolver el problema fiscal, a los representantes no les queda más en que ocuparse de él. Y de nuevo la reforma migratoria, esperanza de millones, ha pasado a un segundo plano. Para el New York Times parece casi imposible que alcance a tramitarse en lo que queda del año.

Cuando el Senado de Estados Unidos aprobó un proyecto de reforma migratoria que ofrecía un camino para la legalización de los más de 11 millones de indocumentados, muchos pensaron que finalmente se iba a resolver un asunto que lleva años pendiente.Pero el asunto se empantanó en la Cámara de Representantes, donde la mayoría republicana no atendió a los llamados de sus líderes en el Senado, en especial de Marc Rubio, quien jugó un papel decisivo en la confección del acuerdo entre los dos partidos, que tiene todos los visos de ser un acuerdo posible y económicamente beneficiosos para el Estado norteamericano. Así, a la trascendental reforma, que fue definitiva en la reelección de Barack Obama parecía llegarle la hora pese a las resistencias de un grupo minoritario, el llamado Tea Party, de notable incidencia en las posturas de los representantes republicanos.Hasta que llegó la actual crisis alrededor del tema del aumento de la capacidad de endeudamiento de los Estados Unidos, en la que la mayoría de la Cámara no quiere dar su brazo a torcer, pese a la parálisis del gobierno federal, al insistente llamado de los ciudadanos y a las voces de autorizados representantes de la comunidad internacional. La pretensión es absurda: que no se aplique la Ley de Seguridad Social, debidamente aprobada por el congreso en la pasada legislatura.En estas circunstancias y dada la urgencia de resolver el problema fiscal, a los representantes no les queda más en que ocuparse de él. Y de nuevo la reforma migratoria, esperanza de millones, ha pasado a un segundo plano. Para el New York Times parece casi imposible que alcance a tramitarse en lo que queda del año.Queda una circunstancia a favor: los representantes están abocados a una próxima elección y los votantes hispanos están muy atentos a su comportamiento. Pero también en lo que respecta al elevamiento de la capacidad de endeudamiento, pues asocian la vacancia en el empleo federal con la suerte de la gran minoría de emigrantes.Todo esto significa que el gobierno de Estados Unidos puede quedar atado de manos frente a una minoría de congresistas bien organizados que imponen su punto de vista, no tanto por la justeza de sus argumentos, como por los poderosos intereses económicos que representan.El gobierno, claro, pierde, pues a estas alturas algunos se preguntan si, como ya sucedió en el pasado, la promesa electoral del presidente Obama sobre una reforma migratoria volverá a quedar en nada. En los últimos meses el mandatario no ha dejado de repetir que la reforma es una de las prioridades de su gobierno, aunque grupos pro-inmigrantes le echan en cara que se haya negado a detener las deportaciones de indocumentados, un gesto que, en opinión de los activistas, lanzaría una señal clara de que existe voluntad de encarar el problema.Pero también puede ganar, si logra convencer a la ciudadanía que el desbarajuste existente es responsabilidad de un grupo sectario, el Tea Party, al que poco le importa si las leyes aprobadas no se cumplen o si el país se sume en otra crisis económica.

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